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REAL MADRID 96-FENERBAHÇE 87

Un cuarto salvaje mete al Madrid en su tercera final seguida

Un parcial de 44-16 en doce minutos, a lomos de los fichajes de este año (Ayón, Rivers y Nocioni), acercan al Real Madrid a la Novena. El Olympiacos será el rival.

Un cuarto salvaje mete al Madrid en su tercera final seguida
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Volver siempre para intentarlo de nuevo. Una frase que el Real Madrid se grabó a fuego tras la derrota de Milán y la ha repetido como un mantra. Una y otra vez hasta que se ha cumplido, hasta que le ha conducido de nuevo a las puertas de la Novena, a la final. La tercera seguida, lo que no ocurría desde 1976, con Don Pedro Ferrándiz recién retirado. El logro ya es una conquista en sí mismo. Una hazaña, pero falta rematar. Falta el título tras la exhibición de los de Laso, y de Laso, ante el maestro Obradovic. El técnico serbio amagó con el 2,06 Preldzic en la defensa del base, pero los Sergios gobernaron (16 asistencias, 24 del Real y apenas 4 pérdidas en total).

No cayeron en la trampa pese a que el inicio de la batalla de Lepanto comenzó con supremacía moral del imperio otomano. Se preveía un Palacio vestidito de blanco, y a media tarde lucía de un furioso azul y amarillo. Los colores del Fenerbahçe. Hasta el madridista más acérrimo se encogía en su asiento. Era Estambul en Madrid. Otro condicionante ante un duelo épico, más presión a la caldera blanca, que amenazaba con recalentarse, con explotar. Y lo hizo, pero no como alguno intuía. Si no con un vigor energético que reventó el choque como una bomba paralizante y acalló a las hordas turcas.

Paradojas de la vida, todo sucedió en el segundo cuarto (20-21 al final del primero), ese donde el Madrid se ha dejado tantas y tantas ventajas durante el curso. Nada había cambiado para que todo cambiara. Porque esa deflagración vitamínica llegó con las rotaciones, con Rivers (4 de 4 en triples y 17 tantos al final) y Nocioni en estado de gracia, aunque también con Ayón presente en cuerpo y alma, uno de los fijos de inicio que se estiró en cancha hasta los 17 minutos y 40 segundos en la primera parte. La diferencia entre ser y parecer en la Final Four: el mexicano. Acumuló en ese tiempo 16 puntos y 27 de valoración, y el Madrid un +24 con él en pista. El mejor fichaje posible el pasado verano ha respondido con una aparición galáctica en día estelar. Como la del ‘Chapu’.

Laso aguardó a que saliera el MVP Nemanja Bjelica y entonces soltó a la fiera. Abrió la jaula y el rugido sobrecogió al Palacio, y al serbio. Nocioni lo arredró. Marcaje estrecho, pecho con pecho, que pesara la ascendencia tras una temporada el uno al lado del otro en Vitoria. ¡Y vaya si pesó! Se lo zampó de un bocado y, luego, de propina, le colocó un tapón planetario a Goudelock para cerrar el tercer cuarto. Qué carácter. Aunque aún se puede explicar mejor: qué cataplines. Y qué parcial en 12 minutos exactos: 44-16 para poner el +27 que enterró la batalla (64-37). Lepanto tomada al grito de “cómo no te voy a querer…”. El resto fue nadar y guardar la ropa con nervios y con un Fenerbahçe mal encarado y a la vez abatido, pero ya sin presión. Lo que espoleó a Bogdanovic y, sobre todo, a Goudelock en el tramo final: 92-82 tras 26 tantos de la ‘Mini Mamba’. Ornamento turco en el gran cuadro blanco. Una obra de arte. El madridismo más glorioso siente nostalgia de este equipo, y espera paciente la Novena. Tic, tac, tic, tac…