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Saski Baskonia

Runrún con Laso en el Baskonia

Con 11 derrotas en 18 partidos oficiales y 12º en Liga y Euroliga, el Baskonia deja malas sensaciones en el primer mes y medio de competición. El miedo a quedarse fuera de la Copa del Rey empieza a ser real.

El entrenador del Baskonia Pablo Laso (2i) da instrucciones a sus jugadores durante el partido de Liga ACB que Casademont Zaragoza y Bakonia juegan hoy domingo en el pabellón Príncipe Felipe.
JAVIER BELVEREFE

El balance del Baskonia, tras dos meses de competición, es bastante pobre. 4/6 en Euroliga (puesto 12 en la tabla) y 3/5 en Liga ACB (también duodécimos). En definitiva, 18 partidos jugados de los cuales se han perdido once. El problema en la competición doméstica es que peligra un año más la participación en la Copa del Rey. Da la sensación de que Pablo Laso tiene crédito por ser quien es y porque ha firmado para tres temporadas en el banquillo del Buesa. Si su apellido fuera otro quizás estaría ya fuera del club.

Con este balance de resultados, muchos entrenadores habían sido cesados a estas alturas de la película. Por ejemplo, Joan Peñarroya que comenzó con muy poco crédito la pasada temporada. La configuración del equipo tampoco ha sido la más adecuada y el añorado carácter, seña de identidad del club, no se ve por ningún lado. Sí ha habido buenas actuaciones como en las victorias ante el Real Madrid, el Barcelona o el Partizán. Pero luego se ha perdido en el Buesa con el Morabanc Andorra o el Joventut de Badalona. Y se sudó tinta china ante el Lleida (100-99 y gracias).

En Euroliga no se ha conseguido ninguna victoria a domicilio. Se está siendo bastante consistente como local pero su peligro se evapora en cuanto se coge el avión. Hay bastante nerviosismo en la planta noble con la marcha del equipo. Algunos jugadores apenas tienen minutos y su ascendencia en el conjunto es mínima: Savkov, N´Diaye o Raieste, por ejemplo, son anecdóticos. La plantilla, por lo tanto, es bastante corta y tampoco hay gente de la cantera que pueda aportar a un alto nivel. Algunos jugadores están cedidos en el Clavijo de Logroño pero tampoco es cuestión de tirar de ellos para intentar buscar la solución. No parece que sea la forma de remontar.

Los bases no generan juego. Forrest es bueno en las penetraciones pero su carta de tiro no es especialmente buena. Baldwin solo puede jugar en Euroliga aunque en el parón de selecciones que llega ahora podrá debutar con Georgia y dejar de ocupar plaza de extracomunitario en la Liga ACB. Jaramaz aporta lo que puede pero tampoco es un primer espada. Los exteriores han estado lastrados por las lesiones. Sedekerskis ha pasado por una dolencia en el tendón de Aquiles y Raieste sale de una pubalgia que no está muy claro que haya superado todavía. Luwawu-Cabarrot comenzó como un cohete aunque sus prestaciones han bajado de manera alarmante. Lo de Howard este año es un expediente X. No tira tanto como el año pasado y su falta de confianza genera malos porcentajes. Salvo el día del Lleida, que se marchó con 38 puntos, su activismo ha bajado mucho. Moneke pone intensidad y energía pero también anarquía y los interiores dan una de cal y otra de arena. Donta Hall está a mejor nivel que Khalifa Diop. Tampoco goza de mucho respeto por parte de los árbitros.

La gente se está impacientando por la marcha del equipo y ya se oyen los pitos en determinados partidos. Y eso que el responsable de la megafonía se empeña en amortiguarlos. Está bajando un poco la asistencia con respecto al año pasado y los choques cuentan con 8.000 o 9.000 personas en las gradas. El comentario generalizado es que a Pablo Laso se le da más crédito que a otros entrenadores y que el equipo no está bien. Lo más sangrante es poderse perder una nueva Copa del Rey, circunstancia que ya está siendo demasiado habitual en los últimos años. Quizás por eso el entrenador vitoriano estuvo de charla con los jugadores durante más de una hora después de perder con el Mónaco en Vitoria. Ese día se metieron 7 puntos en el primer cuarto, se estuvo 27 abajo en el segundo y se terminó sin gasolina.

Y el calendario es demoledor ya que ahora hay que jugar en Atenas ante el Olympiacos y encadenar varios puertos de primera en la Liga. Valencia y Unicaja no parecen los rivales más propicios para iniciar la remontada. Tampoco tiene pinta de que haya cambios a corto plazo en la plantilla. El año pasado sí se traspasó a Mannion al Varese y se fichó a Theodore para el puesto de base. Tampoco habría que descartarlo al cien por cien conociendo la forma de funcionar del club vitoriano. El mes de noviembre ha sido, históricamente, una etapa de cuchillos largos pero en el caso de Pablo Laso es obvio que hay un respeto superior al de alguno de sus antecesores. Tampoco es cuestión de mover el árbol ya que es complicado que se encuentre nada en el mercado de entrenadores que mejore lo presente.

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