REAL MADRID 84 - OLYMPIACOS 72

Llull se destapa en un triunfo vital y de prestigio del Madrid

El menorquín, que aún no está al 100%, sumó 18 puntos, 7 asistencias y 22 de valoración. También brillaron Ayón y Reyes, ya en el Top-10 de anotadores de la Euroliga.

Madrid
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Reeditar una final y volver a ganarla reactiva a cualquiera, aunque solo se trate aún del Top-16. Triunfo vital para mantenerse arriba en el grupo de la muerte y triunfo de prestigio, de los que no iba sobrado el Madrid este curso. Llegaba de tropezar ante el Barça, y ante otros grandes europeos. Victoria además con Llull desatado pese a sus limitaciones físicas. Bien arropado por Ayón y Reyes y por los chispazos de Sergio Rodríguez.

Prueben a tragar un bocadillo de polvorones a palo seco. Medirse al Olympiacos viene a ser una experiencia similar. Un mal trago. Pero los de El Pireo no andan finos, no con el balón en las manos, lo que hizo también que sufrieran graves desconexiones atrás en el tercer cuarto que decantaron el duelo. El Madrid mostró una intensidad defensiva, ¡por fin!, a la altura del enemigo y en ataque supo masticar lo que le echaran.

Buen arranque aunque sin ningún tacto cerca del aro y eso impidió que abrieran un hueco mayor en la salida de tacos. Papapetrou, un alero alto de tremendo futuro, dio juego como interior y la reaparición de Lojeski tras seis semanas de baja le sentó bien a los griegos. Los peores minutos blancos, ya en el segundo cuarto, coincidieron con Thompkins y Willy en pista. Aunque para ser justos, lo que pesó fue la ausencia de Ayón y de Reyes. Determinantes, como Carroll entonces. Los tres coincidieron en cancha para cerrar la primera parte con una docena de puntos: 12-2 de parcial.

El tercer periodo cogió a ambos equipos con la boca llena. Ya saben, de mantecados con pan. Una pasta imposible de deglutir. Instantes de espesura hasta que apareció la frescura del Chacho. Pim-pam de Sergio y pum de Llull. Tres triples que lanzaron al campeón frente el mejor equipo de la década. En horas bajas, eso sí. Ayón y Reyes también andaban por ahí y la renta tocó los 18 puntos (61-43). Esa inestabilidad de átomos rojos duró poco, pero el partido ya estaba resuelto.

Gran defensa sobre Spanoulis. Tercer mal partido europeo seguido del genio de Larissa. Bien perseguido por todos, y bien perseguido por Taylor. Labor útil en ausencia de Maciulis. Por si quedaban cosas que aclarar, Llull embocó una mandarina suprema desde… nueve metros. Luego metió otro ‘tirazo’, pero ese ya como dictan los cánones. Y no anda bien del todo porque se le ve cojear a ratos de la pierna izquierda. Sufre también en esos aterrizajes acrobáticos tan suyos. Pero la garra y la clase siguen intactas. “Cómo no te voy a querer, si me hiciste campeón de Europa por novena vez”, volvió a cantar la grada. Al final, dos peros: las molestias del ‘Chacho’, que tendrá que parar, y la diferencia de puntos. Cosas del grupo de la muerte y sus múltiples empates. De un +19 (74-55) se pasó a un +12 (84-72). Toca sufrir.