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La palabra es revanche: en Lille y en Villeneuve-D’Ascq, casi en Flandes, donde se ubica el Stade Pierre-Mauroy. Donde Francia y España (21:00, Cuatro) se miran a los ojos y a cada lado de una nueva Línea Maginot que domina esa palabra: Revanche, revancha, claro está. O vendetta, venganza.

En esta primera semifinal del Eurobasket no es preciso recordar la proclama de Pau Gasol a pie de pista tras batir a Grecia: “Venimos a Francia para ganarles aquí: vamos”. La palabreja revanche muerde los labios de Batum (el alero NBA del mamporro olímpico a Navarro en Londres), Diaw o el astuto seleccionador Collet, cuyo método defensivo expulsó a España de su Copa del Mundo, hace un año. De aquel KO brutal nace la arenga de Gasol. Las victorias españolas sobre Francia, en 2009, 11 y 12 generan que la idea de vendetta anide en el subconsciente de los propios Batum, Diaw y Collet­. Veremos­.

“No sería inteligente pensar en el pasado”, intenta razonar Scariolo: más cerebral, él intenta eludir ese río de emociones que en 2014 pasó junto a su silla de pista del Palacio de Deportes madrileño. Un poco a la italiana, Scariolo (que define a Francia como monstruo) reinventa al equipo español a base de optimizar recursos.

España tiene en Gasol al máximo anotador del Eurobasket (23,6 puntos)… pero se topa con Francia, el equipo más reboteador (41,0 capturas) y que menos puntos tolera: 65,4 por los 78,3 que España concede. De Colo apoya al gran Tony Parker (Collet­ no los tuvo en 2014) y Francia se acoraza con cuerpazos de NBA. 427 centímetros combinados se ciernen sobre Pau Gasol: Rudy Gobert (2,16, Utah) y Joffrey Lauvergne (2,11, Denver, máximo reboteador de Francia). Todo eso es el monstruo francés: más 25.000 gargantas entonando La Marsellesa en el Pierre-Mauroy. Enfrente, la España de Pau Gasol, Llull y Mirotic, organizada por el experto condottiero Scariolo. Revancha. Presión. Y final europea. Veremos para quién.