Ergin Ataman, tenemos un problema
Un horrible Panathinaikos, arrasado por un Estrella Roja que es ahora mismo el equipo más en forma de Europa junto al Zalgiris: siete victorias consecutivas.
El Panathinaikos sigue en positivo, ahora 5-4. Pero ha perdido tres de sus últimos cuatro partidos en la Euroliga, está dejando una sensación de proyecto en un momento incómodo, y tiene, para colmo de males, la rotación de pívots arrasada por las lesiones. Sus males, impropios de un equipo de su categoría (y aspiración), quedaron expuestos de forma descarnada en las calderas del Belgrado Arena, donde ya perdieron Real Madrid, Baskonia y el sorprendente Zalgiris, el único equipo que puede presumir de un punto de forma tan excelente como el de este Estrella Roja que convenció de forma rotunda (86-68 final) y enlaza siete victorias seguidas (7-2), todos sus partidos desde que prescindió, muy rápido, de Ioannis Sfairopoulos y puso al frente del equipo a Sasa Obradovic.
En un escenario atronador, Ergin Ataman acabó con cara de filosofía -una media sonrisa sardónica- el partido, un naufragio en el que el +18 final fue incluso benévolo con su equipo, una caricatura del teórico aspirante al título que debería ser… y que todavía puede ser. Queda mucho. Se supone que la cosas mejorarán y que, claro, volverán los pívots: Yurtseven, Holmes, Lessort…
Sin ellos, casi sin peso en las zonas, el Panathinaikos patinó de salida (20-12 el primer cuarto), hizo un poquito la goma después (46-32) y se cayó con estrépito, sin fuerzas, después del descanso: las ventajas rondaron los 30 puntos y Kendrick Nunn, con la cabeza en otro sitio, cometió la quinta falta con casi todo el último cuarto por delante. Acabó con seis puntos por esas cinco faltas… y siete pérdidas. Hasta ahora, el problema era que el escolta y TJ Shorts, teóricamente el gran fichaje del verano en Europa, tenían problemas para compartir pista y dar sus mejores versiones, tan necesitados los dos de tener la bola en sus manos. Ahora la cosa es que uno de ellos, al menos, debería manejarse como las estrellas que son. El arranque de vergüenza profesional, ya con todo perdido, lo dirigieron Osman, Sloukas y Rogkavpoulos. Juancho Hernangómez jugó mucho (más de 27 minutos) y no fue uno de los mayores problemas, pero tampoco parte de ninguna solución (7 puntos, 4 rebotes).
Ataman tendrá que rebuscar en el arcón de sus (muchos) recursos: de los tácticos… y desde luego de los emocionales. La inercia es mala, algo tan cierto como que el Estrella Roja es ahora mismo, sobre todo en su pista, un equipo arrollador. Con una plenitud que, si se alarga, lo pondrá entre los aspirantes. Por ahora, que no es poco, es una de las sorpresas del año. Muchos pensaban que su colección de cromos encajaría mal, que tenía más nombres que fuste. Pero a los que lo veían así se les olvidó compartir ese pensamiento con Miller-McIntyre (14 puntos, 9 rebotes, 7 asistencias) que hace todo bien y a toda velocidad; con veteranos como Kalinic y Motiejunas, turbinas físicas como Moneke, Izundu y Ojeleye, productores como Dobric y Davidovic…
Y eso que Jared Butler, que en cualquier momento puede empezar a meter puntos a lo grande, todavía está en fase de aterrizaje. Y que la enfermería está hasta los topes: Devonte’ Graham (a punto de volver), Jordan Nwora, Tyson Carter (que ha estado casi un mes ingresado por una embolia pulmonar), Joel Bolomboy, Jasiel Rivero… o un Isaiah Canaan que se perderá toda la temporada por una rotura de ligamento. El Estrella Roja avanza imparable, no baja el pistón, es un gusto de equipo por energía y conceptos y tiene refuerzos en camino. Así que, como mínimo, que nadie lo subestime.
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