Saitama, Pekín, Katowice y Lille

El 3 de septiembre de 2006, en Saitama España se proclamó campeona del mundo, uno de esos hitos, hasta poco antes impensables, que cayeron en plena edad de oro de nuestro deporte, un empacho maravilloso en el que el baloncesto sostuvo un protagonismo constante.  El 18 de agosto de 2008, España perdió la final olímpica de Pekín ante una Estados Unidos sobrehumana y en el que muchos consideraron el mejor partido de selecciones de la historia. El 20 de septiembre de 2009, España ganó su primer Eurobasket en Katowice, otro muro que saltó por los aires. Y el 17 de septiembre de 2015, un equipo al que llegamos a sentir en retirada dejó una de sus mayores demostraciones de grandeza (la que se sufre y se llora: la más sincera) en Lille, el monstruoso cubil del rival que parecía destinado a relevarle en el Everest del baloncesto europeo.

Una hazaña personificada por Pau Gasol, una torre inalcanzable cada vez más cerca de que se le caigan todos los rivales en la carrera por ser el mejor jugador de la historia del baloncesto de selecciones. El domingo sumará su novena medalla para una España que jugará su sexta final en los últimos nueve Europeos. En los partidos de cruce ha viajado en una proyección de partido completo, si hubiera jugado los 40 minutos de los tres, de 39,4 puntos y 10,9 rebotes con un 62% en tiros de campo. Números para la historia, un gigante entre hombres, que hacen justicia al espíritu de un jugador que con 35 años tenía a su alcance un buen puñado de excusas para no ponerse al frente de esta nave que amenazaba zozobra. Pero lo ha hecho en, y parecía literalmente imposible, su mejor versión de siempre. Catorce años después de su debut con la Selección sólo acude el respeto emocionado para uno de esos mitos a los que hemos tenido la suerte de ver y cuyas gestas no olvidaremos jamás. De Japón y Pekín a Polonia y Lille, el 17 de septiembre de 2015. Petrovic, Sabonis, Nowtizki, Pau Gasol…Un mito eterno.