Anfernee Simons se corona en Atlanta con un mate en diferido
Muy descafeinado el Concurso de Mates de la NBA que se llevó Anfernee Simons con este intento de besar la canasta, algo que ni siquiera logró.
El anticlímax llegó al Concurso de Mates con todo lo que se apoya este evento en el público que va a presenciarlo. Los hijos de los jugadores, algún famoso invitado y los pocos aficionados que poblaron las gradas no hicieron eco suficiente para animar las peripecias de tres, sólo tres, matadores. El que estuviera integrado dentro del Partido de las Estrellas, en pleno descanso, hizo que los participantes del gran encuentro se quedaran viendo los mates en la pista, pero poco más que animaron a los compañeros a intentar volar alto.
El nivel no era muy alto. Zion Williamson fue uno de los que dijo que no lo haría. Caruso, Brown o Bridges también fallaron, pero el casi de Zion era más acusado. Todo se daba. Faltaba el público y que la atención sea mayor, sí, pero se daba. Su hueco fue un hueco real: en vez de cuatro, tres. Y con ello empezó la lucha.
Cassius Stanley, un jugador semidesconocido por la poca presencia que ha tenido en los Pacers, realizó el primer mate y quizá el peor puntuado de todos. No numéricamente sino por la diferencia de criterio con los posteriores y por lo mal entendido que estuvo. Plástico a lo LaVine, por debajo de las piernas y acabando limpio con la otra mano. Sólo 44. Josh Smith le dio un 8. En su segundo mate se puso nervioso y sólo sumó 37, ya con tremenda justicia. La final estaba encarrilada sin terminar la primera ronda. Obi Toppin sumó 48 y 46, con una primera propuesta original por el bote alto aunque fácil en la finalización, y Anfernee Simons sumó 46 y 49, centrando la atención en los botes que pega a dos piernas. Las malas vibraciones de Toppin, que negaba constantemente con la cabeza, se materializaron en la ronda final muy a su pesar.
Toppin cogió carrerilla, posando el pie más cerca de la línea de personal y machacando con un molinillo sencillo. Simons sólo saltó y la volcó a una mano desde cerca, pero aparentemente: en la repetición televisiva se vio que intentó acercarse al aro lo más posible para besarlo, aunque no lo logró. Los jueces le dieron la victoria a Simons, base-escolta de los Trail Blazers de 1,93 metros de altura, por tres votos a dos.
Ese último mate recordó al de Dwight Howard con la capa de Superman, ya que aquello no fue un mate sino un lanzamiento de balón hacia el aro. Pero es que aquí no había ni Howard ni Superman, sólo lo de quedarse corto.
Concurso flojo, acorde con toda la noche. Algo que merece tanto foco y el calor y mimo de tantas personas no sale igual de bien si falta todo ello.
Simons se proclama campeón sucediendo en el palmarés a Derrick Jones, ganador del año pasado en Chicago.