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REAL MADRID

El Madrid de antes, el Madrid de ahora: razones de una caída

La pérdida de veteranos, la falta de cohesión y las dificultades de adaptación de los nuevos fichajes son solo algunos de los motivos del difícil momento que vive el Real Madrid.

El Madrid de antes, el Madrid de ahora: razones de una caída
Pascu MendezDiarioAS

Ya se puede hablar de crisis. Aunque se esté empezando, aunque sea pequeña y aunque no tenga por qué ser definitiva. El Real Madrid suma cinco derrotas en ocho partidos oficiales y sus problemas se van acumulando mientras que las soluciones no llegan. La caída ante el Baskonia en la Euroliga dejó en evidencia las carencias que tienen los blancos en un inicio de temporada tumultuoso, lleno de dificultades y con muchas cosas que pensar. Uno de los favoritos para conquistar la máxima competición continental se encuentra al límite, sin fuerzas a pesar del bravo esfuerzo en Vitoria, en el que se intentó todo, mejoró la defensa y se llegó con opciones al final. Pero ni por esas se logró la victoria, con Pablo Laso ganando en su equipo de antes y de ahora al rival que antes era su casa, en la que tantos títulos conquistó y fraguó una inabarcable leyenda.

Hay muchos motivos para le caída en picado de un Madrid que busca, ante todo, volver a reconocerse a sí mismo. Las salidas veraniegas, en forma de retiradas o no, han dejado un gran vacío. Y el adiós de Guerschon Yabusele rumbo a los Sixers para vivir su segunda aventura en la NBA tras cuajar unos excelentes Juegos Olímpicos (plata con Francia) fue un jarro de agua fría que todavía no se ha llenado. En esas están los blancos, esperando un fichaje que no llega para completar la plantilla, una coja de lo que tenía antes y sin conseguir réditos ahora. Chus Mateo reclama una llegada en ruedas de prensa y las bajas se acumulan: Usman Garuba y Andrés Feliz no estuvieron ante el Baskonia. Tampoco Facundo Campazzo, que recibió la cautelar para estar ante el Partizán pero no tuvo una nueva oportunidad y fue sancionado para visitar el Buesa.

El Madrid afronta su pero inicio en más de una década. Ocupa el décimo puesto de la Liga Endesa con un récord de 1-2 y muy lejos de los invictos Unicaja y Barcelona, que disfrutan de su impoluto 3-0 en el campeonato doméstico. En la Euroliga es el mismo balance y una duodécima posición sin que nadie esté bien excepto el Estrella Roja, que no ha perdido ninguno de los tres partidos disputados y comanda las hostilidades. Ya en la lejanía, todavía resuena la derrota en la Supercopa: ganaron en semifinales a los azulgranas en una victoria de mérito pero sin brillo antes de perder ante la sensación del baloncesto español en la actualidad, un Unicaja que ha venido para plantar cara y quiere acabar con el monopolio de los de siempre. Inesperado pero cierto. El Madrid suma un disgusto tras otro y no mejora. Algo que nadie se esperaba, pero que está ocurriendo.

Las bajas veraniegas

La salida de Yabusele fue un golpe muy duro que se suplirá antes o después, pero no el único. Vincent Poirier, que se reivindica en el Efes, dejó un vacío que no se ha conseguido llenar, de momento, con las adquisiciones de Serge Ibaka y Usman Garuba: el primero ha ido de más a menos y se resiente con 35 años recién cumplidos, mientras que el segundo llega con mucha inactividad y poca competitividad tras tres años de NBA y no termina de arrancar, además de tener problemas físicos que no se resuelven. Un problema para Edy Tavares, que tiene que hacer un sobreesfuerzo tras otro: el pívot caboverdiano sumó 14 puntos, 15 rebotes (9 ofensivos), 2 asistencias y 3 tapones ante el Baskonia, un duelo en el que estuvo en pista 32 extenuantes minutos. Tampoco sirvió.

Pero peor han sido las salidas de tres mitos blancos: Rudy Fernández y Sergio Rodríguez pusieron rumbo a la retirada, mientras que Fabien Causeur hizo lo mismo pero al Armani Milán, donde vivirá, con 37 años, su última gran aventura. Más allá del nivel, eran tres personalidades muy importantes en el vestuario, esenciales para mantener el equilibrio emocional que requiere un equipo de semejante nivel, con una plantilla en la que los egos siempre pueden dar problemas y en la que se necesita un justo reparto de responsabilidades si se quiere que todo el mundo acabe contento. Sergio Llull se ve muy solo en esa labor y Campazzo es pura dinamita, un carácter indómito de mucha competitividad que se transforma en algo positivo casi siempre, pero en negativo en situaciones que, pueden ser aisladas, pero hacen ahora más daño al equipo. Como pasa siempre cuando las dinámicas no son las deseadas.

Esto se ha notado mucho en lo referente a Mario Hezonja, al que no viene bien tener como vocero, una función autoimpuesta. El croata ya protagonizó un auténtico sainete en verano con su salida frustrada al Barça y el tonteo permanente con el Partizán, al que sigue halagando a pesar de su renovación, que se postergó hasta la saciedad. Ya en dinámica de equipo, su papel está siendo inconstante (13 puntos, pero 3 de 10 en triples ante el Baskonia) y sus salidas de tono algo demasiado habitual. Al descanso del partido ante el Bilbao Basket criticó abiertamente a Chus Mateo, que no ha entrado en polémicas. Y la situación se intenta resolver de puertas para adentro, pero ya sin gente de la talla de Rudy, el Chacho o Causeur, que tenían mucha autoridad para según qué cosas... y ya no están.

En lo deportivo, esas bajas también son muy importantes. Causeur era un pulmón en la segunda unidad que anotaba con facilidad y aportaba sapiencia, dentro de su veteranía y experiencia. Rudy daba lo mismo, con defensa y triples. Y Sergio Rodríguez era un genio de la distribución que daba una velocidad más al equipo en transición, jugaba muy bien el bloqueo y la continuación y tenía una conexión brutal con Poirier que permitía a los blancos jugar muy por encima del aro en muchas fases de los encuentros. No está el base ni está el francés, por lo que ya nadie consigue que eso funcione de la forma correcta y se buscan otras posibilidades. El Madrid sigue corriendo bien, pero tiene demasiados problemas en estático para el talento individual que atesora su plantilla. Y los que se han ido ya no pueden volver.

Insistir para persistir

La supervivencia para por la insistencia, por seguir, aunque sea a remolque, en el contexto de un calendario extenuante. El Madrid recibe al Panathinaikos, su bestia negra, en el WiZink. Sí, el de Ergin Ataman, un hombre que con el Efes les apeó en 2021 y en 2022, una vez en cuartos y otra en la final. También la temporada pasada, esta vez con el equipo verde, al que ha llevado a lo más alto en su infinita sapiencia. El modus operandi del entrenador, un personaje donde los haya y también uno de los mejores técnicos de la historia, puede hacer mella en un grupo moralmente tocado como el Madrid. Pero no hay mejor lugar para resurgir que ese. Dicho lo cual, partido en la cumbre pero algo desdibujado, con un equipo en crisis y el otro que no termina de entrar. En el caso de los griegos no es preocupante: Ataman da tiempo a sus plantillas para arrancar y la prisa nunca ha sido su compañera. ¿Para qué cambiar? Al fin y al cabo, le ha ido bien. Muy.

El Madrid redondeará la semana ante el Girona, también en el WiZink, en la que es la única buena noticia para ellos esta semana de tres partidos. Todos son en España y los dos últimos sin moverse de Madrid, una bendición que no siempre se repetirá, pero que se alargará la semana que viene, cuando reciban al Estrella Roja (líder en solitario) y al Manresa. En total, cuatro partidos consecutivos en casa, donde han conseguido dos de las tres victorias de la temporada (la otra, en la Supercopa, fue en terreno neutral). Y una buena manera para mejorar y coger definitivamente sensaciones. Eso sí, ante rivales de entidad, especialmente en la máxima competición continental, donde el momento y la forma física influyen mucho, al igual que las rachas.

Ahora, veremos si el Madrid ha tocado fondo o si el momento se alargará. Y cuánto. Los problemas en defensa son notables (los 76 puntos recibidos por el Baskonia han sido la cifra más baja, con cuatro partidos de 80 o más puntos y tres de 90 o más puntos en los siete iniciales) al igual que en la distribución, donde más allá de Campazzo solo queda un Llull camino de los 37 años. Xavier Rathan-Mayes debe mejorar en el triple y acortar su tiempo de bote mientras Chus Mateo le busca un sitio en el que no ralentice tanto el ataque. Hezonja hablar menos y jugar más. Dzanan Musa trasladar la estadística al bien hacer de los demás. Y las lesiones desaparecer, sea cuando sea, para que la rotación sea mayor (seis jugadores con 22 o más minutos ante el Baskonia, cuatro con 25 o más; y dos con 32). Y, sobre todo, el Madrid tiene que estar al nivel de su presupuesto y su plantilla y recuperar cuanto antes la senda de la victoria para no verse comprometido de cara al futuro. La crisis existe. Ya no se puede negar.

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