EUROBASKET
Álex Abrines, un adiós triste y solitario a las seis de la mañana
El alero voló apagado y sin nadie de Oklahoma hacia Barcelona vía Bucarest. Las reuniones y el cambio de mails no sirvieron de nada. Otro campeonato le pasa por delante.
Un verano más, el adiós de Álex Abrines a la Selección fue amargo. Mientras sus compañeros dormían antes de viajar a Estambul, el jugador se pegó un madrugón de cuatro de la mañana y fue recogido por una furgoneta en el Grand Hotel Italia para volar a Barcelona desde Cluj con escala en Bucarest. En el vuelo coincidió con la expedición de la selección checa, en la que juega su buen amigo Satoransky (los dos volaron a la NBA simultáneamente hace un año). Sorprendió no ver a nadie de Oklahoma con el mallorquín en el vuelo. Después de haberse preocupado todo lo posible por fiscalizar su estado físico y una vez conseguido el objetivo de que no continuase en el Eurobasket, el representante médico de la franquicia que viajó a Rumanía se esfumó. Abrines, pues, volvió solo. Se hizo alguna foto con aficionados que le animaron admirablemente en la lúgubre terminal de vuelos domésticos del aeropuerto de Cluj, pasará unos días en España y luego volará rumbo a Estados Unidos.
“Es triste abandonar el Eurobasket. Esto es una familia y aquí todos me tratan bien: el staff, los médicos… Ha llegado el momento de decir adiós. Mano mi ánimo a este equipo. Le deseo lo mejor y, como todo español, espero que ganemos el oro”, fue su mensaje final de despedida. Pero Abrines está descolocado. Él se encontraba bien físicamente pero los Thunder han buscado cualquier informe médico al que agarrarse para descubrir un posible riesgo de la lesión en la tibia y justificar el veto del jugador al que paga seis millones de dólares al año. Una pena para este gran tirador que vive gafado con la Selección. Faltó al 2015, donde ya debía tener un papel relevante, por una fascitis. En Río apenas participó aquejado también de problemas físicos. Scariolo, que le tiene mucha fe, le había guardado el sitio de escolta titular en el equipo. Y Abrines empezó bien. Quince minutos ante Montenegro que acabaron en ese maldito golpe. Está contrariado porque su deseo era seguir pero las presiones son fuertes. La próxima gran cita de selecciones es el Mundial de China en 2019. Pero para eso hay que clasificarse antes. El verano que viene, donde hay hueco para alguna Ventana, será una buena oportunidad para comprobar una vez más el compromiso de este gran talento que nos volvemos a perder un verano más con la Selección.