Real Madrid 63 – Fenerbahçe 75 (0-3)
El Fenerbahçe vence por KO a un Real Madrid irreconocible
Impotencia absoluta de un equipo blanco que al final del tercer cuarto llevaba 3 de 20 en triples y 40 puntos. Se despide de la Euroliga con doce victorias y quince derrotas.
Adiós del Madrid a la Euroliga. Adiós tras perder quince partidos y ganar solo doce, seis derrotas en los últimos siete encuentros. Penó para superar la primera fase (tres victorias en las tres últimas jornadas le clasificaron con un balance de 5-5), fue el último en lograr el billete para los cuartos (7-7) y una vez en el playoff el Fenerbahçe le ha eliminado por la vía rápida: 3-0 y sensaciones aún más contundentes.
Había rabia y ganas de revancha en el equipo blanco, orgullo herido, pero tendrá que morderse la lengua y agachar la cabeza. Impotencia absoluta. No hubo reacción heroica porque no había piernas para sostenerla ni mucho menos acierto. Firmó un pobre 9 de 32 en triples (32%), porcentaje aún más inexplicable después de tres cuartos: 3 de 20.
Su pelea fue la de un niño contra un gigante, como si hubiera empequeñecido de repente. Muy lejos del bloque campeón de hace un año, pero también muy lejos del grupo que ganó la Copa hace dos meses. En el peor momento de forma de un año regular en los resultados y malo en el juego, con todo el núcleo duro desenfocado, con los Sergios y Rudy a años luz de su potencial, en parte agotados, en parte aturdidos mentalmente, como Maciulis y Rivers. Salven si quieren a Reyes por constancia, también por edad. Esta vez el espíritu de Nocioni no bastó. Lo intentó, aunque no agrupó fuerzas en torno a su figura. Los blancos arrancaron el curso a trompicones, desgastados tras un verano de aúpa, y no han recuperado el paso en ningún momento, no en Europa. La ACB les brinda ahora otra oportunidad.
Los nuevos tampoco han salido al quite, engullidos por la dinámica. Quizá les faltó algo de personalidad, y de confianza. Y tampoco Laso supo descargar a los principales lo suficiente, sobre todo al inicio del curso. Las lesiones se lo hicieron difícil y los dos durísimos grupos de la Euroliga elevaron el listón. Ayón, pilar de octubre a marzo y con los mejores números en el adiós, bajó algo su prestancia cuando los suyos más lo necesitaban. Un poquito, lo justo para terminar de rematar.
El campeón ha entregado este martes simbólicamente la corona a un equipo dirigido por Obradovic. El serbio va al asalto de su novena Euroliga, las mismas que exhibe el Madrid, en su 15ª Final Four en 24 años de carrera como técnico. Guau.
Y pese a la contundencia, este Fenerbahçe sin Vesely y ocho jugadores en la rotación no parecía inabordable. No ante el Madrid de otros años, no ante el de la Copa de febrero. Aplaudan la defensa y la perfecta preparación de la serie de los de Estambul; pero en este tercer partido el Real falló los tiros liberados. 13 puntos en el primer cuarto, 14 en el segundo y 13 en el tercero. Poca anotación y a tirones, siempre a remolque, y solo amenazó con despertar cuando caía por 17: 49-66. Se puso a ocho (58-66) tras dos triples de Llull y uno de Carroll. Y ya. Extravió apenas 8 balones y dio 16 asistencias, pero cogió 10 rebotes menos (36 a 46) y, sobre todo, no la metió ni a puerta vacía: 44% en lanzamientos de dos (16 de 36) y ¡44% en tiros libres (4 de 9)! Si alguno confiaba en un arbitraje casero, que lo tache también de la lista.
Udoh volvió a ser pieza clave (15 puntos, 12 rebotes, 4 asistencias, 2 robos y 2 tapones para 33 de valoración y... dos faltas personales en toda la eliminatoria, en 98 minutos en pista). Bogdanovic dio la puntilla, de cero tantos al descanso a 17 en la segunda parte. Kalinic sacó nota de nuevo y Datome sumó canastas desmoralizantes para el enemigo. Funcionó Antic arropado por Udoh. Celebración en medio de la pista y confesión de Bogdanovic ante las cámaras de Movistar+: “Obradovic nos había dicho que éramos idiotas si pensábamos que teníamos tres opciones para derrotar al Madrid, que el día era hoy”. La grada se puso en pie y aplaudió al Madrid, a sus jugadores. “Estamos con vosotros”, fue el mensaje tras tres finales europeas seguidas.