Acabó la temporada de los Lakers, otra vez fuera de playoffs (sexta temporada consecutiva) y con solo dos victorias más que en la anterior a pesar de la llegada de LeBron James, el mejor jugador de su generaciones y ya uno de los grandes de la historia.

Por si fuera poco, la esperpéntica salida de Magic Johnson ha estropeado más el panorama en un equipo que todavía no ha tomado decisiones en firme con respecto a su general manager, el my criticado Rob Pelinka, y su entrenador, un Luke Walton que ha vivido esta temporada en la cuerda floja, presionado desde el principio por un Magic cuya salida puede ser buena si se acierta con su sucesor, pero desde luego es mala como mínimo por las espantosas formas en las que se produjo.

En el ojo del huracán también está, claro, LeBron James, en una temporada en la que ha sufrido la peor lesión de su carrera, un problema de ingle que le hizo perderse 17 partidos y de la que volvió lejos de su mejor versión física, en la que se ha cuestionado su liderazgo y que ha llevado a pensar si no ha comenzado el declive de un jugador que hasta ahora parecía capaz de desafiar al padre tiempo durante algunos años más.

LeBron, al menos, mostró su compromiso con los Lakers en una entrevista con Jim Hill, de CBS, en la que dejó claro que su objetivo sigue siendo el mismo que cuando llegó a la franquicia, a pesar de todo lo que ha sucedido en un verdadero annus horribilis: "Vine a los Lakers por una razón, solo una: jugar al baloncesto para ganar y llevar a este equipo al lugar en el que solía estar. Sigo viendo todas esas banderas de campeones y quiero formar parte de eso. Veos esas banderas con todos los grandes de los Lakers: Magic, Kareem, Shaquille, Worthy, Baylor, Chamberlain, Kobe... y quiero estar ahí arriba también. Esa sigue siendo mi motivación, y no pararé hasta que esta franquicia esté en situación de pelear por el título, y espero que ganarlo, y hasta que mi camiseta esté ahí arriba con esas otras. Eso es lo único importante".