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REAL MADRID

Tarlac naufragó en el Madrid

El balcánico fue un fichaje muy sonado que, sin embargo, no llegó a cuajar en un Real Madrid muy convulso, en uno de los peores momentos de su historia.

15/02/03  BALONCESTO PARTIDO DE LIGA ENTRE LOS EQUIPOS REAL MADRID TAU VITORIA    DRAGAN TARLAC
FELIPE SEVILLANODIARIO AS

La temporada 2002-03 es un trance negro en la historia de un Real Madrid que, cuesta creerlo y más a la vista de su extraordinario rendimiento en la última década, ni siquiera jugó el playoff por el título en la Liga ACB. Acabó ¡décimo! Con un 50% de triunfos (17-17). Un resultado horrible en el que maridaron la mala gestión deportiva, el pobre rendimiento en pista, las relaciones complicadas en el vestuario… todo mal. Todo: para colmo en la casa blanca, siempre vasos comunicantes en el puente aéreo, el Barcelona vivió una de las temporadas más gloriosas de su historia. El equipo entrenador por Svetislav Pesic ganó la Liga, la Copa (arrolló al Real Madrid en cuartos de final) y, por primera vez en su historia, la Euroliga.

El Real Madrid se quedó sin títulos y sin forma de enderezar un proyecto que, básicamente, dio tumbos hasta la llegada de Pablo Laso porque ni siquiera funcionaron intentos de absoluto primer nivel como la llegada de Ettore Messina. Pero el punto más crítico fue esa temporada 2002-03 que fue, además, la única en el equipo de Javier Imbroda, cuya reputación no pudo enderezar una nave que venía zozobrando por la polémica salida de Sergio Scariolo.

Según la versión que se filtró entonces a la prensa, Scariolo le comunicó a Alberto Herreros en el gimnasio, sin más ceremonia, que no contaba con él para la siguiente temporada. Florentino Pérez y la directiva del baloncesto consideraron, se dijo, que así no se trataba a un jugador tan importante como el alero madrileño. Así que Herreros siguió… y el que se marchó fue un Scariolo que después explicó una versión muy distinta de aquel jaleo:Fue un pretexto para provocar el cambio que quería personas ajenas al club. Se ha impulsado una revolución desde fuera. Es falso que se comunicara la baja a Alberto en el gimnasio, falso que las formas fueran inapropiadas y falso que fuera una decisión personal mía”.

La idea de Scariolo era fichar (había un acuerdo cerrado) a Carlos Delfino y convertir al argentino en el alero estrella del equipo a costa de un Herreros que, como todo dio otro giro de 180 grados, finalmente se quedó. Delfino reconoció que su contrato quedó en nada y el Real Madrid afrontó la nueva temporada en plena confusión, con nuevo entrenador, marejada interna y solo cuatro jugadores del curso anterior: Herreros, Lucio Angulo, Eduardo Hernández-Sonseca… y Dragan Tarlac. Los fichajes no eran, precisamente, una invitación a la ilusión: Lucas Victoriano, un joven Álex Mumbrú (se fue en 2004 y volvió en 2006), un veterano Alfonso Reyes… y tres ex del Barcelona, un pésimo síntoma porque, sobre todo los dos últimos, eran jugadores que no tenían ya encaje en el que debería ser (aunque estaba lejísimos, por entonces) el gran rival: Michael Hawkins (acabó cortado y sustituido sobre la marcha por Damir Mulaomerovic, Derrick Alston y Alain Digbeu.

En un entorno crispado y con una afición cansada de malos resultados y situaciones extrañas, bandazos sin proyecto, pocos tuvieron más presión y fueron más criticados que Dragan Tarlac, un pívot fichado a bombo y platillo un año antes, en 2001, cuando dejó la NBA. Y que se marchó en 2003, después de dos temporadas y sin cumplir la tercera que tenía de contrato (por más de 300 millones de pesetas, tratamiento de súper estrella). Solo jugó un año más, en Moscú con el CSKA, y se retiró. Su primer paso fuera de las pistas fue trabajar para la International Orthodox Christian Charities, una organización caritativa y con radio de acción global de la Iglesia Ortodoxa.

BALONCESTO
08/03/03
REAL MADRID - ESTUDIANTES
DRAGAN TARLAC
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BALONCESTO 08/03/03 REAL MADRID - ESTUDIANTES DRAGAN TARLACCHEMA DIAZ DIARIO AS

Tarlac (2,11, 28 años cuando llegó a Madrid) fue uno de los pívots más dominantes en Europa antes de irse a la NBA (2000-01, Chicago Bulls), pero el problema para el Real Madrid fue que fichó al Tarlac que regresó de la NBA. No al que se fue. Una sola temporada de problemas, un año difícil como les tocó y les sigue tocando a muchos europeos que lo intentan en Estados Unidos, desconectó a un jugador que no recuperó su nivel anterior. En los Bulls (había sido número 31 del draft en 1991 pero retrasó un lustro el salto) solo jugó 130 minutos en 43 partidos y promedió 2,4 puntos y 2,8 rebotes con un triste 39% en tiros (y más para un pívot) en una franquicia que estaba en pleno descalzaperros post Michael Jordan y que solo ganó 15 partidos (15-67) con Elton Brand, Ron Mercer y Ron Artest (después Metta World Peace) como jugadores más interesantes.

En el Madrid, en Liga, Tarlac jugó 57 partidos en dos temporadas (2001-03) y promedió 8,6 puntos y 5,2 rebotes. No ganó ningún título y no mostró nunca el nivel de sus años en el Olympiacos (1992-2000), donde fue un jugador imponente en defensa, un muro, con una influencia en ataque que iba más allá de sus números en anotación. Formó parte del excelente equipo (David Rivers, Panagiotis Fasoulas, Christian Welp, Dimitrios Papanikolaou…) que dejó sin Euroliga al Barcelona en 1997, en la final de Roma (73-58). Entró en el Mejor Quinteto de la Final Four que estrenó el palmarés del equipo de El Pireo en la máxima competición continental.

Ese Tarlac ganó un bronce y un oro continentales con Yugoslavia. Para poder jugar con su país natal tuvo que sortear un lío con Grecia, que le había hecho hueco durante el conflicto de los Balcanes y le había dado la nacionalidad (como Dragan Konstantinidis) para que jugara en Olympiacos. El Tarlac, en todo caso, que no se vio en el Real Madrid, donde su supuesta condición de estrella y su realidad de estrellado lo convirtieron en una de las metáforas de un momento desastroso en la historia del club blanco y, por lo tanto, uno de sus peores fichajes de siempre a la vista, sobre todo, de lo que se esperaba de él. “El gran refuerzo blanco”, tituló AS cuando se concretó el fichaje (“la perla que completa una plantilla que aspirará a todos los títulos en juego”) de un jugador al que definía como “el mejor pívot desde que pasara por el club de la Castellana el lituano Arvydas Sabonis”.

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