Laso, en ‘Ganar para contarlo’: “De haber sabido que me despedirían, habría dirigido la final”
El nuevo entrenador del Bayern narra el Lasismo en primera persona en un libro escrito con Faustino Sáez. Cuenta el camino en sus 11 años en el Madrid, historias jugosas y varios secretos.
Pablo Laso es una leyenda del Real Madrid, artífice de la tercera edad de oro del baloncesto blanco en la que, durante 11 temporadas (2011-22), logró 22 títulos, igualando a Lolo Sainz, solo por detrás de los 27 de Pedro Ferrándiz. Su etapa en el club blanco acabó abruptamente hace ahora un año. La madrugada del 5 de junio de 2022 sufrió un infarto de miocardio y 25 días después, el 30 de junio, el director general del baloncesto del Real Madrid, Juan Carlos Sánchez, le comunicaba que no iba a seguir como entrenador del equipo. Todo se hace oficial el 4 de julio. Casi un año después, Laso se prepara para volver a los banquillos, ya que acaba de hacerse oficial su fichaje por el emergente Bayern de Múnich para los dos próximos cursos. El club alemán tiene importantes planes de futuro para su baloncesto, incluido un nuevo y modernísimo pabellón. Laso intentará construir en Alemania algo parecido a lo que edificó en Madrid durante once temporadas: levantar un proyecto, que más allá de los resultados, siempre determinantes, se sostenga en el tiempo y sea reconocible por su estilo, que deje huella en los aficionados del Bayern, que conecte con ellos. Porque para el entrenador vitoriano, de 55 años, el qué es muy importante, pero tanto o más el cómo. La identidad. En 11 años en el Madrid dirigió 860 partidos, de los que ganó 659, más que ningún otro en la historia del club en fútbol y baloncesto, y disputó 33 finales de 44 posibles.
Esas claves, las de la era Laso, se descifran en el libro que acaba de ser presentado este jueves: Pablo Laso. Ganar para contarlo, con Faustino Sáez, periodista de El País, que articula magistralmente la voz del técnico. La obra, editada por Gigantes del Basket, con prólogo de Luka Doncic, narra en primera persona los inicios del vitoriano en el baloncesto, cómo pasó de la cancha al banquillo y luego al Real Madrid, el club de su vida. El libro se centra, especialmente, en las once temporadas como entrenador merengue, en esa trayectoria, y desvela algunos secretos de esta gran etapa.
Laso habla sobre los fichajes, los que se hicieron (Tavares, Deck, Prepelic, Laprovittola…) y los que no (Micic), la identidad que quiso construir, la determinación inicial en su idea pese a la manifestación en contra el día de su presentación, su visión siempre de futuro, y explica situaciones en momentos muy adversos, como cuando casi fue destituido en 2014, y otras después de los grandes triunfos. También detalla decisiones difíciles que tomó (apartar a Heurtel y Thompkins) y su relación en algunas cuestiones con el director general de la sección, Juan Carlos Sánchez. Le achaca dejar al equipo desarropado después de la final de Copa de 2019, la del Instant Replay, y no ir con todo a fichar a Vasilije Micic en el verano de 2018, el de la salida de Doncic, cuando el serbio aún estaba en el Zalgiris y todavía no se había comprometido con el Efes, donde ha marcado una época.
“Esa etapa que se ha titulado la era Laso ha sido un memorable recorrido de 11 años compartido con muchos jugadores y compañeros. Una manera de entender el baloncesto y la vida. Un compromiso de convivencia y competitividad en pos de una idea, unos valores y unos objetivos. Eso que han denominado el Lasismo es algo que va mucho más allá de ganar o perder. Por eso el Lasismo es Llull, el Chacho, Carroll, Rudy, Felipe, Nocioni, Doncic, Campazzo, Tavares…”, dice Laso en el libro. El entrenador cuenta que Pedro Ferrándiz en 1995, meses antes de ficharle para el Madrid como jugador, se le acercó en la Copa en la que fue MVP con el Baskonia y le dijo esto: “Niño, ¿vas a seguir toda tu vida en el equipo del pueblo? Y encima nos ganáis, ¡tiene cojones! A ver cuándo te das cuenta de que estás hecho para jugar en el Madrid”. Más de tres lustros después, el apoyo de los históricos del club, como confiesa, fue muy importante en sus primeros pasos en el banquillo merengue. Del que estuvo a punto de salir en el verano de 2014: “Una mañana, a comienzos de julio, recibí la llamada de unos amigos íntimos que regentan un bar en Murguía (Álava). Acababa de pasar por allí Fotis Katsikaris, entonces entrenador del Bilbao Basket y también seleccionador griego”. En la charla dentro del local el griego aseguró que estaba de camino a Madrid para fichar por el Real. “La hemeroteca está llena de noticias anticipando mi cese, dándolo por hecho. Hasta que el 7 de julio falleció Don Alfredo Di Stéfano. (…) Y en ese momento, el Real Madrid, en su grandeza, dejó claro que era mucho más importante la muerte de Don Alfredo que el futuro del entrenador del equipo de baloncesto. (…) Aquel funeral lo paró todo, también los faxes y los comunicados, y pese a que todo hacía indicar que no iba a continuar como entrenador, al final seguí”.
La salida de Mirotic y la normalidad de Doncic
Ese verano fue el de la salida de Mirotic, un mal desenlace de curso (derrota con el Maccabi en la Final Four y con el Barça en la Liga) tras un año histórico, plagado de récords y de exhibiciones baloncestísticas en el Palacio: “A los achaques que arrastrábamos en el tramo final se sumó el caso Mirotic. Niko quiso hacer ver a todos de una forma muy particular que se iba a la NBA. Años después, Luka Doncic lo llevó todo con mucha más normalidad”. Esa fue la despedida en 2014, con un punto de crítica, de un jugador que se formó en la cantera y que en 2019 regresó de la NBA para fichar por el Barça. “Siempre he valorado a Niko, por su comportamiento en el juego. Es un ganador nato, siempre quiere jugar bien. No rehúye nunca el entrenamiento ni la competición. Era el primer en decir ‘yo estoy bien’, aunque no pudiera ni andar (por una lesión). Esa apuesta por Niko suponía perder relevancia en otras posiciones y optamos por dar salida a Tomic (en 2012)”.
Muchos nombres propios en la obra, con recuerdo especial a los Sergios, a Felipe Reyes, Doncic, Nocioni, Carroll, Campazzo, Tavares… y también a Ayón, Causeur, Maciulis, Taylor… Y Carlos Suárez, del que no quiso prescindir, pero que salió en 2013 porque así lo decidió la dirección. Y mención destacada para Rudy Fernández: “He dirigido a muchos de los mejores jugadores de Europa en este tiempo, pero, si tengo que elegir al mejor, me quedo con Rudy Fernández. (…) De no haber sido por las lesiones habría hecho una excelente carrera en la NBA, a la altura de la de Ginóbili por ejemplo”.
El curso posterior al adiós de Mirotic sería el de la temporada perfecta, cinco títulos en 365 días exactos, todos los campeonatos disputados, incluidos los de la cantera. Se cumplía así lo que le había dicho Spanoulis a Laso después de la primera de las dos derrotas en la final de la Euroliga, la de 2013 en Londres ante el Olympiacos: “Recuerdo con emoción el abrazo con Spanoulis. (…) Le elogié por ser el jugador más determinante de Europa, y me respondió sin dudar: ‘Déjame disfrutarlo, porque estoy seguro de que pronto llegará vuestro momento”.
Dos títulos: la continuidad de Llull y la ovación en la derrota
En julio de 2015, después de celebrarlo todo, Sergio Llull recibió una oferta importantísima de Houston Rockets, pero el ahora capitán, le dijo no a la NBA: “Fue casi otro título para el madridismo, porque es el alma del equipo desde hace muchos años. (…) En aquellos días en los que los Rockets intensificaron su ofensiva no hablé con él. Siempre estuve convencido de que se iba a quedar con nosotros”.
La Selección ganó ese mismo verano el oro en el Eurobasket y el núcleo duro llegó fundido a la siguiente campaña. En el playoff de la Euroliga chocaron con un Fenerbahçe fantástico, un 0-3 inapelable: “Ese día había 11.300 espectadores en el Palacio y a falta de un minuto para caer eliminados decidieron, de manera unánime, levantarse y aplaudirnos. En esa eliminatoria no llegamos, pero no nos habíamos ido, y sabíamos que volveríamos. (…) No hay mayor título que el reconocimiento de los aficionados. (…) La ovación tras perder aquella eliminatoria europea es uno de los días más grandes de la historia del Real Madrid de baloncesto”.
Los fichajes y Micic
A la campaña siguiente, la del MVP de Llull en la Euroliga, el equipo volvió a la Final Four, pero a partir de ese 2017, antes incluso de ganar la Décima con Doncic y Causeur en Belgrado, Laso detectó un bajón de ambición en los despachos. Y en el capítulo 11 del libro esclarece aquello de ser jugador para el Madrid. “Los fichajes hablan de la salud presente y la ambición futura de un equipo, de la apuesta por el proyecto. Veníamos (en 2018) de ser campeones de Europa por segunda vez en cuatro temporadas, pero debíamos seguir rearmándonos tras la salida de Doncic a la NBA. (...) Para ello es fundamental saber ver el futuro, porque es muy difícil encontrar piezas decisivas. Ese verano llegaron Klemen Prepelic y Gabriel Deck. Sin embargo, se nos escapó el gran fichaje. El que hubiera redimensionado todo. El serbio Vasilije Micic. Los ejemplos de Prepelic y de Nicolás Laprovittola, que llegaría al año siguiente, son representativos para identificar propósitos y aspiraciones. Nadie duda de que ambos son grandes jugadores, pero la cuestión es que no se pensó si eran el tipo de jugador con recorrido en el club”.
En noviembre de 2017 había desembarcado Tavares: “Alberto Herreros y yo creíamos que iba a ser el futuro del Real Madrid”. Al año siguiente, en 2019, aterrizó por segunda vez Salah Mejri, del que el técnico afirma que no se le consultó su incorporación. Y no vino el deseado Micic, ni en 2018, cuando aún militaba en el Zalgiris, ni en 2019, cuando ya había explotado en el Efes y su contratación se puso muy complicada. “En Belgrado, antes de ser campeones de Europa, ya estábamos convencidos de que Micic, de 24 años entonces, era el mejor sustituto de Doncic (…) Hablé varias veces con él aquel verano de 2018 y también al año siguiente. (…) Lo intenté, pero en una de esas charlas me dio argumentos contundentes”. Unas razones que explica el propio técnico en el libro en boca de Micic. “Luego hablamos de Mike James, que hubiera sido una buena alternativa, pero tampoco apareció por Valdebebas… Si el director general de la sección me dice que va a hacer un gran fichaje y no lo hace, no me engaña a mí, se engaña a él”.
Un desencuentro claro por la planificación con Juan Carlos Sánchez, el responsable de la sección, al que no nombra en la siguiente historia, pero al que, evidentemente, se refiere. Retrocedemos a lo que ocurrió tras la Copa del Rey en Madrid, en febrero de 2019, la que se resolvió con una decisión equivocada arbitral tras consultar el Instant Replay, quizá influidos por otro grave error de apreciación previo de los colegiados al no señalar la clara falta de Randolph sobre Singleton, y que acabó con el triunfo del Barça. A la gran polémica le siguió la amenaza del Madrid en todos los medios de abandonar la ACB, aunque sin ninguna declaración oficial por parte del club. “Era una gran oportunidad para unirse de arriba abajo dentro del club. Pero hubo alguno que, en lugar de respaldar al equipo, desapareció y se fue de vacaciones”.
“Nosotros íbamos aún más lanzados, pensaba yo”
Luego vendría la conjura de los pollos en Atenas en el playoff ante el Panathinaikos, la vuelta de Llull en esa misma serie ocho meses y medio después de su grave lesión, el palmeo de Thompkins en la final para abrazar la Décima, un verano feliz y una nueva temporada, la de la pandemia, la 2019-20. El Efes volaba en pos de su primera Euroliga, que no llegó entonces por la cancelación de la competición. Laso no tenía tan claro, en cambio, que el trofeo hubiera acabado en manos del equipo turco, porque, aunque no lo decía, él veía al mejor Madrid de las últimas ediciones con la conexión Campazzo-Tavares después de arrasar en la Copa y días antes de que el coronavirus pusiera el mundo del revés. “Contábamos con el base que mejor dominaba el tiempo de los partidos y con el pívot que más condicionaba el juego de los rivales. Pocas veces se dan esas conjunciones astrales. A pesar de todos los avatares en nuestra evolución, habíamos alcanzado de nuevo lo más difícil: la solidez de tener una idea clara y la determinación de los jugadores para ejecutarla. (…) El Efes iba como un avión, decían todos. Nosotros íbamos aún más lanzados, pensaba yo. (…) No necesitaba proclamar que era nuestro momento, el grupo lo sabía, se veía en la mirada de los veteranos. (…) Sin embargo, la pandemia nos paró a todos y las ilusiones quedaron confinadas”.
A partir de la pandemia, muchas lesiones y salidas, el equipo quizá ya no tenía “tanta calidad ni vigor físico, así de simple”. La siguiente temporada (2020-21) resultó difícil, con dominio claro del Barça, y, a continuación, la undécima del Lasismo, la 2021-22, que, aunque aún no se sabía, fue la de la despedida. Un inicio con buenos resultados y un desplome impensable, “la peor crisis en años”, con ¡17 derrotas en 28 partidos! entre el 23 de enero al 13 de abril de 2022, incluido el tropiezo en la final de Copa, con el equipo hundido en el vestuario tras el desenlace. La acumulación de aplazados por los positivos pasó factura, “un calvario”, y el 30 de marzo llegó la famosa salida nocturna de Heurtel, Thompkins y Yabusele en Atenas. “Si a un jugador profesional le dan las seis o las siete de la mañana en Atenas, teniendo partido unas horas después, es que algo está irremediablemente torcido”, cuenta. “A Yabusele lo traté como un jugador muy inexperto, de 26 años, en su primer curso en el club… A partir de ahí, tomé la decisión de que no volverían a jugar más ni Thomas ni Trey, y que se multara duramente a Guerschon, como se hizo con los otros dos. (…) El director general de la sección me pidió que les reincorporara al grupo, pero nadie me insinuó que debían volver a jugar. (…) No podía volverme a atrás, porque probablemente el haber tomado esa decisión fue lo que nos hizo llegar a aquella final de la Euroliga”.
El despido hace ahora un año
Un título que perdió el Madrid por un punto ante el Efes. Luego llegaría el playoff ACB, el infarto sufrido por el técnico la noche del 4 al 5 de junio de 2022, tras el 2-0 ante el Baskonia precisamente en el homenaje a Carroll, y el despido menos de un mes más tarde. “Al día siguiente vino el cardiólogo a hablar conmigo: ‘Mire señor Laso, usted está ahora mucho mejor que cinco días antes de que le ocurriera esto. No ha tenido nada especialmente grave, le hemos puesto un stent, pero todos sus valores son buenos. Le vamos a dar de alta y puede hacer vida normal. Puede hacer ejercicio y realizar la actividad deportiva profesional que venía desarrollando hasta ahora’. Así lo acreditaron los informes. (…) Estaba dado de alta y podía dirigir. Pero pensé que mi situación personal podía distraer al equipo (…) y decidí seguir la final desde fuera. El grupo estaba más que preparado para ganar esos partidos ante el Barcelona y los disfruté con el orgullo de haber levantado una temporada durísima de una forma increíble. De haber sabido lo que iba a ocurrir, sí habría dirigido a mi equipo esos días”.
Y lo que vino después es la comunicación del despido el 30 de junio en el despacho de Juan Carlos Sánchez: “En algún momento de la conversación me dijo que yo era una leyenda del club y que nunca pensarían en traer a otro entrenador, que se iba a quedar Chus Mateo. Le respondí que, si no iba a ser yo, me daba completamente igual quién ocupara el cargo. La reunión duró poco, era solo para decirme que me echaba del Real Madrid. (…) Una era que se cerraba sin acabar”.
En este artículo hemos compartido solo un pequeño resumen de algunos pasajes del libro, aunque si quieren conocer de primera mano el Lasismo, algunas historias no contadas, ya saben: Pablo Laso. Ganar para contarlo.