Hezonja, Barcelona y una historia de recados y desaires
El Barça fue a por Hezonja a pesar de sus historias pasadas de amor y odio. El jugador ha optado, sin embargo, por quedarse en el Madrid.
Madrid será la casa de Mario Hezonja durante un largo periodo de tiempo, como él mismo se encargó de confirmar este jueves. Ha acordado una renovación de contrato con el club merengue, al que llegó dos años atrás, después de un culebrón en la última franja de la temporada que ha incluido intereses de Panathinaikos o Partizán y, sobre todo, del club español en el que se formó: el Barça. A ellos se refirió someramente en las palabras escritas en redes sociales con las que plasmó su continuidad en el Real.
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Hezonja consideró la última oferta que le hizo el Madrid, en la mesa tras un sainete negociador en el que el protagonista no estaba saliendo muy bien parado, y aceptó continuar.
“El Real Madrid creyó en mí cuando muchos otros no lo hicieron”, escribió en Twitter el croata. En alusión directa al Barcelona, donde diversas fuentes filtraron un contrato con el jugador que terminó cayendo por falta de entendimiento entre ambas partes, negó la mayor: “No había alcanzado ningún acuerdo con nadie hasta ahora”. A los culés, en mitad de un forcejeo entre bambalinas, ya les había mandado un recado tras ganar la final de la ACB en Murcia: “El Madrid me ha recibido con los brazos abiertos y otros sólo hablaban mierda”. Aquellas palabras marcaron los tiempos del club culé, que vio en la presión social (se vio con malos ojos que un posible fichaje se refiriera así tanto a ellos, en negativo, como al archirrival, en positivo) una excusa para desvincularse de lo que ocurriera con el jugador.
Hezonja estará vinculado a la entidad de Chamartín, según aportan los conocedores de este concierto, cinco temporadas en un rango cercano a los cinco millones brutos por curso.
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La relación entre Hezonja y el Barcelona, ésa que se va a repetir pero ahora en la distancia y llena de crudeza, es larga y ha tenido varias fases a lo largo del tiempo. Sólo así se entiende parte de lo que ha ocurrido este mes de junio. Aterrizó en la ciudad catalana en 2012, tras formarse en Dubrovnik (donde nació) y Zagreb (capital nacional), siendo aún menor de edad. Allí empezó a crecer la leyenda de Mario, hecho para las grandes ocasiones. Los dimes y diretes con Xavi Pascual, al que admite estarle superagradecido a pesar de que en aquella época le pidiera más minutos de juego, forzaron una salida a la NBA en 2015. Orlando Magic fue la franquicia que le escogió en el draft (nº5 de 2015), pero las expectativas estaban por encima de los resultados. Mario sufrió en ese sueño americano. “No me gustó. No podíamos ganar la NBA, está claro, pero sí podíamos haber sido más ambiciosos, habernos puestos mayores objetivos, ver quiénes eran los mejores para jugar, tratar de llegar donde no habíamos alcanzado los años anteriores, etc. Faltaba ambición. No soy un jugador de cuarenta tiros o de hacer un ‘entertainment’ en el banquillo, de hacer gilipolleces, soy un jugador de baloncesto, de victorias. No estuvo todo mal, pero mis veranos allí fueron mejor que mis temporadas y eso no puede ser. En verano comenzaba a entrenarme al día siguiente de acabar la temporada y así hasta el ‘training camp’. Me quedaba en Los Ángeles y Orlando para trabajar y mejorar porque sabía que, si no lo hacía, eso me iba a matar. En Croacia se enfadaron todos conmigo por permanecer en América y no ir a la selección nacional. Ahora puedo decir que estoy jugando al nivel al que me entrenaba esos veranos. Me preparaba para decir: ‘Este soy yo’. Era difícil”, expresó en una sincera entrevista con AS hace un año y medio. En los Knicks y Blazers terminó su periplo por la NBA. Y ahí llega otro punto crítico en la forma de pensar de este balcánico de 29 años: su vuelta al panorama europeo. El Barça tenía un derecho preferente para recuperarle y no lo ejecutó, y eso no lo olvida. Después de la complejísima temporada de la pandemia, acabada en una burbuja, la liga norteamericana le rechazó y buscó hueco en un equipo de Euroliga, apareciendo en escena un Panathinaikos al que le guarda un enorme cariño por creer en él en su punto más bajo. “La decisión de irme al Panathinaikos es la mejor de mi vida como deportista porque al terminar la temporada, después del último partido ante los Lakers, me fui a casa y le dije a todos que no iba a jugar más, que me iba a quedar con mis amigos y mi familia en Orlando. Por primera vez estuve dos meses sin tocar un balón, solo gimnasio. Y al principio de noviembre comencé a entrenarme otra vez y mis sensaciones fueron como si no hubiera parado ni un solo día. Entonces me di cuenta de que la cabeza, el factor mental, es tan importante como el físico o el tiro. Me volví a enamorar del baloncesto”, relata. El PAO, en su comunicado, mencionó al Barcelona y “su excelente cooperación para completar la transferencia de los derechos” de Mario, pudiendo así jugar con ellos. Aquel despecho sigue en la cabeza del deportista. A los griegos les ha hecho guiños constantes por los meses tan felices que allí pasó. El Unics fue el salto deportivo que le hacía falta y el Madrid, en cuanto los equipos rusos desaparecieron del radar por la invasión de Ucrania, fue la parada definitiva para que ‘SuperMario’ sentara la cabeza. Pero sin dejar los recados sin dar.
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