La siesta le sale cara al Gran Canaria

Encara el Gran Canaria su Copa del Rey en horas bajas. El equipo insular ha perdido brillo y solidez en la competición doméstica y este mediodía, ante el Morabanc Andorra, sumó la novena derrota. Esta llegó, además, con malas sensaciones, aquellas que en este caso evidenciaron la fragilidad mental para dejar que el partido se le escapara y no ser capaz de hacer nada por evitarlo.

La victoria del Andorra, trufado de ex jugadores insulares (Bassas, Kuric, Okoye y Lammers) fue de tronío, además con un espectacular marcador de 94-106 a su favor. Agazapado, ni que fuera más hormiga que cigarra, el equipo de Joan Plaza supo aguantar las embestidas del Granca para, a la primera que pudo, darle un bocado definitivo al partido. Llegó a ir perdiendo 51-35 poco antes del descanso y en el segundo acto desgajó a los locales con un tremendo 41-62 a su favor.

Lanzados hacia el aro contrario, tranquilotes en el propio. Así comparecieron ambos equipos, es de suponer que para disgusto de Lakovic y Plaza, los respectivos entrenadores de Granca y Andorra. Si ofensivamente el partido se puso precioso, defensivamente era terrible. Empezaba mandando la formación visitante con Dos Anjos haciéndose todavía más grande, pero Brussino metió pronto a los suyos en vereda con un par de triples para el 10-8.

El alero argentino estaba pletórico, dándole a su equipo un esperanzador 22-16 con canastas de todos los colores. Lo mismo anotaba desde la periferia que lo conseguía mediante una bandeja, reventando al contrataque el aro visitante o luciéndose con elegantes movimientos al poste bajo. Metió 10 puntos en el primer cuarto (14 al descanso sin fallar ninguno de sus tiros a canasta) para regocijo de un Granca que, tras el intercambio de triples entre Kuric y Albicy, acabó el primer acto ganando 28-22.

El base francés inició el segundo parcial enchufando también desde el extrarradio, lo que fue el preludio del desmelene local. Las dos primeras canastas de Shurna fueron desde idéntica distancia y Salvó, también más allá de la línea de 6,75, elevó un estruendoso 46-28, la máxima del partido, al cielo del bullicioso Gran Canaria Arena. Sin embargo, el Morabanc Andorra estaba de parranda. Resulta que los pupilos de Lakovic se relajaron y, con aquel agónico palmeo de Okoye, la hueste del Principado se marchaba al descanso metida de nuevo en el partido: 53-44.

Al menos de mente, el Gran Canaria se quedó en el vestuario tras el descanso, o no se sabe muy bien dónde. Por completo aplatanado, el equipo local continuó tirado a la bartola viendo, impasible, cómo su rival le iba comiendo terreno poco a poco. Doumbouya empezaba a percutir de todas las formas posibles sin encontrar apenas oposición, y con cinco puntos casi del tirón ya había empatado a 56, un 3-12 así, facilito, de salida.

Dos triples consecutivos de Homesley solo le permitieron a su equipo mantener la igualada, 61-61, y entonces llegó el apagón local. Más bien, fue el Andorra quien le dio para abajo al interruptor. Sacó el mazo la formación de Joan Plaza y los locales ni siquiera tuvieron tiempo de parapetarse ante la sucesión de golpes que venían especialmente desde la trinchera más lejana, allí donde se lucieron Kuric, por partida doble, y Bassas para lanzar a los visitantes hasta el 66-76 tras un inapelable tanteo de 13-32 en estos 10 minutos.

No encontró protección alguna el Gran Canaria, desde entonces totalmente a merced de su necesitado rival, un pelele en manos extrañas, despertándose de una siesta que le había salido demasiado cara. Un tímido arreón de Brussino le permitió ponerse 77-82, lo que no fue más que la sombra de la ilusión de una remontada que ya era del todo imposible, nada que hacer ante la puntería de Harding o Evans. La fiesta en la expedición andorrana fue completa, tanto como para superar con cierta autoridad la mágica barrera de los 100 puntos y tomar aire en su encarnizada lucha por evitar el descenso.

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