Grimau: “Willy y yo ni éramos amigos ni lo vamos a ser”

Roger Grimau (Barcelona, 1978) encontró a principios de noviembre un nuevo hogar: el Dinamo de Bucarest rumano es su segundo banquillo como entrenador en jefe tras su experiencia la pasada temporada en el Barcelona. “Llevaba meses viendo mucho baloncesto y me apetecía entrenar. Tuve un par de propuestas que no me convencieron y esta, que a ojos del gran público español puede parecer exótica, me atrajo que me querían”, explica el técnico su decisión en el programa Play Basket de la Cadena SER.

El catalán ha firmado por tres temporadas tras cerrar de manera abrupta su etapa en un Barça al que dirigido en 84 partidos. Fueron 39 en Liga Endesa, 39 en la Euroliga, 3 en la Copa del Rey, 1 en la Supercopa y 2 en la Liga Catalana. El balance, 51 victorias y 33 derrotas, y ninguno título.

A pesar de cerrar el primer año en blanco de los culés, si dejamos al margen el complicado curso de la pandemia, desde la temporada 2016-17, Grimau tiene la convicción que merecía un segundo intento. Una segunda temporada (que tenía una firmada más, por otra parte) al frente de la nave azulgrana.

Continuidad

“¿Si merecía una segunda temporada? Te voy a decir que sí. Pero cuando estás en el Barça y no ganas, y sobre todo siendo de casa, todo cuesta un poco más. Desde el primer momento hubo mucha crítica y poca paciencia, o ganas de que no funcionase. No sé exactamente lo que fue”, comenta. “Creo que el equipo jugó bien durante gran parte de la liga, jugamos muy bien al baloncesto, pero no ganamos títulos”.

“La clave fue no entrar en la Final Four. A partir de ahí podemos discutir si por presupuesto habíamos bajado varios millones respecto a otras temporadas, que sí sustituir al entrenador era fácil o no... Podemos discutir muchas cosas, pero a toro pasado estoy contento con lo que he hecho”, subraya el técnico, que no se sorprendió por la falta de cariño por parte del equipo, de la gente del club: “Sabía más o menos quién estaría más cerca o quién estaría más lejos”.

La salida dolió a Grimau, que aún no ha visto a su antiguo equipo: “Podría salir por la tangente o mentir, pero no me apetece verlos. No me sale verlos, no puedo. No es rabia ni rencor, me pasó como jugador lo mismo, pero ahora mismo no puedo ver los partidos”, comenta.

“Es una sensación de que tenía dos años de contrato y me tocaba estar ahí. Al margen de entenderlo y de que la decisión sea buena o mala, ganen o pierdan, o ganen medallas o no, pero en un año o seis meses los veré. Algún día volveré al Palau. Ahora mismo no me sale porque me cuesta mucho. No es desde una perspectiva negativa, sencillamente es que me duele ver el Palau. Si me tocase jugar contra ellos haría el scouting y haría todo, pero como no va a ser el caso... así seguimos”, cierra sobre este tema.

Willy Hernangómez

Uno de los grandes culebrones que vivió, y se hicieron públicos, fue su rifirrafe con Willy Hernangómez. Tras caer contra el Mónaco en la Euroliga a finales de diciembre, el pívot, que no contó con muchas oportunidades el pasado curso, se dirigió a Grimau: “No me comas la oreja... Te quedan dos telediarios”, le dijo el pívot, según desveló en su día Bar Canaletas y él confirmó.

Grimau no le guarda rencor, a pesar de todas las declaraciones que surgieron desde que se aireara esta polémica: “Qué va. De esto se ha hecho una pelota porque tampoco fue que tuviéramos una discusión cara a cara. Yo me enteré y ya está. Para mí era un jugador importante para el proyecto y actué como club. Si hubiera pensado en Roger Grimau como persona en vez de como entrenador, seguramente hubiera actuado de forma diferente. Desde que me fui se ha puesto mucho el foco en esto, pero para mí es algo anecdótico en cuanto a la relación con él. Ni éramos amigos ni lo vamos a ser. Ya está”.

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