El Girona encuentra al buen samaritano de la ACB
El Bilbao Basket vuelve a repetir su versión poco contundente de Murcia y Las Palmas, aunque parecía haberse reformado en Granada.
Marc Gasol levantó la voz antes de jugar ante el Bilbao Basket. La leyenda, el hermano de Pau, impone con su discurso. Sentado a pie de pista, los jugadores notan una presencia autoritaria. No en vano, es el rostro del proyecto del Girona, un líder ahora fuera de la cancha. Pidió identidad y carácter tras cuatro derrotas seguidas y el colista reaccionó para sumar la segunda muesca del año. La fórmula la conocía, pues el rival ya ha padecido estos atropellos en duelos que parecía tener domesticados. Le ocurrió en Murcia y Las Palmas, y pudo frenar el ‘no hay dos sin tres’ en Granada. Volvió a las mismas en Fontajau, a hacerse el harakiri. Llegó a dominar por 11, no fue capaz de romper el choque cuando por juego parecía imposible que se le escapara y al final el agobiado fue él en vez del último clasificado. La toma de decisiones de nuevo dejó mucho que desear y la batería exterior Pantzar, Rahkman y Kullamae naufragó. El farolillo rojo se apoyó en Durham (22 puntos y 22 de valoración), Sibande (21 y 23) y Nnaji (15 y 22) para encontrar al buen samaritano de la Liga: el peor equipo en puntuación (69,8) y valoración (58,7) llegó a 100 puntos y 112 créditos.
El partidazo de Hlinason, su récord anotador con 24 puntos sin error y de valoración con 33, no tuvo premio. Los catalanes son el peor equipo de la ACB en triples, pues desde ahí, con el doble de lo que suelen facturar, decantaron el choque. Con un tiro lejano de Susinskas a 13 segundos para acabar forzaron la prórroga y abrieron esta con ocho puntos seguidos: otra canasta desde el arco de Iroegbu, una cesta de dos y un tiro libre de Sibande y dos puntos desde la línea fatídica de Susinskas. Los de Ponsarnau se quedaron sin ideas ni piernas y no tenían excusa, porque esta semana han jugado en casa un partido muy cómodo europeo, con descanso de piezas importantes, y esa cita les llenó la mochila de moral. En los momentos decisivos tanto a los de la pista como desde la pizarra algo pasa pero el grupo colapsa. Cuarta derrota en siete jornadas. Sigue la hegemonía local cuando ambos se ven las caras.
Katsikaris llegó al triunfo 200 en la ACB y privó a su exequipo del 300 en la élite. Fue una matinal para divertir a los niños, los que ocuparon por una vez el palco y los bebés que disputaron una carrera a gatas en el descanso para entretener al personal adulto. Los ‘hombres de negro’ no exhibieron el juego colectivo de otras tardes y les faltó la contundencia de costumbre. La Europe Cup es un espejismo, arrasan a todos en el flojísimo cuarto torneo continental y luego la ACB les devuelve a una dura realidad. Pantzar y De Ridder, dos de sus referencias, no tuvieron un buen día. Trató de tomar las riendas desde el principio Dragic, impulsado por un comienzo fulgurante, con un triple, una bandeja y una asistencia a media altura a Hlinason. Absorbía todo el juego ofensivo y después falló un tiro de dos y otro desde el arco. Un robo de Rabaseda acabó en mate y plasmó el 13-21, primera ventaja sustancial de los bilbaínos.
El choque era errático, con malos porcentajes en tiros de campo. Las pérdidas lastraban a los de Katsikaris, con la rotación muy menguada por las lesiones. La segunda unidad del Surne mantuvo la ventaja. Nnaji cambió el ritmo. Su duelo con Hlinason era precioso, con mate a una mano incluido. El exazulgrana equilibraba el juego interior-exterior de los locales. El islandés estaba fallando en la defensa hacia atrás y le cogían desprevenido los ‘alley-oops’. Rahkman puso a media distancia el 22-31 a 7:39 para el descanso. A los vascos no les desactivaban el bloqueo directo y a partir de ahí, encontraban a los grades o pisaban con facilidad la pintura.
Los porcentajes en triples eran pésimos al descanso por ambos bandos. El Girona varió su agresividad en la segunda parte, con más verticalidad hacia el aro y una defensa que fue variando el panorama. El Bilbao Basket de nuevo era incapaz de finiquitar el choque. Frey tomó las riendas, y eso que los árbitros le juzgaban con poco respeto: si le daban un codazo en la mandíbula no se castigaba igual que cuando el base protagonizaba la misma jugada en el otro aro. Era el más decidido, cogiendo el perfil habitual de Pantzar. Luego el receptor de los golpes fue Gielo. Rahkman anduvo muy listo en un saque de fondo de Nnaji, que se la quiso dar al hombre vigilado, Iroegbu, en vez de un Ferrando que estaba completamente solo. El norteamericano hizo un gran rectificado: 40-51. En ese cuarto, García González pitó una técnica a los locales por retener un balón, tras la preceptiva advertencia previa, y lo anuló a instancias de uno de los ayudantes. El Bilbao se iba diluyendo y Girona sumaba a través de la línea de tiro libre. Penetraban y doblaban y a la defensa visitante le costaba llegar a la inversión. Solo faltaba el clic, ponerse por encima, algo que les costó largo tiempo, pero llegó en el instante oportuno, a un suspiro del último bocinazo.
El final fue un carrusel de tiros libres. Girona buscaba cosas con determinación y encontraba faltas. Frey desfiló por cinco faltas. Pero Hlinason imponía su poderío bajo los aros. Un gancho característico por línea de fondo trataba de acabar con las dudas. Estaba muy solo el islandés. Gielo cometió una falta en ataque y la imagen del Surne al final es muy inquietante. El Girona solo estuvo por delante de forma fugaz en el primer cuarto con el 7-4 y en los 13 segundos finales, cuando encestó Susinskas el triple que puso partas arriba la contienda: 88-86. Ahí tuvo Rahkman el triple para ganar, pero falló y el rebote ofensivo de Hlinason forzó el añadido. Aquí hubo poco que debatir. Marc Gasol ya tiene la reacción que demandaba. Sin ideas, ni energía, ni liderazgo, el rival cedió lastimosamente ante un colista con ausencias de peso (Juani Marcos, Pons, Fjellerup, Ventura y Sergi Martínez) y que tampoco demostró ser un equipo muy allá. Casi dos horas y media de agonía. Y de alivio por parte de Fontajau, que abandona el fondo de la tabla para alojar ahí al Granada.
Katsikaris, feliz por la victoria: “Puede ser un nuevo inicio para nosotros”
Katsikaris ha afirmado que la balsámica victoria “puede ser un nuevo inicio” para el Girona después de un preocupante arranque de curso, ya que sus jugadores han competido con mucho carácter en un partido difícil. El entrenador griego ha remarcado que el equipo no ha dejado de “creer” y ha mantenido la “fe” en todo el partido a pesar de que ha habido “momentos muy críticos” porque el Bilbao, un rival “supersólido que defiende muy bien”, ha llegado a dominar por once puntos (40-51) y por las lesiones de Pons, con un “golpe muy fuerte”, y Fjellerup.
El Girona ha sabido “levantar cabeza” en los momentos adversos y “olvidar los errores y pensar en la siguiente acción”, hasta el punto de que Katsikaris vio “por primera vez” en lo que va de curso lo que denomina ‘next play mentality’ (mentalidad siguiente jugada, en castellano). “El equipo no se ha ido abajo ni ha perdido la fe”, ha recalcado después de señalar que sus jugadores han ido “como locos” a por el rebote. La victoria de este domingo, la segunda en seis jornadas, corta una racha de cuatro derrotas seguidas y el técnico del Girona ha admitido que espera que abra la puerta a que el equipo pueda “jugar mejor baloncesto y ser mucho más competitivo que hasta ahora”.
Ponsarnau alude a la mala suerte
Ponsarnau ha asegurado que su equipo no tuvo “suerte” y que llegó sin “energía” al tramo decisivo del partido, ante un Bàsquet Girona que acabó el partido con “muy buenas canastas de talento e inspiración”. El Bilbao no encontró “a nadie con esa inspiración en ese momento” y “pagó” que varios jugadores “no entraron en el partido” y estuvieron “muy mal”, por lo que Ponsarnau tuvo que “ir forzando a los que estaban bien” y estos ya llegaron cansados a la prórroga.
El entrenador catalán también ha lamentado que el Bilbao perdió un encuentro que dominó muchos más momentos y ha admitido que su equipo debe “hacerse mirar” el problema que tiene con las faltas personales en los partidos a domicilio porque el Girona tuvo su “producción más importante” en los tiros libres.
Aun así, Ponsarnau se ha mostrado “satisfecho” con la “propuesta” del Bilbao como visitante porque “también es competitiva” y ha añadido que el equipo está “en el buen camino”
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