Los 10 peores números 1 del Draft de la historia en la NBA
Anthony Bennett (número 1 en 2013: Cleveland Cavaliers)
Una sorpresa, elegido por delante de Victor Oladipo o un Nerlens Noel cuyas acciones bajaron por una grave lesión de rodilla que le impidió jugar durante su primera temporada. En los Cavs no pasó de 4,2 puntos y 3 rebotes por partido y solo pasó 6 veces de diez puntos (nunca llegó a veinte). Se fue a Minnesota en el traspaso por Kevin Love, pero tampoco: 5,2 puntos y 3,8 rebotes… y solo un partido de 20 puntos exactos. Cortado por los Wolves, se fue a Toronto Raptors pero en su tierra (nació en Toronto) solo jugó 84 minutos en 19 partidos antes de ser, otra vez y entre idas y venidas desde la Liga de Desarrollo, cortado. Lo intentó por última vez en los Brooklyn Nets: 23 partidos. Después se marchó a Europa para enrolarse en el Fenerbahçe, que ganó ese año la Euroliga aunque con poca participación de Bennett, que acabó en la G League. Los Rockets le darán ahora otra oportunidad.
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Kwame Brown (número 1 del draft de 2001: Washington Wizards)
Estiró más de doce años su carrera NBA y pasó por siete equipos. Ganó 64 millones en contratos y nunca promedió más de 10,4 puntos y 7,4 rebotes por partido (2003-04, la penúltima en los Wizards antes de irse traspasado a los Lakers). En su carrera no pasó de 6,6 y 5,5, muy lejos del pívot dominante que visualizó Michael Jordan, que le dio el número 1 en Washington por delante de Pau Gasol, Joe Johnson, Tyson Chandler, Zach Randolph, Gerald Wallace, Tony Parker, Gilbert Arenas… Inmaduro y poco consistente, no le habría ido mal pasar por Florida, esa era su primera idea, en vez de dar el salto directamente a la NBA desde Glynn Academy, donde le rodeaba un aura del pívot dominante que nunca fue.
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Greg Oden (número 1 en 2007: Portland Trail Blazers)
Las lesiones no dejaron ni florecer la carrera del que estaba llamado a ser el Bill Russell de esta era. Un pívot gigantesco, demoledor en defensa y con presencia en ataque. Un jugador que sembraba el terror en Ohio State y que incluso decidía partidos con la mano buena lesionada. Los Blazers, seguramente el equipo maldito del draft por excelencia, se la jugó con él por delante de Kevin Durant y por entonces muchos expertos les dieron la razón. En Portland solo jugó 82 partidos entre 2007 y 2012, entre recuperación y recuperación y frenado cada vez que asomaba. Después lo intentó en Miami Heat con LeBron y su big three, pero apenas funcionó como relleno del equipo que fue arrasado por los Spurs en la Final de 2014. Tras un paso por China anunció su retirada definitiva, aunque ahora está disputando la Liga Big3 de 3x3.
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Michael Olowokandi (número 1 del draft de 1998: Clippers)
Tampoco los Clippers han sido demasiado afortunados, ni en la historia del draft ni en su trayectoria en general. Olowokandi se llevó el 1 en un draft en el que estaban Mike Bibby, Antawn Jamison, Vince Carter, Paul Pierce, Dirk Nowitzki, Rashard Lewis… Llegó a la NBA en año de lockout tras pasar por Italia, no brilló en sus cinco años en LA (9,9 puntos y 8 rebotes) y viajó después de Minnesota a Boston, su último equipo (2006-07). Lesiones, inconsistencia, mala forma física… apenas fue un pívot intimidador que ponía kilos en la zona, algo muy distinto a lo que se esperaba cuando dominaba en su etapa universitaria.
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Pervis Ellison (número 1 del draft de 1989: Sacramento Kings)
Un pívot algo undersized pero que llegó a la NBA con un título universitario ganado con Louisville. Por entonces se le apodaba Never Nervous (jamás nervioso). Los Kings se la jugaron con él por delante de Glen Rice, Tim Hardaway, Shawn Kemp o Vlade Divac, entre otros, y apenas pudieron contar con sus servicios por culpa de las lesiones antes de traspasarle a Washington. Allí tuvo buenos momentos (20 puntos por partido en la temporada 1991-92) pero le condenó el sambenito de jugador de cristal: en once temporadas solo jugó una vez más de 70 partidos.
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LaRue Martin (número 1 del draft de 1972: Portland Trail Blazers)
Los Blazers, ay: Greg Oden con el 1 por delante de Durant, Sam Bowie con el 2 en 1984 por delante de Michael Jordan… y Martin antes que McAdoo, Westphal… y Julius Erving. De LaRue se esperaba que fuera un pívot de época pero solo aguantó cuatro temporadas en la NBA y en la mejor (1974-75) apenas promedió 7 puntos y 5 rebotes por partido. Se marchó en 1976, justo un año antes de que los Blazers ganaran su anillo de la mano de Bill Walton, drafteado en 1974 pero que apenas coincidió con Martin porque se pasó casi toda la temporada 74-75 en el dique seco por sus malditas lesiones.
Foto:BettmannBettmann Archive
Kent Benson (número 1 del draft de 1977: Milwaukee Bucks)
No es fácil ser el número 1 del draft en el que fue elegido Bernard King. Y menos si eres un pívot de casi 2,10 que había tenido un enorme éxito en la Universidad de Indiana para no llegar jamás en la NBA a desplegar su potencial. Benson solo estuvo tres años en los Bucks y no llegó a 10 puntos y 6 rebotes de media. Después pasó por Jazz, Cavaliers y Pistons, con los que tuvo su periplo más destacado, especialmente entre 1980 y 1982. Después de once años en la NBA, por lo que más se le recuerda es porque Kareem Abdul-Jabbar le rompió la mandíbula y se rompió la mano por darle un puñetazo… cuando Benson apenas llevaba dos minutos en pista en su primer partido como profesional.
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Art Heyman (número 1 del draft de 1963: New York Knicks)
Los Knicks dejaron escapar a Nate Thurmond, que acabó en el Hall of Fame y en la lista de los 50 mejores jugadores de la historia de la liga. Heyman solo estuvo tres temporadas en Nueva York antes de marcharse a jugar a la ABA. Con él, los Knicks perdieron más de la mitad de los partidos que jugaron y solo como rookie anotó más de 10 puntos por noche. Una miseria para un jugador que llegaba como gran estrella de Duke, nada menos, donde batió en su tiempo récords de puntos totales y de puntos por partido.
Foto:Focus On SportGetty Images
Joe Smith (número 1 del draft de 1995: Golden State Warriors)
Elegido por delante de Rasheed Wallace, Kevin Garnett, Antonio McDyess, Jerry Stackhouse o Michael Finley. Nunca logró ser en el baloncesto profesional la estrella que había despuntado en la Universidad de Maryland, pero al menos se acabó estableciendo como un consumado profesional: en 16 años jugó para 12 equipos y pasó sus últimos siete años sin promediar más de 25 minutos por noche. Luego le castigó el escándalo que urdió Kevin McHale en los Wolves, que le ofrecieron más dinero en el futuro si firmaba un contrato asequible para que la franquicia de Minneapolis apuntara hacia otras estrellas. Y no le ayudó, desde luego, haber sido elegido por delante de monstruos como Garnett y Rasheed.
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Andrea Bargnani (número 1 del draft de 2006: Toronto Raptors)
¿Merece il Mago estar en esta lista? Por números, su carrera no ha sido tan abismal como la de otros, pero ha dejado un rastro de ocasión perdida, de talento desaprovechado tras unos tiempos prometedores en Toronto. Le trató muy mal su última etapa entre Knicks y Nets. Eso sí, ha ganado más de 72 millones de dólares en contratos y estuvo en el Mejor Quinteto Rookie en un momento en el que todos en la NBA buscaban a la siguiente gran sensación europea. De su draft salieron LaMarcus Aldridge, Brandon Roy (un descomunal talento machacado por las lesiones), Rajon Rondo, Kyle Lowry y Paul Millsap, aunque también muy arriba Adam Morrison, Tyrus Thomas y Shelden Williams (los tres top-5). Bargnani promedió más de 21 puntos por partido en la temporada 2010-11. Pero muchas veces puntos huecos, sin rebotes ni liderazgo. Estuvo unos meses en el Baskonia y después, no se supo nada más del pívot italiano.
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