Fournier y el Olympiacos: “Hay cosas que no se pueden explicar”

El resurgimiento del baloncesto de Atenas, después de unos años de crisis (sobre todo en clave verde) es un hecho: el Olympiacos perdió la final de la Euroliga 2023 sobre la bocina, contra el Real Madrid, y el Panathinaikos le quitó la corona a los blancos en la de 2024. Los dos estuvieron en la última Final Four, y los dos se han reforzado con una ambición máxima, hasta tal punto que parecen, en la parrilla de salida de la Euroliga 2024-25, los dos principales favoritos al título.

El Panathinaikos es el campeón pero se ha seguido reforzando a lo grande: Lorenzo Brown, Cedi Osman y Omer Yurtseven son fichajes de un nivel estruendoso, y más si se suman a una plantilla que mantiene todas las señas de identidad del título logrado en mayo, en Berlín. Espoleado por el crecimiento de su vecino y eterno rival, el Olympiacos también ha lanzado su órdago. Un equipo de una tremenda identidad defensiva, muy bien armado por un entrenador como Bartzokas, tenía un déficit de talento ofensivo que ha quedado ahora de sobra compensado con grandes fichajes desde la Euroliga (Keenan Evans, Tyler Dorsey) y, sobre todo, la NBA: Evan Fournier y el regreso de Sasha Vezenkov.

Fournier (31 años) decidió regresar a Europa después de doce años en la NBA. Las ofertas económicas ya no compensaban la parte mala que asomaba, un rol cada vez menor en equipos de una trascendencia también cada vez más pequeña. El escolta francés ha ganado casi 150 millones de dólares solo en contratos con franquicias estadounidenses, gracias a acuerdos como los que firmó en 2016 con Orlando Magic (cinco años, 85 millones) y en 2021 con los Knicks (cuatro y 78). Ahora, sus prioridades ya no eran puramente económicas.

Entre 2015 y 2021, Fournier no bajó de los 15 puntos de media en la NBA. Una capacidad anotadora que también le ha convertido en un jugador clave en la última gran generación (por ahora, vienen los chicos de Wembanyama) de la selección francesa: dos platas olímpicas, dos bronces mundiales y una plata y un bronce continentales están en un currículum que ahora quiere hacer más extenso en su regreso a Europa. Una profecía autocumplida: cuando asistió a la Final Four de 2022, en Belgrado, se quedó impresionado con la afición del Olympiacos y aseguró que si regresaba a Europa su prioridad sería vestir el rojo y blanco de los de El Pireo.

Dicho y hecho, tal y como reconoce en una entrevista con Eurohoops: “Hay cosas que no se pueden explicar, es como cuando conoces a la que acabará siendo tu mujer. El Olympiacos siempre ha sido un equipo que ha tenido un significado especial para mí, no sé por qué. Así que es como si los planetas se hubieran alineado para que haya acabado jugando aquí.

Su última experiencia en la NBA fue con Detroit Pistons, uno de los peores equipos de la historia en esa versión del pasado curso y donde fue enviado en febrero en la operación que llevó a Bojan Bogdanovic a los Knicks. Una situación, el lado malo del mercado NBA, que suele ser muy difícil de asumir para jugadores europeos que saben que serían estrellas si deciden cruzar el Atlántico, de regreso. Ese es también el caso de Fournier: “Pasar de los Pistons al torneo olímpico con Francia me devolvió la vida y quería seguir igual. Quería seguir jugando partidos competitivos, baloncesto del que importa de verdad. Una de las caras más oscuras de la NBA es cuando los equipos pierden a propósito para conseguir picks de draft más altos. En Detroit pasé dos meses con un equipo de gente muy joven que no es que quisiera especialmente ganar. Y no quería que mi carrera se convirtiera en eso. El tanking es algo muy real”.

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