Ricky y la Penya cierran la herida

La 26 de la Liga Endesa era la jornada de los derbis, y pocos con tanto y calado y tradición como el que jugaron en Badalona el Joventut y el Barça. Un partido que se llevaron con claridad los visitantes (75-93) gracias a un segundo cuarto muy dominante (15-25). Muy necesitados después de perder tres partidos esta semana (Breogán, Fenerbahçe, Panathinaikos), los de Grimau amarraron un triunfo que además les evita problemas en una clasificación de la ACB que avanza muy comprimida, por detrás de Real Madrid y Unicaja, hacia las últimas jornadas de la fase regular.

El partido tenía miga más allá de la rivalidad territorial. Regresaban a Badalona varios ex. Nicolás Laprovittola y, sobre todo, dos con un significado especial: Joel Parra, que jugó por primera vez de azulgrana en la que fue su casa (6 puntos), y Ricky Rubio, que pisaba el Olimpic con el Barça por primera vez desde el 25 de abril de 2011. Casi trece años después, y después de una larga carrera NBA, el base de El Masnou vio, igual que Parra y Lapro, como los aplausos ganaron por mayoría a los pitos en una tarde en la que el Joventut emitió en sus videomarcadores un homenaje para los tres. Un bonito detalle que el entrenador local, Carles Duran, valoró mucho: “Es un gesto de 10, han sido gente muy importante para la Penya”.

Ricky jugó uno de sus mejores partidos desde que volvió a vestir la camiseta del Barça: 9 puntos, 5 rebotes, 4 asistencias y 19 de valoración. Y, sobre todo, se mostró agradecido y feliz por el recibimiento, del que fue su club y de su antigua afición: “No me esperaba un vídeo así, se cierra una herida. La última vez no fue tan bonita. Con 18 años lo sufrí y ahora con 33 años y una carrera ya detrás, agradezco mucho este apoyo”.

Un tono muy distinto al de sus primeras visitas con el Barça, al que se fue en 2009 para jugar dos temporadas antes de dar el salto a la NBA. De hecho, cuando dejó la liga estadounidense explicó, en un artículo en profundidad sobre su carrera con el periodista Jon Krawczynski, hasta que punto le había marcado esa hostilidad que vivió en Badalona: “Aquellos recibimientos en Badalona es algo que fue quedando en el olvido porque quería dejar atrás ese sentimiento. Porque si me hubiera dejado llevar por él, me habría destruido. Tenía 18 años, fue algo muy duro para mí. Y ahí me di cuenta de que todo esto es un negocio”.

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