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NBA | SIXERS 100 - THUNDER 87

Embiid: "Lo más importante para Simmons no era ganar"

Embiid vuelve a ser el mejor, esta vez ante los Thunder, y los Sixers ya esperan a James Harden, el protagonista de la mayor bomba del mercado NBA.

Embiid vuelve a ser el mejor, esta vez ante los Thunder, y los Sixers ya esperan a James Harden, el protagonista de la mayor bomba del mercado NBA.
Tim NwachukwuAFP

El morbo está cerca. James Harden pronto vestirá la camiseta del equipo con el que acaba de fichar. Lo hará con el número 1, ya que el 13 está retirado en honor a Wilt Chamberlain. Y al lado de Joel Embiid, ese jugador que es, en estos momentos, el máximo aspirante para el MVP. El pívot ha dejado claro que este quipo es el suyo durante una temporada en la que promedia más de 29 puntos por partido y una racha de 22 encuentros consecutivos de 25 o más puntos que ha continuado ante los Thunder, contra los que ha llegado a 25 justos. Embiid promedia también 10,9 rebotes, 4,3 asistencias (el máximo de su carrera), está con casi un 36% en triples y lleva 26 dobles-dobles en 43 duelos. Algo que deja claro que es el pilar básico del proyecto de los Sixers, el señor de la zona, del vestuario y de la franquicia. Solo falta que James Harden también lo tenga claro.

No parece, a priori, que Harden vaya a plantear un pulso de liderato con el pívot. Su incomodidad con Kyrie Irving, similar a la que tenía en unos Rockets ya sin aspiraciones, le ha permitido poner rumbo a Philadelphia por obra y gracia de Daryl Morey, ese directivo cuya filia más grande es un escolta de excepcional barba. Ahora, a ver cómo sale el tema: Harden puede haberse dejado llevar con los Nets para forzar el traspaso o ser el jugador que ha demostrado ser (o no ser) en los últimos meses. Probablemente, ni una cosa ni la otra: veremos más de Harden de lo que hemos visto, pero es difícil que vuelva a ser el jugador de los Rockets. Eso sí, se aleja mucho del jugador total que ganó el MVP en 2018 y se hizo con el título de Máximo Anotador durante tres años consecutivos.

Ahora, Harden deberá parecerse al defnesor al poste que fue en su etapa en los Rockets, jugar más tiempo sin balón, hacer pick and roll y pick and pop con Embiid y asumir que su puesto es el de segunda espada, algo que no le costó tanto (aunque tampoco les hemos visto tanto tiempo juntos) al lado de un aura infinitamente más grande que la de Embiid (y que la de casi todo el mundo) como la de Kevin Durant. Veamos cómo gestiona el tema Doc Rivers, uno de los 15 mejores entrenadores de la historia para burla de unos pocos y un técnico que se juega su reputación. Y si la jugada de Morey, campeón en el mercado (por conseguir lo que quería a cambio de lo que quería) y un hombre que siempre (siempre, siempre) va a por el anillo, se traduce en lo deportivo o se queda en una bomba épica de absorbente análisis periodístico, pero sin réditos en forma de campeonatos. Que, en última instancia, es lo que más importa.

De momento, los Sixers siguen en forma. Embiid ha recordado brevemente a los caídos y se ha despedido a su manera de Ben Simmons: "Es una pena, parece que ganar no es lo más importante para él", ha dicho en delcaraciones recogidas por NBA Central y diversos medios. Y ha destrozado a los Thunder bajo los aros: 25 puntos (mal en el tiro, 8 de 25), 19 rebotes, 4 asistencias, 1 robo y 5 tapones, aunque con 4 pérdidas. Ha sido el mejor, una vez más, de un encuentro que tuvo muchas alternativas hasta que los locales espabilaron tras el descanso (31-20 de parcial en el tercer cuarto). Llegaron a mandar por 19 tantos, tuvieron 24 tantos de Tyrese Maxey (otro de los que Morey, de nuevo ganador, no quiso soltar en el traspaso de Harden) y sumaron una nueva victoria que les permite irse a un récord de 33-22, en el quinto puesto de la Conferencia Este y en una pequeña fase irregular en la que alternan derrotas (la última, ante los Suns, bastante lógica), con victorias (la de anoche). En fin, así están los Sixers, el equipo al que llega James Harden. El nuevo epicentro, junto a Brooklyn, de la NBA. Una historia apasionante. Y de incierto final. Eso, claro, es lo mejor.