Por una vez, los Lakers no tuvieron suerte
Chris Paul llegó, en 2011, después de que los Clippers hubieran protagonizado uno de esos pufos que habían sido hasta entonces marca de la casa. En 2008 le dieron a Baron Davis 65 millones de dólares por cinco temporadas. El base nunca estuvo a la altura en su ciudad natal, y, desesperados por limpiar su contrato, los Clippers lo enviaron a los Cavaliers, que recibieron como premio por absorber ese dinero tóxico una primera ronda, sin protecciones, en ese draft de 2011. Acabó siendo el número 1… y, a la salud de los Clippers, los Cavs eligieron a Kyrie Irving. En noviembre, los Lakers fueron a por Chris Paul para unirlo a Kobe Bryant en otro proyecto mastodóntico. Pero David Stern, propietario de facto de unos Hornets en proceso de venta, aprobó un veto que, con la presión del resto de franquicias, bloqueó la llegada de Paul a los Lakers en una operación a tres bandas que, por ejemplo, habría llevado a Pau Gasol a Houston Rockets. Este fiasco se certificó el 14 de noviembre. El 8 de diciembre, los Clippers pescaron en río revuelto y se llevaron a Paul.