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EUROLIGA | MADRID 80 - PANATHINAIKOS 95

Mathias Lessort, el ‘pívot Eurocup’ que ganó la Euroliga

Nacido en Martinica, dejó su casa a los 15 años para embarcarse en un viaje de 7.000 kilómetros que le convertiría en el mejor ‘center’ de Europa.

Mathias Lessort tras ganar la Euroliga.
Fabrizio BenschREUTERS

Mathias Lessort (Fort-de-France, Martinica, 29/09/1995) pone el músculo en el campeón de Europa. En el Panathinaikos tenían claro que la reinvención del equipo, que había terminado penúltimo la temporada anterior, pasaba por robarle al Olympiacos a Kostas Sloukas y por alejar de Belgrado al pívot francés. Un ‘center’ bajito (2,06 según su ficha), pero un auténtico portento físico que, con su primera Euroliga, recordó a todos aquellos que no creyeron en él. “Soy un pívot de Eurocup, no valgo para un equipo que quiera ganar la Euroliga... He escuchado toda esta mierda y ahora respondo. Así qué ahora quiero saber quién coño es un pívot de Eurocup. Había entrado en el quinteto ideal, pero ni con esas, había gente que no confiaba en mí”.

Lo cierto es que, antes de su fichaje con el Panathinaikos, ya había demostrado que era carne de Euroliga. En el primer año convirtió al Partizán en un candidato a la Final Four (el Real Madrid le privó de la cita de Kaunas en aquella serie marcada por la pelea) y una temporada después, al Panathinaikos en campeón de la Euroliga. Algo, que aquel niño que nació en un pequeño pueblo de Martinica, colonia francesa, nunca hubiera imaginado. “Este título es para mostrarle a toda la gente de mi isla que podemos lograrlo. Nací en un pueblecito, ni siquiera era de la capital de Martinica. Pues un niño ha pasado de Le Morne-Vert a la cima de la Euroliga”.

A 7.000 kilómetros de casa: de Martinica a Francia

Con 15 años, aquel niño, convertido ya en un adolescente, se marchó a Chalon-sur-Saone, a 7.000 kilómetros de su casa, para jugar en la cantera de su equipo de baloncesto. En 2014 debutó en la Liga francesa y, aunque se planteó marcharse a Estados Unidos (Gonzaga o North Carolina State eran sus dos posibles destinos), decidió quedarse en Francia. En 2016 cambió el Chalon por el Nanterre, donde solo estuvo una temporada antes de fichar por el Estrella Roja.

Lessort se estrenó en la élite europea en 2017 con el equipo serbio. “Siempre creí en mí mismo, pensaba que podía lograr grandes cosas. En mi primera temporada en la Euroliga tenía solo 21 años y el ambiente era duro. Creo que hice buen inicio de temporada, teniendo en cuenta que era un chico de 21 años que debutaba en la Euroliga. Pero ocurrieron cosas fuera de la cancha que provocaron que no jugara como se suponía que tenía que hacerlo. Firmaron a otro pívot, no sé muy bien por qué, pero mis minutos bajaron y la gente dejó de creer en mí”.

Mathias Lessort, cuando jugaba en el Unicaja, ante Cady Lalanne, del Baxi Manresa.
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Mathias Lessort, cuando jugaba en el Unicaja, ante Cady Lalanne, del Baxi Manresa.Susanna SáezEFE

Una gran desilusión en su estreno en la Euroliga

Aunque su contrato con el Estrella Roja era por tres temporadas, soló pasó un año en Belgrado. Siguiente destino, Málaga, donde pasó otra campaña. Con el Unicaja disputó 37 partidos de la Liga Endesa (y 19 en la Eurocup) en los que promedió 8,6 puntos y 5,4 rebotes para 11,1 de valoración. Números que llamaron la atención del Bayern Múnich en su regreso a la Euroliga. Tras la pandemia fichó por el AS Mónaco para convertirse en campeón de la Eurocup. Ese verano puso rumbo a Tel Aviv con un contrato temporal (dos meses) para sustituir al lesionado Ante Zizic y acabó la temporada en el Partizán, que había tirado la casa por la ventana con los fichaje de Zeljko Obradovic, Kevin Punter, Zach LeDay... y era el gran favorito en la Eurocup. No consiguió el título, pero el club serbio recibió una invitación para jugar la Euroliga la siguiente temporada. Lessort volvía a la élite, pero para quedarse.

Y de Belgrado pasó a Atenas el pasado verano. “Empezamos el año y todo el mundo pensaba que no íbamos a lograrlo, que no teníamos suficiente talento, que nos faltaban cosas... Nadie creía en nosotros, pero nosotros sí lo hacíamos. Nos centramos en cada partido, en ir mejorando en cada entrenamiento y terminamos la temporada de la mejor manera posible”.

Su gesto, imitando a Ergin Ataman con los puños al alto, puede haber sido uno de los más vistos en la celebración del Panathinaikos. Un tipo simpático, pero que también suele meterse en líos. Activo en la tangana del segundo partido del playoff entre el Real Madrid y el Partizán (agarró a Musa del cuello y lo tiró al suelo), el curso pasado la Liga Adriática también lo sancionó con tres partido y 10.000 euros por agredir a Filip Petrusev, del Estrella Roja. Muescas en la carrera de un pívot que ya ha demostrado con creces que la Euroliga es su sitio porque es uno de los mejores de Europa.

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