España, entre desatada y ansiosa, no falla en el debut

España, pre-concentrada en junio en Mallorca y definitivamente en sus cuarteles de verano desde final de agosto, debutó entre desatada y ansiosa ante Japón (84-71). Con ganas de competición y hambrienta de Mundial, superó a las niponas porque nadie, eso sí, puede igualar la energía con la que ha llegado a Tenerife. Agresiva e incisiva en defensa, valiente y decidida pero algo acelerada en ataque, superó incluso un tramo final titubeante gracias al amplio fondo de armario que Mondelo sabe agitar en el momento preciso y que le permite esgrimir recursos en los momentos de apagón.

A falta de la mejor Alba Torrens, que aparentemente no ha llegado al cien por cien a la cita, los triples de Xargay desengrasaron el inicio de España, que para abrir brecha recurrió a todo su arsenal. La chispita de Anna Cruz en su primera acción, la pasión de Cristina Ouviña, excelente y clave en el despegue, el oficio de Laura Gil tomando decisiones correctas, la versatilidad de Queralt Casas, y la superioridad física de Ndour. Todo ello bajo la batuta de Laia Palau, cuyo magisterio será imprescindible para la Selección en futuras empresas. “Cabeza”, reclamaba la capitana.

España, que todavía está sin Silvia Domínguez, bordó la defensa en el primer tiempo y eso le permitió volar hasta un 39-21 en el descanso. Luego se relajó en exceso y perdió mucha continuidad en su juego. Tanto que en el tercer cuarto permitió 27 puntos de Japón, que fue capaz de rehacerse de un 61-42 que apuntaba a definitivo para montarse en un 73-64 a cuatro minutos del final que generó cierta inquietud pero que España resolvió con buen pulso pese a tener sentada todo el final a su estrella Torrens. Una de las jugadas finales de partido, con Ndour levantándose cuatro veces contra el aro japonés, con garra pero sin encontrar la canasta, simbolizó bien el primer día de España en el Mundial. Brava, pero sin pausa. El éxito del Mundial está en el corazón, sin duda, pero también en el intelecto.