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Aquella final del Pub El Molino

La vida se compone de momentos, instantes y situaciones que tienen fecha de caducidad. Pero hay recuerdos que quedan para siempre adheridos a tu memoria hasta convertirse en parte de tu núcleo existencial. En mi caso tengo en la vitrina vintage de mi casa la réplica de aquella medalla de Plata de Los Ángeles’84. La vivimos con la pasión de un mundo nuevo, que acabábamos de descubrir gracias a una generación de jugadores maravillosa, rebelde y entusiasta. Tras la depresión futbolera provocada por el desastroso Mundial de España’82, estos genios de la canasta encabezados por mi paisano Antonio Díaz-Miguel salieron al rescate. Fue una revolución deportiva y sociológica. Toda España se aprendió de memoria los nombres de estos 11 héroes que han llenado de magia este Hall of Fame de Sevilla. No se imaginan la grandeza de su gesta olímpica...

Jamás olvidaré aquella final con las leyendas de la NBA. En mi pueblo, Herencia, estábamos todos los amigos en éxtasis tras el triunfo sobre los yugoslavos. La final ya era un premio. Por eso, y a pesar de las horas intempestivas de la madrugada, se llenó a tope el Pub El Molino. Todos mirábamos embelesados a esa televisión que ahora sería minúscula sobre esos pantallones de 72 pulgadas que ahora te encuentras en los lugares de ocio. Perdimos ampliamente, pero festejamos cada canasta como si fuese la de la victoria. El oro ya estaba grabado en nuestros corazones. No os imagináis lo felices que nos hicisteis...