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EUROLIGA | 10ª JORNADA

El Madrid pierde el liderato ante la potencia de fuego del CSKA

Los blancos empezaron 14 abajo y remontaron con un parcial de 29-7, pero Higgins tomó el mando en la segunda parte y ni siquiera Campazzo pudo igualarlo. El CSKA, 15/26 de tres.

Rudy Fernández lanza durante el partido entre el Real Madrid y el CSKA Moscú.
Rudy Fernández lanza durante el partido entre el Real Madrid y el CSKA Moscú.Emilio CobosDIARIO AS

El campeón de Europa le entregó en bandeja de plata el liderato a su ogro, el CSKA, el rival que más veces le ha tumbado en la competición continental en 60 años de historia: 29 ya en 49 asaltos. Tercera derrota blanca seguida tras las de El Pireo y Barcelona, esta última en ACB. Bache de resultados y de juego ante la flor y nata de la Euroliga. Tropiezos que no solo se explican por la ausencia de Llull (Itoudis no contó con Sergio Rodríguez). Al Madrid le toca bajón en un momento valle del curso. El equipo no fluye como antes. Sin Llull, decimos, y sin relevo a la altura de Campazzo, porque esta vez a Prepelic ni se le vio (-7 de valoración en 4:14). El esloveno comenzó en octubre sin rol de base y ahora anda extraviado. Tampoco Thompkins ha entrado aún en dinámica, ni Causeur, y Tavares parece más mundano.

El Madrid arrancó como un coche de calle cascado frente a un bólido a estrenar. Lo habíamos visto antes: despreció parte del primer acto y le tocó remar con fuerza a partir de ahí. Se remangó para pelear contra la corriente y fue capaz de vadear la crecida, que llegó a tener dimensiones importantes. En el minuto 6 perdía por 14 (3-17). Le faltaba concentración, intensidad y acierto, le faltaba todo para jugar al baloncesto a este nivel. Sin rebotes y con varias pérdidas absurdas alfombró de rojo el camino ruso.

Apenas nueve minutos después, sin embargo, el Real le había dado la vuelta al calcetín. Mandaba por ocho (32-24) tras un parcial escandaloso de 29-7. La entrada de Rudy y de Ayón lo había modificado todo. Defensa y movilidad. Una actividad que impulsó en ataque el manejo de balón de Randolph y su acierto. Campazzo seguía al timón, ahora sí el partido era suyo. Despidió el primer cuarto con un bombazo de campo a campo en el que la pelota tocó el tablero, rebotó y se paseó por el aro antes de entrar. Quemaba millas y… le tocaba ya descansar.

Entró Prepelic y apenas 1:27 después se marchó con tres faltas cometidas, le cogieron a pie cambiado en defensa y forzó una penetración innecesaria. El CSKA se reenganchó de golpe con un 0-8 y en el tercer cuarto (20-29) provocó con su potencia de fuego que la resistencia blanca saltara por los aires. Lo hizo con el talento supremo de Higgins (10 puntos entonces) y siempre bien respaldado por Clyburn y De Colo. Tavares no era un factor, no anda pletórico como el mes pasado y, además, el enemigo no le beneficiaba.

Higgins, el jefe del Palacio

El equipo ruso atacaba muy abierto y dejaba espacio para las diabluras de sus bajitos, le ayudaba muchísimo su constancia de martillo pilón en el triple. Cuatro dianas en cada uno de los tres primeros periodos para firmar un espectacular 14 de 23 (61%) en el minuto 32: 66-77. Rudy y Ayón habían vuelto a escena, pero no pudieron cambiar nada. Ni siquiera pudo Campazzo.

Higgins era el jefe del Palacio, otros diez tantos para 24 en su tarjeta final. Lo que sí pudo hacer el Facu es dejar el average a tiro en caso de una hipotética victoria en Moscú en la vuelta. Encadenó dos triples con tiro libre adicional en los últimos 29 segundos, ocho puntos para colocar el -5 definitivo: 88-93. Menos da una piedra, aunque sea poco alentador.