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NBA | PORTLAND TRAIL BLAZERS

La 'explosión Lillard': sacrificar el anillo para quedarse en Portland

La extensión veraniega de 196 millones por 4 años selló definitivamente el destino de la última gran referencia de Oregón, que sigue demostrando su compromiso con la franquicia.

Damian Lillard, tras anotar el triple que le dio la victoria y el pase a semifinales de la Conferencia Oeste a los Portland Trail Blazers de la NBA, eliminando a los Oklahoma City Thunder
Steve DykesGetty Images

Los Blazers sumaron 51 victorias en la 2014-15. Eran tres menos que el año anterior, cuando ganaron una ronda de playoffs por primera vez desde el 2000. Fue la última temporada de un proyecto que se había completado de forma redonda y que en las dos últimas campañas había sumado, en regular season, un balance de 105-59, una cifra espectacular que les había metido dos años consecutivos en playoffs y les hacía soñar con un futuro prometedor y lleno de esperanza. La eliminación en primera ronda ante los Grizzlies aceleró las cosas y desmanteló a una plantilla extremadamente talentosa (LaMarcus Aldridge, Nico Batum, Robin Lopez, Wesley Matthews, Arron Afflalo) para quedarse con Damian Lillard y CJ McCollum. El primero, un joven imberbe que había llegado a la Liga en 2012, se las había arreglado para consolidarse en muy poco tiempo, sumando el Rookie del Año, dos participaciones en el All Star y ese tiro ganador ante los Rockets en 2014 que les permitió pasar a semifinales del Oeste. El segundo era un desconocido que solo había sido titular en 3 partidos durante la última campaña y que apenas llegó a los 16 minutos por noche.

Lo que para algunos fue el principio del fin, para otros fue la continuación del proyecto. Lo que no había funcionado con Aldrige y compañía bien podría hacerlo con Lillard como líder. Al fin y al cabo, se mantenían los mimbres que representaban el base, que tenía una conexión especial con la afición y Terry Stotts, el entrenador que había devuelto a los Blazers a playoffs. Neil Olshey, General Manager de la franquicia y Paul Allen, su dueño, pensaron que la mejor manera de mirar hacia el futuro era hacerlo con lo que funcionaba y quitarse de encima lo que, aunque talentoso, llegó a ser disfuncional en playoffs.

Tampoco es que el camino recorrido desde entonces haya llevado al éxito a los Blazers, pero lo que sí ha quedado claro es que el compromiso de lo que se quedó en su momento ha sido intachable. Contratazos millonarios mediante, sobre todo el último, de 196 millones en cuatro años, han provocado que Lillard decida quedarse en Oregón y que recalque que, a pesar de no ganar el anillo, está en su casa y en ella se va a quedar. El caso de McCollum es parecido (100 millones), pero el líder espiritual y la cara definitiva del proyecto es Lillard. Una referencia para una ciudad que, siempre ignorada por los grandes agentes libres, estaba necesitada de héroes. Lo que en su día fue Clyde Drexler, que les lideró a dos Finales de la NBA, no lo pudieron ser, por edad, conexión o lesiones, gente como Scottie Pippen, Avrydas Sabonis, Rasheed Wallace, Zach Randolph, Brandon Roy o LaMarcus Aldrige, que asumió el último papel de jugador franquicia antes que el propio Lillard.

El talento aparece cuando la dificultad acecha

Decir que Damian Lillard ha explotado en la presente campaña sería casi un insulto a la inteligencia. Desde que el proyecto anterior al proyecto vio su fin, el base no se ha bajado de los 25 puntos por partido. Un jugador muy bien adaptado a la época en la que vive, su capacidad para tirar de tres y su juego rápido y ofensivo están muy a la par con lo que la Liga busca hoy en día. Sin embargo, las dificultades planteadas en la presente campaña tras la revolución veraniega realizada por Olshey, ha obligado a la estrella a dar un paso más hacia delante. Las pérdidas de parte de la intendencia, con Aminu y Harkless, sostenes defensivos, a la cabeza (unidos a hombres útiles como Enes Kanter o Seth Curry) fueron reemplazadas por los ya mencionados contratazos que dejaban a McCollum y Lillard atados a la franquicia hasta 2024 y 2025 respectivamente. Especialmente el base, que ha sellado especialmente su destino con Portland.

Lillard se ha ido casi a los 28 puntos por partido en lo que llevamos de campaña y está repartiendo 7,6 asistencias, ambos récords personales. El casi 45% en tiros de campo es el máximo de su carrera (44,6 en concreto) y se mantiene en porcentaje de triples (37%), rebotes (4,1) y robos (1). La llegada de Carmelo Anthony (16 tantos por noche) y el siempre buen nivel de McCollum (21) no han impedido que Lillard explote. Lleva ya 16 partidos por encima de los 30 puntos, a tan solo 5 de los que logró el año pasado y ha superado los 60 (¡!) en dos ocasiones. Anotó esa cifra exacta ante los Nets (derrota) y ha hecho lo mismo ante los Warriors en un partido de infarto y decidido en la prórroga en el que además ha batido el récord de triples de la franquicia (11).

A las duras y a las maduras

Cualquiera diría que con todo ese dinero poco importan los anillos y que su compromiso no se puede discutir por lo que cobra. Y es un argumento perfectamente lícito... pero queda claro que el compromiso es indiscutible. Ni un amago de irse del equipo desde que llegó, siendo siepre el mejor de los suyos y sin perderse los playoffs ni una sola vez. Ahí es donde máss cuestionados eran los Blazers, que ahuyentaron sus fantasmas avanzando a las finales del Oeste el año pasado por primera vez desde el 2000 (aquel séptimo partido ante los Lakers). Ni siquiera el sweep ante los Lakers desdibujó el mérito de los de Stotts, que por fin se reivindicaba en los banquillos que tuvo a su estrella en 33 puntos por partido en primera ronda (50 y triple ganador en el quinto ante los Thunder) y en 27 en playoffs. Subiendo sus números de la regular season (25,8). Como hacen los grandes.

Ahora, en una temporada llena de dificultades, el base sigue demostrando su compromiso y se postula, una vez más, como esencial para los suyos. Solo se ha perdido dos encuentros, disputa 37 minutos por partido y el equipo mejora con él: los rivales anotan menos (112 con él en pista y 115 sin él de rating) y, por su puerto, el ataque fluye en otra dimensión, apenas llegandon a los 106 de rating ofensivo cuando está en el banquillo y subiendo al 113 cuando está en acción. Incluso en la temporada más complicada del último lustro, el playmaker aprieta un día sí y otro también para intentar llevar a los suyos a playoffs. En ello están, a dos victorias. Difícil, pero no imposible.

Es es Damian Lillard. Formado en la Universidad de Weber State, sexto en el draft del 2012, Rookie del Año, dos veces campeón del Concurso de Habilidades, 4 veces All Star (que muy probablemente serán 5), otras 4 en los mejores quintetos... un currículum envidiable para un hombre que seguirá ligado a los Blazers por mucho tiempo, ya veremos si hasta que se retire. Y que, por su deseo de permanecer en casa, ha renunciado a un anillo que no parece que vaya a tener tan cerca como el año pasado. Al menos este año. En el futuro, ya lo veremos. Al fin y al cabo, la NBA es ese lugar en el que todo es posible.