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REAL MADRID | VINCENT POIRIER

Poirier: “En la cancha del Partizán recibimos amenazas de muerte”

La pelea entre Real Madrid y Partizán de Belgrado en la Euroliga del año pasado sigue creando animadversión. Vincent Poirier recuerda el episodio.

Vincent Poirier -
JESUS ALVAREZ ORIHUELADiarioAS

Coleó, colea y coleará en la Euroliga aquella eliminatoria de la temporada 2022/23 entre Real Madrid y Partizán de Belgrado en la que una pelea entre jugadores marcó un antes y un después. Los blancos, hundidos con un 0-2, se levantaron tras aquello, sacaron dos triunfos en tierra hostil, pasaron la eliminatoria y ganaron la Euroliga en un año de muchas dudas que acabó con la Undécima. Uno de los que ha ofrecido su visión sobre aquello es Vincent Poirier.

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En una conversación con el periodista Donatas Urbonas el pívot francés repasa lo que ocurrió en la pelea y cómo afectó a los días posteriores, en los que la serie de cuartos de final continuaba en la capital serbia.

Sobre el origen de la pelea entre Llull y Punter, y cómo escaló aquello en algo muy malo, dice lo siguiente: “Tenía cinco faltas, aunque eso no importa, y sabía que no podía meterme dentro. Recordé que esos eran partidos importantes. Me levanté del banquillo y pensé: ‘Si se van a pegar, mucho no puedo ayudar porque me voy a meter en un problema. Si me quedo en la banda y después tenemos que jugar el partido o repetirlo, lo que sea, ahí sí estaré disponible’. No es que estuviera asustado”.

Poirier había regresado el día de la pelea a los terrenos de juego tras casi un mes de ausencia por una apendicitis aguda. Con poco ritmo de competición viajó con el resto. “Recuerdo que fue una locura porque todos estábamos recibiendo amenazas de muerte. Tuvieron que contratar a muchos empleados de seguridad para ir con nosotros. Nos recogieron en el aeropuerto y directamente al hotel. No fue divertido. Cuando fuimos al calentamiento prepartido estaba abarrotado de gente gritándonos. Como jugador de baloncesto tienes que dejar a un lado esas emociones, sean o no en contra de ti, pero es una locura jugar en esa atmósfera. Ahora sé que siempre que juguemos allí con el Madrid va a ser así”.

Ya se ha producido el regreso y el Real salió victorioso una vez más, como en aquellas dos ocasiones: “No podíamos escuchar nada. Era un ruido muy alto. Pero no tengo verdaderos malos recuerdos. El Partizán controló muy bien a los aficionados, no tuvimos mayores problemas, pero obviamente siempre hay alguien que insulta y hace algún gesto que no te gusta. Yo no fui atemorizado: me hice fotos, firmé autógrafos, etc. Allí el baloncesto lo viven de una manera diferente a la que otros estamos acostumbrados, yo diría que es como una religión para ellos”.

Publicado en AS el 13/12/2023

Por Juanma Rubio

Poirier: "Yo siempre tengo fe en este equipo. Así que creo que sin todo lo que pasó, la falta y todo lo demás, también habríamos podido manejar esa situación. Somos el Real Madrid y siempre creemos que podemos ganar, incluso si estamos 0-2. Creo que habría pasado lo mismo que pasó de todas maneras".

El camino del Madrid a una nueva Euroliga

Por poner algo más de contexto sobre aquellos días, decir que el Real Madrid llegaba como equipo con el factor-pista a favor. Eso le permitió empezar la eliminatoria en casa, en el WiZink Center, y cerrarla si era necesario, que lo fue. El problema para ellos es que se vieron sorprendidos por un Partizán de oro. 0-1 y suficiencia también en el segundo. Punter era, además, prácticamente imparable. De ahí la frustración del combinado español que personificó Llull en la falta que originó la pelea. Aquel encuentro se dio por acabado con 80-95 y los dos equipos viajaron a Belgrado sabiendo que aquello sería un infierno (unos, para utilizarlo a favor; otros, simplemente para sobrevivir). Y allí hizo clic el Madrid de Mateo: doble triunfo, 80-82 y 78-85, en un Stark Arena hasta la bandera -más de 20.000 espectadores- y con más penalidades que las del vocerío. Ganaron el quinto y se clasificaron para la Final Four, sí, pero a un alto precio: Yabusele, sancionado; Deck, lesionado; y el propio Poirier también causó baja, se arriesgó su participación y se resintió días después. En Kaunas, con todo en contra, vencieron al Barça en semifinales por segundo año seguido y desplazaron al Olympiacos en la final culminando el éxito con una canasta histórica de Llull. De ahí que se considere poco menos que un milagro (primeros en remontar un 0-2 en cuartos de final) lo logrado en aquellos tormentosos días.

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