El Real Madrid es un mal viajero
Siguen los problema a domicilio, que se alargan hasta la temporada pasada, para un Madrid que ahora es décimo en la Euroliga. Sergio Scariolo sigue pidiendo tiempo y confianza.


Vuelta a las andadas. Después de dos sufridas pero muy meritorias victorias fuera de casa, en las pistas de Hapoel y Efes (por un +7 total), el Real Madrid se ha estrellado en las dos siguientes salidas, en Milán y Mónaco, y no levanta cabeza a domicilio. No en Europa, donde el margen de error siempre es mínimo: es un 3-7 fuera del Movistar Arena, una cifra de victorias que solo empeoran ocho equipos en la competición. Y un obvio contraste con el 7-1 de Madrid. En total, un mediocre 10-8 que dista mucho de lo esperado cuando se dio un giro radical al equipo con la llegada de Sergio Rodríguez a los despachos, Sergio Scariolo al banquillo y varios jugadores importantes (Theo Maledon, Chuma Okeke, Trey Lyles…) para reforzar a un equipo que ganó la Liga con una segunda parte de temporada extraordinaria en ACB pero en el que Chus Mateo ya estaba sentenciado después de no poder ganar ni Supercopa ni Copa y de quedarse fuera de la Final Four.
Ese Real Madrid 2024-25, que arrancó con muchos problemas de lesiones y con el lastre de una mala política de fichajes que estropeó el relevo que tenía que seguir a la salida de muchas piezas muy importantes en la pista y en el vestuario (Rudy Fernández, Sergio Rodríguez, Fabien Causeur, Vincent Poirier y Guerschon Yabusele), estaba 9-9 después de 18 partidos muy decepcionantes, prácticamente el mismo ritmo del equipo actual. Acabó la temporada 20-14, después de un buen sprint final, un 58,8% de victorias que mejora el ritmo actual (55,6%). Es obvio que queda muchísimo, la Euroliga es una carrera de fondo, y que todos los objetivos están a tiro: el Madrid está a tres partidos del líder, a dos de la cuarta plaza que da derecho a tener ventaja de campo en cuartos de final (fundamental en la Euroliga) y a solo uno del sexto puesto que evita jugar la repesca. Pero también está cerca del precipicio: décimo, en el último puesto de play in y con solo un partido de margen sobre Milán y un Dubai que es el próximo visitante en Madrid.
Un martirio fuera de Madrid
El Madrid ha perdido 10 diez partidos oficiales entre Supercopa, Liga y Euroliga. De esos, solo uno (contra el Panathinaikos) se jugó en su pista, donde es absolutamente fiable: 5-0 en Liga, 7-1 en Euroliga. El problema es cuando tiene que hacer las maletas. Así perdió (pista neutral) la final de la Supercopa contra el Valencia, su único partido en Liga (en Vitoria) y siete ya de diez en competición europea. Además, llueve sobre mojado. Si se suman la pasada fase regular y lo disputado de la actual en la Euroliga, el balance total del equipo e 20-5 en casa y 10-17 fuera. Un dato, el segundo, muy malo que no se corresponde al que debería firmar un aspirante al título. Y el Real Madrid quiere serlo todas las temporadas.
Los problemas del equipo blanco empiezan a ser recurrentes. El tiro exterior es inestable, sin especialistas; también falta, en ataque, al menos otro manejador, un combo guard (base-escolta) con puntos y creación que sigue siendo (veremos) el fichaje pendiente. Jugadores que deberían ser troncales, fundamentales, como Mario Hezonja, enlazan buenos partidos con actuaciones demasiado pobres; y hay roles que siguen sin cubrirse del todo (entre Usman Garuba y Alex Len, que llegó por Bruno Fernando, no dan solidez con la regularidad necesaria al relevo de Edy Tavares en el cinco) y una política que está siendo controvertida en las rotaciones y la gestión de los minutos. Scariolo, que apuesta también por un ritmo más bajo y un juego más controlado del que caracterizó al Madrid de Mateo y sobre todo Pablo Laso, tiene claro que lo más importante es dosificar a sus jugadores y que todos lleguen con gasolina y piernas a los hitos de la temporada.
Pero eso choca con una dieta de derrotas por ahora excesiva y provoca algunos patrones de rotación en los partidos que acaban siendo poco naturales, tozudos. Como con tantas cosas, el balance final se hará desde el resultadismo, cuando se compruebe si funciona o no en la lucha por los títulos. Por ahora, es arriesgado como mínimo ceder terreno en la pelea por el factor cancha de cuartos. Y más en un equipo muy nuevo, y que estrena entrenador, que necesita interiorizar muchos automatismos. Algo que fue muy obvio en el primer tramo de la temporada.
La defensa, peor de lo previsto
Uno de los aspectos menos convincentes por ahora, y quedó claro en los momentos cruciales del partido en Mónaco (en el que faltaba Trey Lyles y Theo Maledon jugó bajo mínimos por un virus estomacal), es la defensa. Con la Selección, una seña de identidad innegociable de Sergio Scariolo y su mano derecha en ese apartado, con él también ahora en Madrid, Luis Guil. Esto es especialmente obvio fuera de casa: 98 puntos del Valencia en la final de la Supercopa y 105 del Baskonia en Liga es el balance en los dos partidos perdidos en competición doméstica. En Euroliga, el Madrid anota 85,8 de media y recibe 84,5. Pero a domicilio sus números bajan a 74,8 a favor y 86,5 recibidos por partido. En cinco de los esos diez partidos fuera, ha recibido 90 puntos o más. Y en otro su rival llegó a 89. En casa, la situación es mejor: 89,6 a favor y 82 en contra.
En sus victorias, el Madrid anota 89,7 puntos de media y recibe 81. En sus derrotas, el balance es de 81 a favor y 88,8 en contra. La diferencia es obvia. En cinco de sus diez triunfos en Euroliga, los rivales se han quedado en 77 puntos o menos. En cuatro de sus derrotas, han pasado de 90. Y en siete de las ocho, de 85, una cifra que sirve como obvia línea roja: si los rivales la superan, problemas serios. El único que ha ganado al Madrid anotando menos ha sido la Virtus en la primera jornada, en Bolonia (74-68). Un partido en el que el Madrid firmó un terrible 3/23 en triples.
Las cifras totales del Real Madrid son mediocres, por ahora: duodécimo en puntos anotados, octavo en recibidos con una diferencia de apenas un +24 (+1,3 por partido). De los diez primeros (la zona de playoffs y play in), solo Panathinaikos (85,5) y Valencia Basket (85,2) reciben más puntos que los de Scariolo. Los dos, eso sí, también anotan más (88,7 y 89,5). El Olympiacos calca, con un partido menos, los 84,5 puntos que recibe el Madrid, pero también con más anotación (88,4).
Las métricas avanzadas tampoco son especialmente positivas: undécimo rating ofensivo (la producción calculada por cada 100 posesiones) y octavo en rating defensivo. En el balance entre ambos (net rating), también undécimo. Por debajo de la media. Duodécimo en triples anotados y en porcentaje en esos lanzamientos, decimoquinto en asistencias y, una de sus virtudes por ahora, tercero en rebotes. Su ratio de asistencias por pérdida está en 4 y el ritmo de juego (pace: número de posesiones) es el séptimo.
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No son números para presumir, pero queda mucho y Sergio Scariolo insiste en que tiene un plan. Será cuestión de ver si este se materializa finalmente antes de emitir un juicio definitivo con todo lo importante (Copa, Liga, Euroliga) todavía por resolver. El Real Madrid juega peor de lo previsto, por ahora, y pierde más de lo que se podía esperar, pero Scariolo pide tiempo. Y calma: “Somos un equipo muy nuevo. La mitad de la plantilla es nueva y el cuerpo técnico también lo es. La competición es extremadamente exigente. Estamos mejorando claramente, cada vez más. Creo que todavía necesitamos crecer en las próximas semanas y meses, pero la tendencia es claramente positiva. A veces nos gustaría acelerar un poco ese proceso, pero las cosas suceden cuando tienen que suceder”. A ver si suceden, finalmente.
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