EuroBasket | Italia-España

Brizuela: “Me da la sensación de que no nos respetan como antes”

Darío Brizuela se sienta con AS y analiza la realidad de la Selección des de un prisma personal: “Incluso en España han pensado que no íbamos a dar la talla…, y eso jode”.

Darío Brizuela, escolta de la Selección, alegre durante un entrenamiento de la Selección previo al Eurobasket 2025.
FEB
Juan Jiménez
Redactor jefe de AS. Fue colaborador en AS (2000-04) y, después de pasar por Málaga Hoy, regresó como jefe de Sección en Málaga. Delegado de Andalucía entre 2009 y 2012, colaboró en la integración digital-papel de AS en Madrid. Cubre la información del Barça y la Selección de baloncesto. Tres Juegos Olímpicos. Colaborador de SER, Canal Sur y Gol.
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Darío Brizuela se sienta en la tribuna de prensa del Sprynos Kyprianu de Limasol y le concede un cuarto de hora largo a AS. Se siente cómodo ante los medios, casi como en la cancha. Sueña con algo grande en el Eurobasket.

“Las ganas, y los huevos, han estado ahí”, dijo usted después del partido contra Georgia. Pero es que antes, Pradilla aseguró aquí en una entrevista: “Faltó echarle cojones”. ¿Demasiada testosterona?

Era simplemente recordar que no salimos como debimos contra Georgia. Un primer partido de un gran torneo se prepara mucho más. Y yo personalmente, que conozco al seleccionador de Georgia porque me entrenó, Dzikic, sabía que iba a tener el partido muy preparado. Jugaron un partidazo y nosotros, cuando vimos el vídeo al día siguiente, parecía que estábamos todavía en la preparación. Con una marcha menos. Y eso jode, cuando ves que puedes dar mucho más y encima pierdes. Toca el orgullo. La defensa y el rebote tienen que ver con el deseo, la rabia y el emparejamiento individual. Y hemos mejorado mucho eso en estos dos partidos.

Habla con mucha espontaneidad en los medios. ¿De dónde le viene ese desparpajo?

En mi familia siempre nos ha gustado ser directos hablando y, al margen de eso, siempre había bromas con los deportistas que utilizan tópicos hablando con la prensa. Nunca nos han gustado y desde pronto decidí que si me tocaba hablar con la prensa iba a ser alguien directo. Y creo que es lo mejor. Aunque tenga que meter una palabra malsonante, sé que va a llegar mucho mejor y, como consumidor de medios, prefiero cuando veo una entrevista a un deportista que me cuente la realidad, cruda, a que me la llene de tópicos. Y como siempre me ha gustado tratar a los demás como me gustaría que me tratasen a mí, intento aplicarlo en todos los ámbitos. Por eso soy directo. Cualquiera que me ve jugando sabe que a veces soy malhablado. Mientras sepa cuándo no tengo que utilizar ese vocabulario, el mensaje llega más directo.

¿Y en el vestuario siempre ha sido así también o ha sido de vieja escuela con los veteranos: oír, ver y callar?

Es un proceso. De joven, aunque tuviera una opinión concreta de alguien, sabía que no a todo el mundo se le debe mandar el mensaje de la misma manera. Hay que respetar las jerarquías. En Estudiantes no tenía la jerarquía ni el poder para soltar esos comentarios. Fui aprendiendo de gente muy buena. Afortunadamente tuve ahí a Savané y Omar Cook que son dos líderes. Sitapha, más vocal. Cook, desde el ejemplo. Si hay que pegar un grito, lo meto. Pero no es mi forma de actuar ni la que más me gusta, ni nunca he tenido un rol de líder como tal. Pero con algunos tengo la confianza suficiente como para dárselo si se están equivocando.

Está a punto de acabar la carrera de Psicología. ¿Qué vio en el vestuario cuando entró después del partido ante Georgia?

Tristeza. La sensación interna de cada uno era no haber estado a nuestra altura. Georgia hizo un gran partido, no le quito méritos, pero sabíamos que habíamos perdido una buena oportunidad de llegar a este partido contra Italia con tres victorias, que era nuestro plan inicial. Tuvimos la sensación de que ya habíamos gastado el comodín. Pero sacamos cosas positivas y se ha visto. A ver si la mantenemos.

¿La camiseta de la Selección pesa más cuando uno ejerce un rol principal?

Depende de cómo lo mires. La responsabilidad es mayor. En 2022 era menor pero, al final, cuando estás aquí, tienes que desarrollar el rol que te den al 100%. La presión tiene que existir siempre. Ahora es un rol diferente, más grande igual. Pero no es presión, es una oportunidad. Es hacer algo que no tengo ni en el Barça, que es el rol de veterano, porque lo soy aquí aunque tenga 30 años. Para mí, es seguir creciendo y seguir aprendiendo.

¿Ha tenido miedo de ser la Selección ‘patito feo’ después de 20 años llegando a semifinales?

Nunca me ha preocupado lo que piensen de mí. Entiendo que esto es diferente. Somos España e históricamente hablando, hemos estado muy arriba en los últimos 20 años. Entendemos en qué situación estamos, la plantilla que tenemos. No son excusas pero sabemos que si damos el 100%, llegaremos a estaciones más finales del campeonato. No me preocupa cómo nos recuerden. Ganar dos Eurobasket seguidos es muy complicado, sobre todo con las selecciones que hay. Pero si lo damos todo, estaré satisfecho. Y lo que digan los demás, francamente, me da exactamente igual. Estoy contento conmigo mismo, con el jugador que soy y muy orgulloso de mis compañeros.

“Queremos defender lo que es nuestro”, dijo. ¿Eso significaba el título de Berlín?

No. Me refería más a nuestra posición como equipo este campeonato. Todo va unido a lo de Georgia. Me da la sensación de que el resto de selecciones, al no tener los nombres tan grandes que teníamos, no nos tienen el respeto de antes. Y habiendo perdido contra Georgia, mucha gente, incluso en casa, en España, pensaban que no íbamos a dar la talla. Y eso me jodía y que se hablase así de nosotros. Se gane o ser pierda, teníamos que cambiar de actitud. No creo que haya que pensar ahora en defender el título porque queda mucho trabajo para eso.

¿Pero está convencido de que se puede hacer algo grande?

Sí, porque al margen de que no tengamos los nombres estrella de antes, Gasol, Ricky, Calderón, Navarro, no tenemos eso ya pero sí el bloque, la forma de jugar, nuestro entrenador. Y, si hacemos las cosas bien, vamos a poder competir contra todos. Es más difícil hacer las cosas bien ahora que antes, porque no tenemos esas estrellas. Pero sigo pensando que a un partido somos muy difíciles de ganar. Es un día.

Están aquí su mujer y sus hijos… ¿Qué le da a un jugador tener la familia cerca en este torneo?

La vida. Hasta llegar aquí ha sido un mes de concentración y, en mi caso, con dos niños tan pequeños… ¿Usted tiene hijos? Pues sabe perfectamente que en cuestión de días te pierdes mil cosas y eso es triste para mí porque lo fundamental es ser padre. Jugar al baloncesto no es ni lo segundo más importante en mi vida. Por eso te duele, cuando estás concentrado, que te mande un vídeo tu mujer y te diga lo que está haciendo Enzo o lo que está diciendo Bruno… Este mes ha sido muy largo pero ahora ya están aquí y, aunque no tenga todo el tiempo para verles, estar sentado ahí en el banquillo y verles detrás, es fundamental. Y, aunque al principio estaba un poco en contra de que viniesen porque me parecía un desplazamiento muy largo, le tengo que dar la razón a mi mujer como siempre. Creo que ellos lo recordarán. Está siendo una experiencia de la hostia.

Le han pintado hasta las zapatillas.

Fue un regalo de cumpleaños. Llevarlas es un orgullo.

Igual le dan superpoderes.

Me gusta, cuando me las calzo en el vestuario, saber que la han pintado los niños. La ilusión que les hizo pintarlas…, Pequeñas cosas que te dan la vida.

Le leí decir: “Me gusta hacer tiros locos”. ¿Cada vez hace menos?

Sí. Creo que cada vez soy más selectivo con mis tiros pero me gusta asumir los tiros de final de posesión que ya sabemos que van a ser malos, o los del centro del campo. Me encanta. No me importa bajar mis porcentajes, nunca me he cortado ni le he dado valor a eso. Disfruto haciéndolo y en el Barça tenemos esa norma de que cada vez que quedan diez segundos o menos salgo. Ya prácticamente salgo yo solo sin decírselo a Joan (Peñarroya) a pedir el cambio, me están mirando todos en el banquillo. Aquí no se ha dado todavía pero me encanta esa responsabilidad. Me sale solo.

No tiene a dos buenos amigos aquí. ¿Echa de menos a Alberto y a Abrines?

Mucho. A Alberto, más, porque contaba con que estaría. Mi relación con Alberto es muy personal y muy especial. Hablo con él y me puso un mensaje bastante bueno el día de Georgia. Con Álex, la relación es diferente. Ahora que está retirado está disfrutando de una nueva época. Nos mandamos chorradas porque es nuestra manera de hacer amistad. Justo lo comentaba con Yankuba (Sima) en la comida: son dos personas que vas perdiendo en tu carrera. Eso es algo que la gente sabe menos de los deportistas. Haces relación con mucha gente y en el camino, por una cosa u otra, la pierdes. Y es difícil reaclimatarse a un vestuario perdiendo a gente importante como Alberto en Málaga o Álex en Barcelona. Sigo teniendo a Willy, que es como mi hermano, nos conocemos hace quince años y disfruto mucho de él.

Dice que se siente raro haciendo de base. Hasta ahora ha compartido mucho pista con Saint-Supéry. ¿Le va a tocar hacerlo más tiempo solo en el campeonato?

En este Eurobasket, igual sí. Dependerá del partido y la necesidad. Estoy preparado para eso, pero cuando vuelva al Barça no será así. Sigue siendo raro para mí porque en los últimos años me he especializado en mi rol y estaba muy cómodo ahí. Pero, como le he dicho antes, va muy unido a seguir aprendiendo y tener hambre. Jugar al base en la Selección me está resultando complicado.

Lleva más de 80 partidos esta temporada. Llull decía aquí el año pasado que el gran peligro de esto es que el tiempo de carrera del deportista se va a recortar. ¿Lo ve así?

Tiene sentido. He notado mucho el cambio en los dos últimos años estando en el Barça. Te van saliendo más cositas, no graves. Pero cositas. Se está viendo que cada vez hay lesiones graves. Intentas estar más pendiente de las señales que da tu cuerpo. Cuando estaba en Málaga, confiaba más en mis sensaciones. Ahora, he depositado la confianza en la gente del Barça. Pero puede ser que veamos un cambio, sí, en el número de partidos que se juegan y en la edad a la que se retira a gente.

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