COPA INTERCONTINENTAL | VIRTUS 72 - CANARIAS 80
Iberostar Tenerife conquista el mundo del baloncesto otra vez
Tenerife logra su segunda Copa Intercontinental. En duelo con sabor añejo ante la Virtus de Bolonia sobresalió un clásico, Marcelinho Huertas.
Iberostar Tenerife se sitúa en la cima del mundo. Se ha acomodado a ella porque no es la primera vez: segunda en un lapso de tres años. Supera, por ejemplo, al Barça en el palmarés. Para una localidad que ni siquiera es la capital de su isla significa ponerles en el mapa del baloncesto a un nivel que nunca imaginaron pero al que se han merecido llegar.
El Santiago Martín acogió de nuevo una Final Four de la FIBA y el equipo no decepcionó a sus fieles, que apoyaron como si fuera la primera vez y celebraron como si fuera la última. Sin Dani Díez por lesión y sin Tomasz Gielo por los cupos permitidos, contra todo un clásico que está más vivo que nunca -la Virtus de Bolonia- pero saboreando las mieles del éxito siendo fieles al 'estilo Vidorreta': defensa, pocos riesgos y eficiencia.
Una corona de flores frescas
Los nervios jugaron una mala pasada a los dos equipos, pero sobre todo al Canarias, en el inicio. Esos primeros minutos eran como el que clava sus uñas en una pizarra, dentera y de la brusca. Salin inauguró el marcador tras 3:48 minutos, pero fueron cinco puntos en siete minutos para el cuadro aurinegro. ¿La buena noticia para ellos? Que el rival tampoco estaba muy fino. Marcelinho Huertas fue un buen termómetro de lo que acabó pasando: empezó horrible con una serie de 0/6 en tiros de campo y acabó con 23 puntos como máximo anotador del encuentro.
Txus Vidorreta quiso que Giorgi Shermadini no saliera de inicio para así protegerle de posibles faltas y buscar el contraste con la segunda unidad. Qué bien hizo porque en cuanto salió cambió el signo. "Balones a Will", que decían en El Príncipe de Bel Air. El georgiano está finísimo esta temporada en la que tanto se habla de Nikola Mirotic. El pívot absorbía los ataques en estático y eso calmaba un poco la premura inicial. El elemento perturbador con el que el técnico vasco quería hacer la vida imposible a Sasha Djordjevic se llamaba Lahaou Konaté, un jugador que juega a mil revoluciones y pone el contraste necesario en los esquemas del Canarias. Con eso levantaron la fortaleza los aquí locales, con dosis de brega y embarrándose más que su rival.
Teodosic y Markovic, los dos motores de la renovada Virtus, estaban tremendamente imprecisos no sólo en los lanzamientos sino a la hora de encauzar los ataques para que hubiera posiciones claras de tiro. Eran otros, como el interior Julian Gamble, los que tomaban algo más de responsabilidad para no despegarse.
La distancia de diez puntos se cuadró al descanso y acompasó el electrónico durante buena parte del encuentro. Los ojos de los espectadores empezaron a ver algo entre tanta espesura y se abrió la luz. El duelo que muchos querían ver por fin tomaba calor: Marcelinho Huertas contra Milos Teodosic. Pasado en la NBA, muchas horas a las espaldas y calidad a raudales. El brasileño está en una gran forma este año, formando una pareja que asusta junto al mencionado Shermadini, y el momento para poner la guinda era éste. Y lo hizo. Triples si no encontraba otra opción, alguna carambola de las de estar tocado por la varita mágica y dejando con poco efecto la exhibición de Santi Yusta en la semifinal para llevarse él el MVP.
Dentro de la mole de trabas en la que se movía el partido por momentos, un perro viejo como Djordjevic vio que podía hacer algo por remediar la situación. Algo de magia de Teodosic mediante, subir la intensidad en los contactos fue el antídoto contra el veneno paulista. Giampaolo Ricci aunó eso y el acierto para poner en serios aprietos al Canarias. Pero un clavo saca a otro clavo. La introducción de Bogris en los minutos finales dio un par de balones extra que fueron como agua en el desierto para el conjunto de La Laguna. Y se hizo, de nuevo, la magia. ¡Campeones del mundo!
Con un 72-80 se llevó Iberostar Tenerife este título para sus vitrinas por 2ª vez.