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Surne BilbaoBLB
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Monbus ObradoiroOBR
75
Finalizado

LIGA ENDESA | 30ª JORNADA

Miribilla pone el descenso a la LEB al rojo vivo

El Obradoiro gana al Bilbao Basket por su mayor deseo y adelanta al Breogán por su mejor ‘average’. Blazevic y Pustovyi, claves.

Miribilla pone el descenso a la LEB al rojo vivo
AIOLDiarioAS
Liga Endesa

La ACB parece ir encaminándose hacia una pelea entre irmáns, entre dos hijos de Galicia con una alta rivalidad, Breogán y Obradoiro, porque el Granada anda algo más resuelto para salir de las garras del infierno, ese lugar oscuro como un túnel sin luces que conduce a la LEB y en el que el Palencia parece haber pedido asilo. Desde Santiago y Lugo se van mirando lo que hace cada uno. Los finales de cada choque igualado les están condenando, y esta vez salió cruz para uno y cara para otro. El Breo cayó de forma dolorosa ante el Granca en el Pazo tras una prórroga y el Obra se metió en Miribilla un “chute de energía”, como lo calificó Moncho Fernández. Un triunfo en 14 partidos come la moral de cualquiera y un golpe de fortuna así les puede sacar de la honda depresión. Ambos empatan a ocho triunfo, pero los celestes caen a descenso porque tienen perdido el average. Fue un partido muy malo, sin ninguna brillantez, con emoción al final, y no hay que darle muchas vueltas: ganó el que tenía una mayor necesidad, el que más naves quemó por él. Los balones sueltos, los que se cogen por deseo y sacrificio, eran para ellos y aunque bajo mínimos, jugando a medio gas, los locales llegaron a ganar al descanso por dos puntos e incluso se pusieron con diez de ventaja, el Obra se agarró con uñas y dientes al choque para no decir su penúltima palabra esta campaña. Salieron a flote con la miopía absoluta de su mejor anotador, Howard, que se fue convirtiendo uno de sus catorce lanzamientos. Hace tres años el Surne ya vivió en esa piel, mataba por cada victoria para no despeñarse a la LEB y aprovechó la falta de nervio competitivo de alguno de sus rivales en el tramo final para llevarse una salvación agónica. La temporada de los chicos de Ponsarnau ya está hecha y se nota. Va ser buena pase lo que pase, pero, a la espera de la visita inmediata al Girona, tiene esos manchones de haber perdido ante el pelotón que está por debajo, seis equipos nada menos.

Timma, con dolores de espalda, se quedó en Santiago. Y su relevo natural, Tinkle, viajó para hacer grupo, ya que no puede entraren convocatoria porque es extracomunitario y supondría que no jugasen Howard o Dotson. Los vizcaínos se alejan de la añorada décima plaza. No tuvieron esa fiabilidad de los recientes últimos compromisos al calor de su gente. Desde diciembre no caían en casa, ante el Breogán, otro gallego, otro que se jugaba la vida. Los dos peores partidos en casa. Esta vez no consolidaron los momentos de mayor lucidez. Ahora miran por el retrovisor lo que viene por atrás. El Obradoiro encontró aire en su delicada situación. Fue un choque igualadísimo de principio a fin, a tirones en la primera mitad pero ya siempre muy parejo tras el descanso. Los errores en el triple fueron de escándalo: 8/30 por un lado y 4/18 en el otro. Scrubb es un gran jugador en el poste, girándose y lanzando con la zurda en caída. metió un canastón ante Reyes, al que no ayudaron defensivamente, y su equipo entró en el último minuto del choque con 70-73. Un poco antes, una antideportiva inexplicable de De Ridder sobre Blazevic, un jugador duro que no fue castigado como correspondía y, de hecho, antes de esa acción realizó una falta clara, puso a los gallegos en la pista de despegue definitivo. Los árbitros desesperaron al más calmado. Ya con el 72-75 en el marcador, el Surne Bilbao gozó de una posesión final para empatar, pero Reyes no encontró espacio para jugarse un triple y le dio la patata caliente a Killeya-Jones. No era lo más adecuado, ya que no valía para nada una canasta de dos, el cinco tuvo que salir a 6,75 y lanzó un triple muy forzado, a la desesperada y sobre la bocina. Mezclaron bien los grandes visitantes. El juego interior de Pustovyi y la energía de Blazevic, que se fajó de principio a fin y acabó con números notables, eleva las esperanzas compostelanas. Bien es cierto que su juego de contactos, muchos punibles, contó con la bula del trío arbitral. La idea era dejar libre a Hlinason en la caída corta, porque no es especialmente hábil en la distribución del esférico.

RESUMEN

72 - Surne Bilbao Basket (18+22+19+13): Renfroe (4), Kullamae (2), Alex Reyes (9), Andersson (6) y Hlinason (5) -cinco inicial-; Pantzar (8), Smith (8), Hornsby (8), De Ridder (13) y Killeya-Jones (9).

75 - Monbus Obradoiro (19+19+22+15): Dotson (13), Howard (8), Thomas Scrubb (10), Blazevic (14) y Pustovyi (13) âcinco titular-; Zurbriggen (6), Mendoza (4), Streinieks, Alex Suárez (3) y Rubén Guerrero (4).

Parciales: 18-19, 40-38 (descanso), 59-60 y 72-75 (final).

Árbitros: Carlos Peruga, Juan de Dios Oyón y Andrés Fernández. Sin eliminados.

Incidencias: Partido de la jornada 30 de la Liga Endesa disputado en el Bilbao Arena ante 7.254 espectadores. Dato oficial. En los prolegómenos del partido se tributó un homenaje al equipo de la Fundación Bilbao Basket, campeón de su grupo en la Liga EBA. 

El partido era un tobogán de sensaciones. Arriba, con cierta euforia y pensando en metas ambiciosas como seguir en Europa, un Bilbao sin ninguna presión, con la meta de mejorar algún puesto en la clasificación y seguir haciendo de Miribilla un fortín tras amarrar siete triunfos seguidos. Abajo, casi con el culo en colisión con el suelo, el Obradoiro, penúltimo en la tabla, en dinámica ruinosa y con la obligación de ganar o pensar en que la guillotina cae sobre su cuello. Rabaseda se perdió la cita por una lesión muscular en la pierna izquierda y entró en convocatoria Rigo. Reyes salió de inicio, pero luego desapareció un largo tiempo. Los santiagueses arrancaron mandones, incidiendo con Pustovyi por dentro. Era fundamental para ellos tener el choque de cara para que no les vinieran encima todos los fantasmas de sus escuálidas siete victorias. Un 0-7 les permitió ese desahogo. El ritmo era lentísimo, como el de un rinoceronte con múltiples esguinces. No hacían faltas porque apenas había agresividad a ambos lados de la cancha. Cuando el Bilbao Basket consiguió correr un poco, se lució con un 11-0 (22-19). Al fin eran agresivos y verticales. Los parciales empezaron a sonreír a uno y otro bando. Los locales se agarraban a la defensa de Pantzar y a la salida explosiva de De Riddey, más un Hornsby que trata de ganarse el contrato para el año próximo. Se pusieron hasta con diez de ventaja 38-28. Sin jugar de forma excelsa, el equipo local se fue al descanso con dos puntos de renta favorable.

Ponsarnau echaba en falta los puntos de Smith y Kullamae. Cuando el estonio no está, su ausencia es ruidosa, no da ni un mínimo, como cuando anda inspirado, parece imbatible. El norteamericano estrenó su casillero al final del tercer acto, después cogió la buena sintonía, cuando dejó de amasar en exceso la bola. Además, los vizcaínos fueron acumulando desgracias en forma de lesiones: Smith, Hornsby y Andersson. La tensión iba creciendo y hasta pareció verse a Scrubb hacer sin querer una autocanasta en pugna con Pantzar. A Reyes se le salió un triple, que hizo dos corbatas. El último minuto fue puro drama. Killeya-Jones metió dos tiros libres tras falta de Blazevic (72-73, a 38 segundos para acabar) y Monchiño pidió un aclarado para que se la jugase en el uno contra uno Pustovyi. Sacó una personal a Sacha y anotó los tiros desde la línea fatídica, con 15 segundos por jugar (72-75). Tuvieron más claridad a la hora de resolver los ataques definitivos, o más hombres decididos a tener esa pelota que quemaba. Lo celebraron como un título. Normal.

Alegría obradorista tras la victoria
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Alegría obradorista tras la victoriaAIOLDiarioAS

Ponsarnau: “El partido ha sido una suma de infortunios”

Ponsarnau admitió que el Obradoiro hizo “un buen trabajo” y “muchísimas cosas bien” para llevarse la victoria de Miribilla, si bien lamentó que para su equipo el partido fue “una suma de infortunios”. “Ha habido un par de corbatas en triples cuando íbamos diez arriba, la antideportiva (a De Ridder) al final y hemos acabado con tres lesionados y pocos jugadores con confianza”, lamentó Ponsarnau los problemas físicos con los que finalizaron el partido Andersson, Hornsby y Smith.

“Desgraciadamente la máquina de resonancias va a tener mucho trabajo mañana”, apuntó el técnico, quien antes de empezar el partido tuvo también la baja de última hora, por problemas musculares, de Rabaseda. “Quizás no hemos tenido la tensión suficiente y eso se ha notado en balones que no eran de nadie y han acabado siendo suyos”, añadió el técnico catalán, que no quiso ahondar en la valoración del actuación del trío arbitral, aunque sí admitió que sus “sensaciones no son buenas” en este aspecto en las últimas jornadas.

“No voy a entrar en eso. Quejarse es como tirar piedras para pescar, no sirve de nada. Vamos a centrarnos en lo que sirve. El club ya está haciendo sus cosas, pero es un momento de mucha tensión en la competición con mucha gente que llora para mamar y nosotros no debemos perder los nervios”, reflexionó Ponsarnau.

Moncho Fernández: “Este chute de energía por haber ganado nos va a ayudar mucho”

Moncho Fernández se mostró “muy feliz” por el triunfo porque cree que, además de sacarles de los puestos de descenso, será “un chute de energía” que les “va a ayudar muchísimo” en las últimas jornadas. “Sabíamos que el partido iba a requerir mucho esfuerzo, concentración y fe y el equipo ha estado sobresaliente en estos tres aspectos”, destacó el técnico gallego, quien consideró “básico la faceta mental” para “seguir trabajando” cuando los locales tomaron ventaja en la primera parte.

“Con altibajos, con cosas mal y muchas cosas buenas lo hemos sacado adelante. El equipo ha dado muestras de madurez y de fe, ha estado fantástico. Me alegro porque es un grupo muy comprometido que trabaja bien, pero no encontraba el premio de la victoria”, añadió. Además, Fernández valoró como “muy importante” la labor de los pívots Pustovyi y Blazevic, pero matizó que, “aunque estadísticamente unos destaquen más que otros”, fue “una victoria coral” del Obradoiro.

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