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SUPERCOPA

Garuba, de nada a mucho en un día

Un mal redebut con el Real Madrid llevó a Usman Garuba a, sólo un día después, destacar en la final de la Supercopa con la esencia que le hizo grande.

Usman Garuba -
Usman Garuba -Pascu MendezDiarioAS

La vuelta de Usman Garuba al Real Madrid se ha hecho esperar, pero se ha dado. Tras dos años en los que una parte de la afición pedía su regreso, el verano en el que se ha quedado sin opciones en la NBA ha sido el propicio para que este hijo pródigo esté en la casa que le formó. El proyecto de Chus Mateo, que viene de una campaña con victoria en tres de los cuatro títulos oficiales en juego, le convenció. Houston y, en menor medida, los Warriors (primera plantilla y equipo afiliado), quedan en el pasado. Su pretemporada ha servido para limpiar una fractura por estrés que arrastraba de semanas atrás y le impidió disputar los tres amistosos (Benfica, Mónaco, Varese), por lo que la Supercopa era su puesta de largo -nuevamente- con la sin mangas de color blanco. El resultado ha sido la muestra perfecta de lo que joven da en la cancha: de cero a cien en un segundo.

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En el duelo de semifinales, otro Clásico contra el nuevo Barça de Peñarroya, Garuba sí entró en la convocatoria. De hecho se quedó fuera otro interior, Eli Ndiaye, que sí había participado en los amistosos preparatorios. Y el papel de Usman fue digno de la más pura extrañeza. En los últimos segundos del primer cuarto el entrenador le dio entrada, pero sólo para disputar cuatro de ellos. Una acción en la que Laprovittola logró un 2+1 sirvió para que fuera de nuevo al banquillo. Cuatro segundos. Y ni siquiera supuso esa jugada el final del acto, éste llegó en una posterior de Deck.

“Estuvo apartado un tiempo por lesión, volvió a entrenar y lo ha hecho francamente bien, pero necesito que tenga ritmo de partido. Mañana jugará más. No hay prisa. Es un jugador superimportante”, declaraba Mateo al ser preguntado por ello. Aludía a factores como “intensidad, rebotes, bloqueos, finalizar” para confiar en las posibilidades de Garuba.

De la final el que se terminó cayendo fue Mario Hezonja por un pequeño proceso gripal, entrando Ndiaye y teniendo a Garuba preparado para dar un poco más. Así se le ha querido ir introduciendo. Un choque apretado contra el Barcelona no valió para que ganara minutos en cancha, había que asegurar el triunfo. En la final Chus se encontró con una baja sensible en la rotación y optó por dar más paso a Usman. El domingo ya fueron 16:18 en el contador para el internacional español, que se ganó cada céntimo pagado a pesar de que el título se lo terminara llevando el Unicaja.

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En una cita en la que Ibon Navarro había cambiado piezas interiores, con salida de Balcerowski y Pérez para dar entrada a Kravish y Tillie, los pívots iban a marcar ritmo en la final. Garuba no se lo quiso perder. Sima estaba superando a Tavares en el enfrentamiento directo, y para sorpresa de muchos, y se necesitaba un revulsivo. Ahí es donde el representante de Azuqueca de Henares da pasos al frente sin mirar atrás. Finalmente no sirvió para levantar el trofeo (que hubiera sido el séptimo consecutivo y el undécimo total en la Supercopa de España), aunque la marca se mantiene. El Unicaja tuvo al borde del K.O. al Madrid desde los primeros instantes, con una salida como pocas se han visto ante tan magno rival, pero no fue hasta los últimos dos minutos cuando pudo sentenciar. Sin la ayuda de capitales tan disruptivos como el que es Usman no habrían luchado tanto tiempo.

Los de Málaga empezaron con un 0-12, llevaron el +17 al marcador con un 15-32 y administraron esa ventaja. Por momentos lo pasaron mal, como en el cierre de la primera mitad. En el segundo tiempo volvieron a asegurar un pequeño margen, ahí ya no era de tales dimensiones, para seguir mandando. A mitad del tercero el agua empezaba a llegar por el cuello a los allí locales: diferencias que rondaban los diez tantos y estaban en su contra. Ahí pegó fuerte Garuba. Primero, rebote ofensivo fiero y asistencia para triple. Después, en el último minuto, tapón y canasta. La distancia se había reducido a cinco. Entrando en el cuarto definitivo la pregunta era clara: ¿el tirón serviría, por fin, para dar caza al contrincante? Se quedaron a uno, podríamos convenir que sí. Porque siguió ese sendero Garuba y, detrás, los demás. Arranque de periodo con otra chapa y un par de jugadas encadenadas que ejemplifican bien qué se le pide: protección del rebote en defensa y capacidad para acabar debajo del otro aro unos segundos después. -4. El Real Madrid se puso un minuto y medio más tarde, con un tiro de Feliz, a un punto (73-74), y ahí se rompió el sueño; dos triples malagueños, Garuba se fue al banco y el efecto se apagó para jolgorio de Ibon y sus chicos. 6 puntos, 5 rebotes, 2 tapones, 1 asistencia para 13 de valoración no son números para romper la banca, pero es que el Madrid quiere de Garuba ese trabajo de fondo y no la estadística. De un día a otro fue un jugador distinto, el que se ha fichado. Progreso visible. Misión cumplida.

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