La Selección ya tiene el billete de cuartos en el bolsillo, pero falta saber cómo de plácido será su viaje en las eliminatorias. Si el equipo gana y Francia acaba primera (es segunda de su grupo tras caer ayer ante Turquía) no se verá con el país vecino hasta una hipotética final. Pero para eso tiene que ganar hoy a Serbia, un equipo con mucho carácter y que ha crecido a pasos agigantados en los últimos años. "Serbia ha sumado en este Eurobasket dos titulares, que son Petrovic (13,2 puntos); que nunca venía, y Page (10 tantos y 8 rebotes), la americana que les da una estabilidad y una sobriedad dentro muy buena", analiza Lucas Mondelo sobre un equipo que ha vivido una auténtica revolución en los dos últimos años.

La antigua Yugoslavia fue una dominadora del baloncesto femenino antaño, sólo un escaloncito por detrás de la extinta URSS: una plata en los Juegos Olímpicos (Seúl 1988), una mundial (1990), cuatro europeas (1968, 1978, 1987 y 1991), un bronce olímpico (1980) y dos continentales (1970 y 1980). Pero Serbia no había vuelto a hacer nada en ningún campeonato desde entonces. Pero ahora… Entra en todas las quinielas para subirse al podio. En Francia 2013, tras no clasificarse para Polonia, se convirtió en el equipo revelación y a punto estuvo de arañar una medalla más de 20 años después.

Pero, ¿qué ha cambiado en estos años? Esta revolución llegó, en primer lugar, al banquillo. Marina Maljkovic, la hija de Boza, le imprime carácter. Llegó a los banquillos de rebote (con 18 años hizo un curso en Serbia, mientras su padre entrenaba en Málaga al Unicaja) y cinco años después, era la ayudante de Zoran Kovacic en el Mundial júnior de Túnez, donde ganó la plata con Radocaj y Butulija, dos de sus jugadoras en este Eurobasket. Pero Serbia tiene mucho más: las hermanas Dabovic, Milanovic, Jovanovic... Posiblemente uno de los rivales más parejos a la Selección, por carácter, calidad y también por corazón.