USA vs España: la mejor final de la historia, cumbre del documental que prepara Wade
El ex jugador es productor ejecutivo de un proyecto que empezó hace un año sobre el Redeem Team, el equipo que devolvió la gloria olímpica a Estados Unidos.
El éxito de The Last Dance, el documental sobre Michael Jordan y los Chicago Bulls, seguramente anime en los próximos meses a arrancar bastantes proyectos similares, pero hay uno al que no se le podrá nombrar hijo del último baile de Jordan. Dwyane Wade está metido como productor ejecutivo en un proyecto sobre el Redeem Team (equipo de la redención) que comenzó a prepararse desde hace más o menos un año, como explicó el propio exjugador en un podcast. Aquel equipo plagado de estrellas, algunas ya consagradas y otras en plena eclosión, devolvió a la selección de baloncesto de Estados Unidos el prestigio perdido en los tres últimos grandes campeonatos previos a los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.
"Es algo en lo que llevamos trabajando el último año más o menos. Para mí el 2008 fue un gran año. Tuve que redimirme yo también de alguna manera, porque todo el mundo pensaba que estaba acabado", explica Wade en referencia a los problemas de lesiones que sufrió los dos años anteriores. Después de ser campeón de la NBA y MVP de las Finales en 2006 con los Miami Heat, el escolta se perdería 62 partidos entre 2007 y 2008 y los Heat fueron barridos sin él en la primera ronda de los playoffs del 2007 y acabaron con el peor récord de la liga al año siguiente. Sin embargo, Wade encontró el punto de forma a tiempo para realizar un gran torneo olímpico y, lo que es igual de importante, comenzó a forjarse una sólida amistad entre él, LeBron James y Chris Bosh. Los tres formarían dos años después un Big Three en Miami que llegaría a cuatro finales consecutivas ganando dos títulos. "Fue una época maravillosa. Y aquel equipo... Era algo especial", recuerda.
Volver a dominar el mundo
La selección final de 12 jugadores la formaron, además de Wade, LeBron y Bosh, Kobe Bryant, Carmelo Anthony, Carlos Boozer, Dwight Howard, Jason Kidd, Chris Paul, Tayshaun Prince, Michael Redd y Deron Williams. En estos momentos suman entre todos 15 campeonatos de la NBA, 72 apariciones en los quintetos del año y 102 participaciones en los All Star. Con estos datos la definición que da Wade de "especial" para este equipo se queda algo corta. La mayoría de gente no duda en que esta selección es lo más cerca que ha estado EE UU de juntar un grupo parecido al Dream Team de Barcelona 92.
Pero en 2008 las hazañas de Jordan, Magic, Bird y compañía parecían un sueño muy lejano. La selección estadounidense llegaba a Pekín después de estrellarse tres veces seguidas, primero en casa en el Mundial de 2002, donde ni siquiera pelearon por las medallas, después en los Juegos de Atenas 2004, donde fueron bronce, y finalmente en el Mundial de 2006, donde volvieron a caer en semifinales. Para un país que se sabe dominador casi absoluto de un deporte otro tropiezo era inaceptable. Team USA contrató a Jerry Colangelo como director deportivo y Mike Krzyzewski como entrenador y, aunque ambos ya estaban al mando durante el Mundial 2006, estaban empezando a colocar los cimientos de lo que se convertiría en un equipo invencible durante más de una década, hasta que en el Mundial del año pasado Francia les echó en cuartos de final (ya sin Krzyzewski de entrenador).
Un partido irrepetible
Aquellos Juegos Olímpicos fueron efectivamente los de la redención para el Team USA, que se marchó del torneo con un récord de 8-0 y la medalla de oro después de ganar a España en la que muchos consideran la mejor final olímpica de la historia. El equipo español llevó al límite a un grupo de jugadores que hasta entonces se había paseado ante cada uno de los rivales que se le habían puesto por delante. Fue el partido de la actuación memorable de Rudy (mate en la cara de Howard incluido) y su expulsión en el último cuarto al hacer la quinta personal en un 3+1 de Kobe Bryant, que inmediatamente después mandaba callar a un público que ya animaba claramente a los españoles. También fue el día que Estados Unidos descubrió a Ricky Rubio, un jugador del que se enamoraron antes de su llegada a la NBA cuando aún era un chavalín. O cuando Navarro tuvo que hacer de base por la lesión de Calderón e hizo unos pasos descarados en la última posesión del partido como protesta por todos los no pitados a los jugadores americanos. El día que Kobe utilizó para atacar mental y físicamente a Pau Gasol, tanto él como los pívots rivales a instancias suyas, y que el propio jugador español lo ha definido como clave en su fortaleza en los dos anillos que logró con los Lakers los dos años siguientes.
Un sinfín de historias que solían acabar con Carmelo anotando de tres, en la distancia perfecta para él, la del triple FIBA, donde ha demostrado ser el mejor jugador americano en décadas. Al final 118-107 para Estados Unidos, que sufrió de lo lindo ante una Selección española casi irrepetible. Cuatro años después harían lo mismo en Londres, pero eso ya es otra historia.