El seleccionador, en el horno y un nuevo ciclo sin intocables
Elisa Aguilar, presidenta de la FEB, ante la decisión estructural más importante de sus dos años de mandato. Chus Mateo y Laso siguen siendo los favoritos.


Elisa Aguilar, presidenta de la FEB, recibió este domingo en Riga el testigo que abre la carrera al Eurobasket de 2029 cuya fase final (y un grupo de la primera fase) se jugará en Madrid. A su regreso a España, le toca anunciar el nombre del futuro seleccionador, una de las decisiones con más peso de su joven carrera como dirigente, que el 2 de octubre cumplirá dos años. La decisión se ha llevado con enorme secretismo y sólo puede intuirse, aunque tampoco de manera categórica, que el elegido saldrá de entre Pablo Laso y Chus Mateo. Xavi Pascual también ha estado en la rueda de nombres, pero el catalán, quien por cierto ha estado en el Eurobasket empapándose del baloncesto, no lo terminaba de ver claro. Laso tiene el peso del carisma. La cara del entrenador que le cambió la cara a una sección de baloncesto, la del Madrid, que languidecía. Su extraño final en el Real y dos experiencias grises en Bayern y Baskonia, sin embargo, han dejado un hilo de duda. El lasismo, no obstante, está muy vivo y permitiría que el viento le soplase a favor desde el inicio. Chus Mateo tiene otro perfil. Más discreto, si se quiere. Pero la flecha de su trayectoria pica hacia arriba. “El primero de los segundos”, como lo definió en su día Scariolo, ya es hace tiempo muchísimo más que eso. Parece que haya tenido que pedir permiso, pero ha ganado seis títulos con el Madrid, entre ellos la dificlísima Euroliga, y se ha ido dejando huella de caballero y de entrenador de éxito. Es un pulso interesante. Un monstruo mediático y un técnico que ha encontrado la cima peldaño a peldaño y que, por cierto, ya pasó por la FEB.
Es un momento determinante para el baloncesto español. Ha repetido Sergio Scariolo durante su rueda de entrevistas este verano que el futuro es “brillantísimo”. Es posible, pero hay que hacer algunas consideraciones al respecto. La Selección no ha alcanzado los cruces de manera consecutiva en los últimos tres grandes torneos. Por poner un ejemplo, Santi Aldama, uno sobre los que debe edificarse el futuro, no ha jugado un solo partido de cruces. Número uno del ranking FIBA en noviembre de 2023, la Selección corre el riesgo de bajar del Top-10 en la próxima actualización. Es el momento, pues, de poner las largas. 2026 será un año de barbecho (sin gran torneo), con el único objetivo de asegurar la clasificación para el Mundial de Qatar y poner las bases de la Selección de 2027. El mal Eurobasket de la Selección tiene una cara buena para el próximo seleccionador, que tendrá las manos limpias para acometer la revolución que considere necesaria. No habrá intocables (los Hernangómez acabaron tocados el torneo y tendrán que ganarse su continuidad con su rendimiento en los próximos dos años).
Pero, sobre todo, el nuevo seleccionador está obligado casi a tener un enviado especial en Estados Unidos. Allí, donde jugarán Aldama, Hugo González, Eli Ndiaye, Saint-Supéry, Aday Mara, Baba Miller, Folgueiras, Jordi Rodríguez, Ian Platteuw, Gildas Giménez o Guille del Pino entre muchos otros, se juega el futuro del baloncesto español. Lo sabe la FEB, obligada a tener la estructura correcta para mantenerlos en el sistema. Es innegociable mantener el compromiso, ese por el que los grandes mitos del baloncesto nacional venían y se juntaban cada verano. Y también porque ganaban, claro. La decisión está al caer.
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