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BALONCESTO

Los mejores extranjeros de la historia del Real Madrid

Una lista con los mejores de la historia es tan difícil como injusta. Esta es la nuestra tras bordear la dificultad y caer en la injusticia. Los trece mejores extranjeros de la historia del Real Madrid, en la que no aparecen ni Clifford Luyk ni Waye Brabender, españoles a todos los efectos. Los trece podrían formar una plantilla y están por su calidad. Algunos han sido directamente los mejores, como Doncic y Sabonis, en otros ha primado su largo recorrido y enorme contribución en una etapa ganadora (Carroll y Szczerbiak), los hay que se significaron en época de vacas flacas (Bullock) y los que en un periodo no muy largo, incluso breve, dejaron un gran legado visual y emocional (Petrovic y Delibasic). De los trece, hasta cinco han jugado en esta última década a las órdenes de Pablo Laso, en una nueva era dorada del baloncesto madridista. Se quedan fueran jugadores como Wayne Robinson, Brian Jackson, Nocioni, Djordjevic, Bodiroga, Hervelle, Burgess, Thompkins…, que se lo merecieron o lo pelearon por parecidos motivos a los descritos.

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La deslumbrante irrupción del base esloveno con solo 13 años en la cantera del Real Madrid, donde lo ganó todo siempre jugando en categorías superiores a las que marcaba su edad, nos viene a la memoria viendo ahora su impacto en la NBA. Aspirante ya a mejor jugador europeo de la historia con solo 21 años. Desde su debut en el primer equipo en abril de 2015 hasta su adiós en junio de 2018 rumbo a Dallas siguió ganándolo todo (bueno, todo no, le falta la Supercopa). En tres temporadas y media levantó tres Ligas, dos Copas, una Intercontinental y la décima Copa de Europa como MVP de la Final Four y de la temporada. Creció y se crio en la Casa Blanca y, ahora, como una gran estrella NBA, demuestra un apoyo constante al Madrid siempre que tiene la oportunidad. El vínculo emocional con la afición sigue muy vivo.
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Luka Doncic (2015-18)

La deslumbrante irrupción del base esloveno con solo 13 años en la cantera del Real Madrid, donde lo ganó todo siempre jugando en categorías superiores a las que marcaba su edad, nos viene a la memoria viendo ahora su impacto en la NBA. Aspirante ya a mejor jugador europeo de la historia con solo 21 años. Desde su debut en el primer equipo en abril de 2015 hasta su adiós en junio de 2018 rumbo a Dallas siguió ganándolo todo (bueno, todo no, le falta la Supercopa). En tres temporadas y media levantó tres Ligas, dos Copas, una Intercontinental y la décima Copa de Europa como MVP de la Final Four y de la temporada. Creció y se crio en la Casa Blanca y, ahora, como una gran estrella NBA, demuestra un apoyo constante al Madrid siempre que tiene la oportunidad. El vínculo emocional con la afición sigue muy vivo.

FOTO:ANDREJ ISAKOVICAFP
Uno de los mejores jugadores europeos de todos los tiempos, posiblemente el mejor ‘cinco’, leyenda del baloncesto de los ochenta con la camiseta de la Unión Soviética y del Zalgiris y luego héroe de Lituania. Y del Real Madrid. Por todo el talento acumulado en el cuerpo de un gigante de 2,20 metros, por sus conquistas y recorrido en el club y por cómo hablan de él sus excompañeros, Sabas es probablemente el mejor extranjero de la historia del equipo blanco junto a Luka Doncic. Rompió el dominio catalán en la ACB, el del Barça y el del Joventut, devolviendo la Liga a Madrid siete temporadas después. Al año siguiente, en 1994, repitió con un 3-0 en el colosal Palau Sant Jordi azulgrana. En 1995, justo antes de irse a la NBA, dejó la guinda, la ansiada octava Copa de Europa tras 15 años de sequía. Los 66 de valoración que sumó hace 25 años se mantienen como récord en la ACB (32 puntos, 27 rebotes, 5 tapones y 5 recuperaciones en Ourense).
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Arvydas Sabonis (1992-95)

Uno de los mejores jugadores europeos de todos los tiempos, posiblemente el mejor ‘cinco’, leyenda del baloncesto de los ochenta con la camiseta de la Unión Soviética y del Zalgiris y luego héroe de Lituania. Y del Real Madrid. Por todo el talento acumulado en el cuerpo de un gigante de 2,20 metros, por sus conquistas y recorrido en el club y por cómo hablan de él sus excompañeros, Sabas es probablemente el mejor extranjero de la historia del equipo blanco junto a Luka Doncic. Rompió el dominio catalán en la ACB, el del Barça y el del Joventut, devolviendo la Liga a Madrid siete temporadas después. Al año siguiente, en 1994, repitió con un 3-0 en el colosal Palau Sant Jordi azulgrana. En 1995, justo antes de irse a la NBA, dejó la guinda, la ansiada octava Copa de Europa tras 15 años de sequía. Los 66 de valoración que sumó hace 25 años se mantienen como récord en la ACB (32 puntos, 27 rebotes, 5 tapones y 5 recuperaciones en Ourense).

FOTO:Scott CunninghamDIARIO AS
Fue el gran azote del madridismo durante cuatro temporadas, estuvo a punto de fichar por el Barça y solo pasó diez meses vestido de blanco. Incluso su Liga, la llamada de Petrovic, la perdió a manos del Barça de Aíto, Epi y Norris. Sin embargo, su carisma sobre la pista y ambición por ser el mejor, también su estética, le sitúan a la cabeza de cualquier clasificación. Petrovic es leyenda del baloncesto europeo, quizá el jugador más carismático de todos los tiempos. En Zagreb, la afición iba dos horas antes al pabellón para verle calentar. En Madrid, a los niños nos llevaban de excursión para observar sus entrenamientos. Puño arriba, bicicleta en el aire y lengua fuera, señas de identidad. Un anotador tan obsesivo que abrió un cisma en el equipo tras anotar 62 puntos en la final de la Recopa de 1989 al Snaidero de Oscar Schmidt, la mayor exhibición nunca vista en un duelo por un título continental. Doblegó al Barça en la Copa y en los choques directos, hasta la final de Liga perdida en el Palau con aquel arbitraje que también es historia. Sudó sangre en la NBA, pero triunfo. Y un día quiso volver al Madrid y… no había dinero para pagarle. Un fatal accidente acabó con su vibrante historia en 1993.
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Drazen Petrovic (1988-89)

Fue el gran azote del madridismo durante cuatro temporadas, estuvo a punto de fichar por el Barça y solo pasó diez meses vestido de blanco. Incluso su Liga, la llamada de Petrovic, la perdió a manos del Barça de Aíto, Epi y Norris. Sin embargo, su carisma sobre la pista y ambición por ser el mejor, también su estética, le sitúan a la cabeza de cualquier clasificación. Petrovic es leyenda del baloncesto europeo, quizá el jugador más carismático de todos los tiempos. En Zagreb, la afición iba dos horas antes al pabellón para verle calentar. En Madrid, a los niños nos llevaban de excursión para observar sus entrenamientos. Puño arriba, bicicleta en el aire y lengua fuera, señas de identidad. Un anotador tan obsesivo que abrió un cisma en el equipo tras anotar 62 puntos en la final de la Recopa de 1989 al Snaidero de Oscar Schmidt, la mayor exhibición nunca vista en un duelo por un título continental. Doblegó al Barça en la Copa y en los choques directos, hasta la final de Liga perdida en el Palau con aquel arbitraje que también es historia. Sudó sangre en la NBA, pero triunfo. Y un día quiso volver al Madrid y… no había dinero para pagarle. Un fatal accidente acabó con su vibrante historia en 1993.

FOTO:DIARIO ASDIARIO AS
El escolta estadounidense fue el primer fichaje de la era Laso, uno de los tres jugadores junto con Llull y Reyes en recorrer el camino íntegro al lado del técnico. Es decir, partícipe en los 20 títulos ganados en la nueva edad de oro de la canasta madridista y el extranjero con más partidos disputados (casi 650) en la historia del club por delante de Louis Bullock. El mejor tirador de Europa de las últimas temporadas, el más explosivo saliendo de los bloqueos, capaz de desequilibrar la mejor defensa y romper cualquier final, como en su primer éxito, en la Copa del Sant Jordi en 2012 o en la novena Copa de Europa conquistada en Madrid con 11 puntos de carrerilla que doblegaron al Olympiacos. Su dominio del español le ha hecho más cercano a la grada que otros jugadores de esta época. Cuando se retire en 2021, dejará su huella en el corazón de la afición.
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Jaycee Carroll (2011-Actualidad)

El escolta estadounidense fue el primer fichaje de la era Laso, uno de los tres jugadores junto con Llull y Reyes en recorrer el camino íntegro al lado del técnico. Es decir, partícipe en los 20 títulos ganados en la nueva edad de oro de la canasta madridista y el extranjero con más partidos disputados (casi 650) en la historia del club por delante de Louis Bullock. El mejor tirador de Europa de las últimas temporadas, el más explosivo saliendo de los bloqueos, capaz de desequilibrar la mejor defensa y romper cualquier final, como en su primer éxito, en la Copa del Sant Jordi en 2012 o en la novena Copa de Europa conquistada en Madrid con 11 puntos de carrerilla que doblegaron al Olympiacos. Su dominio del español le ha hecho más cercano a la grada que otros jugadores de esta época. Cuando se retire en 2021, dejará su huella en el corazón de la afición.

FOTO:Sonia CanadaGetty Images
Junto a Carroll es el jugador estadounidense más importante en la historia del club, aunque nació en Hamburgo, Alemania. Un anotador compulsivo, un alero de 1,98 m que encajó en el equipo desde el primer día e hizo una gran carrera. Su fichaje fue otro acierto de Pedro Ferrándiz, que en la década previa en sus excursiones por Estados Unidos se había traído a Hightower, Luyk y Brabender, entre otros. Walter llegó a prueba en el verano de 1973, fruto de la amistad de Ferrándiz con Lou Carnesecca, entrenador de la Universidad de St. John’s, y convenció. A los dos meses ya daba entrevistas en española. Acumuló siete temporadas de blanco, aunque solo disputó la Liga en las cuatro primeras, en las que siempre ganó el título. También levantó tres Copas de Europa y tres Intercontinentales con actuaciones decisivas y aún hoy, casi 45 años después de batirlo, mantiene el récord encestador de la Liga con 65 puntos. Los que le metió al Breogán (140-48) el 6 de febrero de 1976 cuando aún no existían triples. Una proeza.
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Walter Szczerbiak (1973-80)

Junto a Carroll es el jugador estadounidense más importante en la historia del club, aunque nació en Hamburgo, Alemania. Un anotador compulsivo, un alero de 1,98 m que encajó en el equipo desde el primer día e hizo una gran carrera. Su fichaje fue otro acierto de Pedro Ferrándiz, que en la década previa en sus excursiones por Estados Unidos se había traído a Hightower, Luyk y Brabender, entre otros. Walter llegó a prueba en el verano de 1973, fruto de la amistad de Ferrándiz con Lou Carnesecca, entrenador de la Universidad de St. John’s, y convenció. A los dos meses ya daba entrevistas en española. Acumuló siete temporadas de blanco, aunque solo disputó la Liga en las cuatro primeras, en las que siempre ganó el título. También levantó tres Copas de Europa y tres Intercontinentales con actuaciones decisivas y aún hoy, casi 45 años después de batirlo, mantiene el récord encestador de la Liga con 65 puntos. Los que le metió al Breogán (140-48) el 6 de febrero de 1976 cuando aún no existían triples. Una proeza.

FOTO:DIARIO ASDIARIO AS
En las dos últimas temporadas ha sido reconocido por muchos como el mejor base puro de Europa sin llegar al 1,80 de estatura. También el mejor defensor. Aterrizó en el verano de 2014, tras el Mundial de España, participó en la temporada perfecta y se marchó cedido dos cursos a Murcia. Después de compartir cancha y entrenamientos con Sergio Rodríguez, Doncic y Llull, agarró el testigo en la dirección con la marcha del esloveno a la NBA. Al mando, encadenó títulos y premios individuales. También cogió el relevo de Nocioni para aportar ese carácter competitivo tan argentino. El club vio en él un referente claro y le hizo, como a Tavares, un contrato por cinco años muy poco habitual en estos tiempos. Ahora, sin embargo, tiene decidido marcharse a EE UU, a intentar vivir el sueño americano. Hasta entonces, y no queda mucho, sigue quemando kilómetros con la camiseta blanca.
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Facundo Campazzo (2014-15 y 2018-Actualidad)

En las dos últimas temporadas ha sido reconocido por muchos como el mejor base puro de Europa sin llegar al 1,80 de estatura. También el mejor defensor. Aterrizó en el verano de 2014, tras el Mundial de España, participó en la temporada perfecta y se marchó cedido dos cursos a Murcia. Después de compartir cancha y entrenamientos con Sergio Rodríguez, Doncic y Llull, agarró el testigo en la dirección con la marcha del esloveno a la NBA. Al mando, encadenó títulos y premios individuales. También cogió el relevo de Nocioni para aportar ese carácter competitivo tan argentino. El club vio en él un referente claro y le hizo, como a Tavares, un contrato por cinco años muy poco habitual en estos tiempos. Ahora, sin embargo, tiene decidido marcharse a EE UU, a intentar vivir el sueño americano. Hasta entonces, y no queda mucho, sigue quemando kilómetros con la camiseta blanca.

FOTO:Sonia CanadaGetty Images
Hasta noviembre de 2016, cuando Carroll le alcanzó, Bullock era el extranjero con más partidos disputados en la historia del Real Madrid: 364. Había desembarcado en el club en el verano de 2004 de la mano de Maljkovic y su primer año fue triunfal. Celebró la Liga y el MVP de la final, de la que fue eliminado en el último tramo del quinto partido. Un guiño del destino porque dejó su sitio a Herreros para que este metiera el triple de su vida antes de retirarse. Después de un buen inicio de blanco, y de lograr su segunda Liga y la Copa ULEB en su tercera campaña, la del estreno de Joan Plaza en el banquillo, le tocó vivir años duros. Sweet Lou, conocido así por el enorme talento que le permitía ejecutar sus movimientos con aparente suavidad, fue el líder ofensivo durante cinco temporadas, en una carrera sin éxito por devolver al Real a la Final Four. Dejó partidos memorables dentro de un equipo combativo e identificable (Raúl, Mumbrú, Hervelle, Reyes…) al que le faltó un empujoncito, más piezas de calidad. Bullock, familiar y hogareño, caló hondo entre los aficionados. Messina le puso la cruz y él iba camino de los 34 años (la edad no perdona), pero el club permitió que su salida en el verano de 2010 fuera por la puerta de atrás y sin reconocimiento.
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Louis Bullock (2004-10)

Hasta noviembre de 2016, cuando Carroll le alcanzó, Bullock era el extranjero con más partidos disputados en la historia del Real Madrid: 364. Había desembarcado en el club en el verano de 2004 de la mano de Maljkovic y su primer año fue triunfal. Celebró la Liga y el MVP de la final, de la que fue eliminado en el último tramo del quinto partido. Un guiño del destino porque dejó su sitio a Herreros para que este metiera el triple de su vida antes de retirarse. Después de un buen inicio de blanco, y de lograr su segunda Liga y la Copa ULEB en su tercera campaña, la del estreno de Joan Plaza en el banquillo, le tocó vivir años duros. Sweet Lou, conocido así por el enorme talento que le permitía ejecutar sus movimientos con aparente suavidad, fue el líder ofensivo durante cinco temporadas, en una carrera sin éxito por devolver al Real a la Final Four. Dejó partidos memorables dentro de un equipo combativo e identificable (Raúl, Mumbrú, Hervelle, Reyes…) al que le faltó un empujoncito, más piezas de calidad. Bullock, familiar y hogareño, caló hondo entre los aficionados. Messina le puso la cruz y él iba camino de los 34 años (la edad no perdona), pero el club permitió que su salida en el verano de 2010 fuera por la puerta de atrás y sin reconocimiento.

FOTO:Juan ManettiGetty Images
Hay tipos que llegan, apuran la vida y se van pronto y, sin embargo, dejan un recuerdo imborrable. Ese fue Mirza Delibasic. El bosnio aterrizó en Madrid en el verano de 1981, al mismo tiempo que Fernando Martín, como pieza destacada de una de esas generaciones de oro que dio Yugoslavia, campeón olímpico, del mundo y de Europa, y tras múltiples exhibiciones en el Bosna Sarajevo, campeón continental de clubes en 1979. Un talento no visto antes en nuestro baloncesto por su facilidad para interpretar el juego, con una capacidad de pase y anotación asombrosa. Muy inteligente. Sus gestos técnicos y su tiro en suspensión eran pura clase. Pero sus compañeros lo recuerdan, sobre todo, fuera de la pista. Caló muy profundo en el vestuario por su personalidad y humanidad. Aprendió rápido el español, Lolo Sainz asegura incluso que en sus primeras horas ya se manejaba con algunas bromas, y pasó pronto a ser uno más de la familia blanca. Cartas, tenis… lo que le echaran. Le sobraba calidad para cualquier cosa. Estuvo solo dos temporadas y se marchó en 1983 porque él mismo aceptó, sin cobrar el año que le quedaba de contrato, que “el equipo necesitaba un pívot” al tiempo que se declaraba madridista para siempre y pagaba por adelantado la cuota de socio. Aunque apenas contaba con 29 años, se le notaba cierto declive físico. En septiembre de ese mismo año sufrió un infarto cerebral. La guerra de Yugoslavia le marcaría luego profundamente y falleció en 2001 con solo 47 años. Su memoria es eterna.
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Mirza Delibasic (1981-83)

Hay tipos que llegan, apuran la vida y se van pronto y, sin embargo, dejan un recuerdo imborrable. Ese fue Mirza Delibasic. El bosnio aterrizó en Madrid en el verano de 1981, al mismo tiempo que Fernando Martín, como pieza destacada de una de esas generaciones de oro que dio Yugoslavia, campeón olímpico, del mundo y de Europa, y tras múltiples exhibiciones en el Bosna Sarajevo, campeón continental de clubes en 1979. Un talento no visto antes en nuestro baloncesto por su facilidad para interpretar el juego, con una capacidad de pase y anotación asombrosa. Muy inteligente. Sus gestos técnicos y su tiro en suspensión eran pura clase. Pero sus compañeros lo recuerdan, sobre todo, fuera de la pista. Caló muy profundo en el vestuario por su personalidad y humanidad. Aprendió rápido el español, Lolo Sainz asegura incluso que en sus primeras horas ya se manejaba con algunas bromas, y pasó pronto a ser uno más de la familia blanca. Cartas, tenis… lo que le echaran. Le sobraba calidad para cualquier cosa. Estuvo solo dos temporadas y se marchó en 1983 porque él mismo aceptó, sin cobrar el año que le quedaba de contrato, que “el equipo necesitaba un pívot” al tiempo que se declaraba madridista para siempre y pagaba por adelantado la cuota de socio. Aunque apenas contaba con 29 años, se le notaba cierto declive físico. En septiembre de ese mismo año sufrió un infarto cerebral. La guerra de Yugoslavia le marcaría luego profundamente y falleció en 2001 con solo 47 años. Su memoria es eterna.

El ala-pívot de Rochester estuvo cinco temporadas en las que vivió de todo, desde la gloria de ganar la Octava junto a Sabonis hasta un feo final con una mala salida del club. Años después de su retirada regresó a España para quedarse. En el Madrid aterrizó en 1993 como uno de los grandes americanos de la ACB después de salirse en Málaga y en Vitoria. Iba a formar pareja interior con Sabas, la mejor de Europa, pero la adaptación no sería sencilla. Tenía un buen tiro de media distancia, sin embargo, le gustaba jugar por dentro y el gigante lituano ocupaba mucho espacio. Se molestaban. No fue fácil que ambos se acoplaran dentro y fuera de la pista, pero cuando las piezas encajaron… llegó la ansiada Euroliga en 1995 que el baloncesto blanco llevaba 15 años persiguiendo. Al año siguiente, ya sin Sabas, hizo pareja con Zoran Savic y el equipo volvió a la Final Four. En esa misma temporada, el 15 de febrero de 1996, anotó 63 puntos en la Euroliga en la pista del Virtus Bolonia con 24 de 28 en tiros de dos y 15 de 18 en tiros libres. Una marca inalcanzable hoy en día.
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Joe Arlauckas (1993-98)

El ala-pívot de Rochester estuvo cinco temporadas en las que vivió de todo, desde la gloria de ganar la Octava junto a Sabonis hasta un feo final con una mala salida del club. Años después de su retirada regresó a España para quedarse. En el Madrid aterrizó en 1993 como uno de los grandes americanos de la ACB después de salirse en Málaga y en Vitoria. Iba a formar pareja interior con Sabas, la mejor de Europa, pero la adaptación no sería sencilla. Tenía un buen tiro de media distancia, sin embargo, le gustaba jugar por dentro y el gigante lituano ocupaba mucho espacio. Se molestaban. No fue fácil que ambos se acoplaran dentro y fuera de la pista, pero cuando las piezas encajaron… llegó la ansiada Euroliga en 1995 que el baloncesto blanco llevaba 15 años persiguiendo. Al año siguiente, ya sin Sabas, hizo pareja con Zoran Savic y el equipo volvió a la Final Four. En esa misma temporada, el 15 de febrero de 1996, anotó 63 puntos en la Euroliga en la pista del Virtus Bolonia con 24 de 28 en tiros de dos y 15 de 18 en tiros libres. Una marca inalcanzable hoy en día.

FOTO:ANDREAS MANOLISREUTERS
Los protagonistas de la época, sus compañeros en el Real Madrid, lo consideran pieza fundamental de los éxitos blancos de finales de los sesenta, un pívot muy comprometido en la lucha contra la discriminación racial que incluso renegaba de la sociedad estadounidense del momento. Un interior inteligente de 1,98 m con unos muy buenos fundamentos técnicos: juego de pies, reverso, buena mano… Llegó desde Bilbao como máximo anotador de la Liga y en su primer curso de blanco, el 66-67, ganó la primera de sus dos Copas de Europas en tres años con un protagonismo esencial. Y no fueron tres seguidas por la derrota tras una doble prórroga en la final de Barcelona en 1969 ante el TSKA de Moscú. Aiken tuvo el triunfo en su mano, pero falló una bandeja sin oposición. Tan clara, que Pedro Ferrándiz, su entrenador y con el que mantuvo un pulso permanente porque no aceptaba su disciplina, ha asegurado durante años, medio en broma medio en serio, que aquel tiro lo erró a propósito. Semanas después, Aiken dejaba el club.
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Miles Aiken (1966-69)

Los protagonistas de la época, sus compañeros en el Real Madrid, lo consideran pieza fundamental de los éxitos blancos de finales de los sesenta, un pívot muy comprometido en la lucha contra la discriminación racial que incluso renegaba de la sociedad estadounidense del momento. Un interior inteligente de 1,98 m con unos muy buenos fundamentos técnicos: juego de pies, reverso, buena mano… Llegó desde Bilbao como máximo anotador de la Liga y en su primer curso de blanco, el 66-67, ganó la primera de sus dos Copas de Europas en tres años con un protagonismo esencial. Y no fueron tres seguidas por la derrota tras una doble prórroga en la final de Barcelona en 1969 ante el TSKA de Moscú. Aiken tuvo el triunfo en su mano, pero falló una bandeja sin oposición. Tan clara, que Pedro Ferrándiz, su entrenador y con el que mantuvo un pulso permanente porque no aceptaba su disciplina, ha asegurado durante años, medio en broma medio en serio, que aquel tiro lo erró a propósito. Semanas después, Aiken dejaba el club.

Eran otros tiempos, han pasado ya 60 años, pero Johnny Báez (Puerto Rico, 1935) ayudó a mejorar el baloncesto español, en eso coinciden los más veteranos, los que le vieron jugar. Un pívot de 1,89 m que para la época no estaba mal, aunque lo que dejó huella fue su estilo revolucionario. “Marcó un antes y un después. Rápido, coordinado, con buen bote, dotado de un gran salto, con facilidad en el tiro y muy elegante. Su juego nada tenía que ver con el de la mayoría de pívots de la época”, explica el propio club blanco en el capítulo destinado a sus leyendas. Báez estuvo tres temporadas y en dos fue el máximo anotador de una Liga que arrancó justo entonces, de hecho, fue el protagonista en los dos primeros títulos de la competición que ganó el Real Madrid.
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Juan Ramón Báez Mariño, Johnny Báez (1957-60)

Eran otros tiempos, han pasado ya 60 años, pero Johnny Báez (Puerto Rico, 1935) ayudó a mejorar el baloncesto español, en eso coinciden los más veteranos, los que le vieron jugar. Un pívot de 1,89 m que para la época no estaba mal, aunque lo que dejó huella fue su estilo revolucionario. “Marcó un antes y un después. Rápido, coordinado, con buen bote, dotado de un gran salto, con facilidad en el tiro y muy elegante. Su juego nada tenía que ver con el de la mayoría de pívots de la época”, explica el propio club blanco en el capítulo destinado a sus leyendas. Báez estuvo tres temporadas y en dos fue el máximo anotador de una Liga que arrancó justo entonces, de hecho, fue el protagonista en los dos primeros títulos de la competición que ganó el Real Madrid.

Real Madrid
El de Cabo Verde es un pívot de los que no estaban de moda, un gigante de 2,20 en un baloncesto en el que se llevan los interiores móviles y tiradores. El Madrid lo fichó en octubre de 2017 tras la grave lesión del serbio Kuzmic y el impacto resultó casi inmediato. El mejor pívot defensivo de la actual Euroliga y uno de los más determinantes por su influencia en el juego. Afronta su cuarta temporada en el baloncesto madridista con el que ha ganado ya siete trofeos. Un capítulo, sin embargo, que acaba de abrirse, puesto que tiene solo 28 años y en el verano de 2019 el club renovó su contrato por cinco campañas, hasta 2024. Una apuesta decidida por un jugador que puede marcar una época, aunque con lo vivido hasta ahora se encuentra por derecho entre los mejores extranjeros de siempre del equipo blanco.
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Edy Tavares (2017-Actualidad)

El de Cabo Verde es un pívot de los que no estaban de moda, un gigante de 2,20 en un baloncesto en el que se llevan los interiores móviles y tiradores. El Madrid lo fichó en octubre de 2017 tras la grave lesión del serbio Kuzmic y el impacto resultó casi inmediato. El mejor pívot defensivo de la actual Euroliga y uno de los más determinantes por su influencia en el juego. Afronta su cuarta temporada en el baloncesto madridista con el que ha ganado ya siete trofeos. Un capítulo, sin embargo, que acaba de abrirse, puesto que tiene solo 28 años y en el verano de 2019 el club renovó su contrato por cinco campañas, hasta 2024. Una apuesta decidida por un jugador que puede marcar una época, aunque con lo vivido hasta ahora se encuentra por derecho entre los mejores extranjeros de siempre del equipo blanco.

FOTO:Angel MartinezEuroleague Basketball via Getty
El Titán de Nayarit era un viejo anhelo del Madrid y de Pablo Laso que pudo hacerse realidad en septiembre de 2014, una vez que el pívot mexicano logró recomprar al Barcelona los derechos que el club azulgrana tenía sobre él. Llegar y besar el santo, la temporada perfecta con pleno de títulos en la que Nocioni, Reyes, Llull y Rudy recibieron premios de MVP en distintas competiciones, pero en la que Ayón resultó determinante para darle solidez al bloque. Como fue decisivo en la Final Four con una actuación descomunal en la semifinal ante el Fenerbahçe: 18 puntos, 7 rebotes y 6 asistencias para 30 de valoración. Con los años, su potencia física e intimidadora se redujo, también esa capacidad para defender casi a cualquier jugador en los desajustes, pero su lectura del juego fue en aumento, lo que le permitió actuar como un segundo base desde los postes. Una pieza clave en la era Laso. Dejó el Madrid en 2019 por su deseo frustrado de tener una segunda oportunidad en la NBA. Acabó en San Petersburgo y ahora ha regresado a su país.
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Gustavo Ayón (2014-19)

El Titán de Nayarit era un viejo anhelo del Madrid y de Pablo Laso que pudo hacerse realidad en septiembre de 2014, una vez que el pívot mexicano logró recomprar al Barcelona los derechos que el club azulgrana tenía sobre él. Llegar y besar el santo, la temporada perfecta con pleno de títulos en la que Nocioni, Reyes, Llull y Rudy recibieron premios de MVP en distintas competiciones, pero en la que Ayón resultó determinante para darle solidez al bloque. Como fue decisivo en la Final Four con una actuación descomunal en la semifinal ante el Fenerbahçe: 18 puntos, 7 rebotes y 6 asistencias para 30 de valoración. Con los años, su potencia física e intimidadora se redujo, también esa capacidad para defender casi a cualquier jugador en los desajustes, pero su lectura del juego fue en aumento, lo que le permitió actuar como un segundo base desde los postes. Una pieza clave en la era Laso. Dejó el Madrid en 2019 por su deseo frustrado de tener una segunda oportunidad en la NBA. Acabó en San Petersburgo y ahora ha regresado a su país.

FOTO:SERGIO PEREZREUTERS