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REAL MADRID

Frenazo de Ibaka

El jugador interior tuvo un inicio esperanzador, pero su papel está siendo intermitente y se ha visto inmerso en la irregularidad. Su mejora, necesaria para el Real Madrid.

Frenazo de Ibaka
PASCU MÉNDEZDiarioAS

Serge Ibaka (35 años, 2,08 metros) tiene una dilatada carrera como profesional. Tras empezar a jugar en África, probó suerte en España, primero en el Hospitalet y luego en el Manresa, antes de dar el salto a la NBA. Fue elegido en el puesto 24 de la primera ronda del draft de 2008 por los Sonics, pero no debutó hasta 2009. Con el traslado a Oklahoma, los Thunder fueron el equipo en el que el hispano-congoleño militó hasta 2016 y en el que se hizo un nombre en la mejor Liga del mundo: 14 temporadas, tres ingresos consecutivos en el Mejor Quinteto Defensivo y un flirteo constante con el premio a Mejor Defensor, que rozó en 2012 (segundo en las votaciones) y al que también optó en 2013 (tercero tras Marc Gasol y LeBron James) y 2014 (cuarto), sus mejores años en ese lado de la pista.

El ala-pívot, que en muchas ocasiones jugó de pívot, fue un asiduo en los Thunder de Russell Westbrook y Kevin Durant, con los que disputó las Finales de 2012 (todavía con James Harden) y las finales de Conferencia de 2011, 2014 y 2016. Tras la salida de Durant rumbo a los Warriors, Ibaka fue traspasado y empezó con un baile de equipos constante: primero en los Magic y luego en los Raptors, con los que estuvo tres temporadas y ganó el anillo de 2019, con Kawhi Leonard de líder, Marc Gasol de compañero y Sergio Scariolo de asistente. Su entrenador en la Selección española: consiguió la nacionalidad en 2011, año en el que conquistó el Eurobasket poniendo 5 tapones en 3:43 en la final ante Francia, récord. Su compromiso se mantuvo hasta 2012, donde consiguió la plata en los Juegos Olímpicos de Londres en uno de los mejores partidos del baloncesto FIBA que se recuerdan.

Ibaka continuó en la NBA hasta 2023, ya como veterano de lujo, pasando por los Clippers que llegaron a las finales de Conferencia de 2021 y por los Bucks de Giannis Antetokounmpo, vigentes campeones y con los que no logró repetir un éxito que sí logró con los Raptors y guardará en sus vitrinas para siempre. En verano de 2023, dio su estancia por terminada: las eras cambiaban y había jugadores más jóvenes y rápidos, el triple se había impuesto como arma primaria y definitiva y su momento había pasado. Pero su carrera no había terminado: regresó al Viejo Continente para jugar con el Bayern de Múnich a las órdenes de Pablo Laso, con el que ya había coincidido en el Real Madrid en un puñado de partidos en 2011, como hicieron muchos miembros de la NBA en el lockout de 2011. El ala-pívot volvió a Europa. Y lo hizo para quedarse.

Frenazo en un Madrid que le necesita

Tras una buena temporada en el Bayern, Ibaka fichó por el Real Madrid. La salida de Vincent Poirier demandaba poder interior para los blancos y el hispano-congoleño aterrizó para amarrar la defensa y aportar en ataque, algo que hizo junto a Usman Garuba. Sin embargo, las cosas no están saliendo como se esperaba inicialmente: cinco derrotas en ocho partidos oficiales, adiós al primer título de la temporada con la Supercopa de España y numerosos problemas. Las salidas se notan, los fichajes no casan, la colectividad brilla por su ausencia y la defensa es pobre. De hecho, los 76 puntos recibidos por el Baskonia han sido la cifra más baja, con cuatro partidos de 80 o más puntos y tres de 90 o más puntos en los siete iniciales.

Ibaka empezó bien, pero se ha vuelto irregular con el paso de los partidos. Dejó excelentes sensaciones en su debut en la Supercopa ante el Barça, con 8 puntos, 5 rebotes y 4 tapones en algo más de 13 minutos. Pero en la final tuvo menos protagonismo (3 tantos, 4 rechaces). Desde entonces, la irregularidad se ha instaurado en su persona: no estuvo ante el Leyma Coruña por problemas físicos, pero sí contra el Zaragoza y el Bilbao, aunque su protagonismo fue mínimo. En la Euroliga ha estado mejor: 9 y 4 contra su exequipo, el Bayern; y 15, con 7 rebotes, 3 asistencias y 2 tapones frente al Partizán, en el que ha sido su mejor partido en lo que llevamos de temporada. Eso sí, volvió a las andadas en Vitoria, con derrota del Madrid ante el Baskonia: 5 puntos, pero sin rebotes ni poder intimidatorio.

La situación es compleja. Ibaka tiene más incidencia defensiva debajo del aro, pero muchas veces se ve obligado a salir al exterior a por jugadores más pequeños y a veces da la sensación de que Chus Mateo no sabe que encuadre darle. En ataque, más de lo mismo: es suplente de Tavares, pero con un papel muy distinto al que tenía Vincent Poirier: juega más abierto y tira demasiado desde el exterior para poco acierto (0 de 4 de forma combinada en ACB y 2 de 6 en la Euroliga). Tampoco es tan efectivo en el bloqueo y continuación. Ni en la intimidación. Y sus dificultades le impiden tener tiempo en pista (se quedó en 7 minutos ante el Baskonia, mientras que Tavares jugó 32 y no compartieron pista en ningún momento). Con una edad avanzada, carece de los reflejos, el poder vertical y la capacidad de antaño. Pero es capital para él encontrar un rol concreto para poder ser útil en el organigrama de un Real Madrid que está en crisis de resultados, no recupera sensaciones y tiene problemas en ataque y en defensa, en el exterior y en el interior. Los blancos tienen que mejorar. Y necesitan a Serge Ibaka. Mucho.

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