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BARCELONA

El fichaje frustrado de Wembanyama por el Barça en 2018

Victor Wembanyama jugó la Minicopa con el Barça, que intentó ficharlo después sin éxito. Lo recuerdan sus protagonistas cuando apunta a la NBA.

Metropolitan 92's   Victor Wembanyama shakes hands with fans after the French Elite basketball match between Boulogne-Levallois Metropolitans 92 and JDA Dijon at the Palais des Sports Marcel-Cerdan in Levallois-Perret, near Paris, on February 10, 2023. (Photo by JULIEN DE ROSA / AFP)
Metropolitan 92's Victor Wembanyama shakes hands with fans after the French Elite basketball match between Boulogne-Levallois Metropolitans 92 and JDA Dijon at the Palais des Sports Marcel-Cerdan in Levallois-Perret, near Paris, on February 10, 2023. (Photo by JULIEN DE ROSA / AFP)JULIEN DE ROSAAFP

El francés Victor Wembanyama, de 19 años y 2,21 metros de altura, tuvo un efímero paso por España, donde disputó la Minicopa Endesa de 2018 en Gran Canaria con el Barça, que quedó prendado de él e intentó, en vano, fichar al favorito para hacerse con el próximo número 1 del draft de la NBA. Una colaboración que se fraguó a fuego lento, como recuerda en una entrevista con EFE el actual responsable de scouting del Barça, Rubén Alcaraz: “Estuvimos un año y pico detrás de ellos. Hablamos directamente con la madre, que nos dio largas hasta que ara la Minicopa, en uno de nuestros últimos intentos, aceptaron la invitación”.

Conocí la existencia de Wembanyama a través de un entrenador alemán, un contacto mío, que le vio en un torneo sub-13 donde él era un año más pequeño. Cuando entré en el Barça, le investigué y quedé impactado. Tenía un cuerpo especial. Era grande y se movía muy bien. Supe que era un jugador de los que aparece cada muchos años, como Doncic”, añade.

La impresión se amplificó al verlo en directo, como atestigua en una conversación con EFE el que fuera su entrenador durante esta breve etapa en el Barça, Carlos Flores. “Era un niño muy grande. Daba la sensación de que se podía romper en cualquier momento. Por su manera de andar, desgarbado, con los brazos muy largos y las manos enormes. Con 14 años, ya medía más de 2,10 y pesaba muy poco. A la vez, tenía el aspecto y actuaba con la vergüenza propia de un niño de su edad”, cuenta.

Esta timidez, explica Flores, contrastaba con el “desparpajo dentro de la pista” de Wembanyama: “No era un tipo que, por ser grande, quisiera dominar cerca del aro. Intentaba jugar de cara como un base, con mucha fantasía”. “Corría el contraataque botando el balón, se lo pasaba por debajo de las piernas, tiraba de tres, daba pases por detrás de la espalda, se jugaba muchos unos contra uno de cara... Le costaba superar a adversarios más formados físicamente, pero lo que hoy vemos en los ‘highlights’ ya lo intentaba hacer entonces de forma natural. Se sentía ese tipo de jugador”, reflexiona el técnico.

En este sentido, Alcaraz destaca también su mentalidad: “Era un chico irregular en el acierto exterior, pero tenía la confianza de saber que acabaría haciéndolo bien. Se notaba en detalles como no ponerse nervioso si fallaba. Sabía que estaba en un proceso muy largo de desarrollo”.

Las fuentes consultadas coinciden al señalar que Wembanyama, pese a no hablar castellano, encajó con facilidad en el grupo y, en palabras de Flores, viajó a Gran Canaria con la intención de “pasárselo bien y disfrutar mucho de la experiencia y no a ser la estrella de nada ni a mostrarse”. “Era muy buen chaval, cercano, y se esforzaba para comunicarse. En su juego ya se veía que iba a ser una estrella. Le gustaba pasar, potenciar el juego colectivo”, explica a EFE el canterano del Barça Rafa Villar, ahora cedido en el Força Lleida de LEB Oro y compañero del francés en la Minicopa de 2018.

El conjunto azulgrana terminó tercero del torneo después de superar al Joventut Badalona en la final de consolación (68-64) con la actuación destacada de Wembanyama: 16 puntos, 15 rebotes y 32 créditos de valoración. Tras la competición, el Barça intentó fichar al jugador, que finalmente optó por continuar formándose en el Nanterre galo. La ascendencia de su madre, la exjugadora profesional de baloncesto Elodie de Fautereau, la misma que acompañó a Victor en su breve paso por el club catalán, fue decisiva.

Ella sabía del potencial de su hijo, pero no quería correr ni presionar en exceso a un chico de 14 años. Tenía claro que lo principal para Victor era su propia felicidad, tener a los amigos y a la familia cerca. Y que al final el talento se abriría paso, ya fuera en Francia o en Barcelona”, recuerda Flores.

Una opinión parecida a la de Alcaraz: “La madre ha tomado las decisiones correctas pensando en el desarrollo de Victor, en cómo convertirle en el mejor jugador posible. Tanto en ASVEL como ahora en Metropolitans, donde todo gira entorno a él. Es la referencia ofensiva y trabajan su físico, que es muy especial”.

Ambos reconocen que el rendimiento actual de Wembanyama, visto lo visto hace cinco años, no les sorprende, aunque no se atreven a vaticinar cuál será el techo de un jugador que por la combinación de envergadura, capacidad técnica, velocidad, lectura del juego y rango de tiro parece destinado a marcar una época en la NBA.