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ESTRELLA ROJA 73 - BARCELONA 77

El Barça sobrevive a Marjanovic

Partidazo del gigante que está con letras mayúsculas en la agenda del Barcelona para la próxima temporada. Cinco triunfos seguidos y el factor cancha, más cerca para el Barça.

El Barça sobrevive a Marjanovic
PEDJA MILOSAVLJEVICAFP
EUROLEAGUE

Fue puro baloncesto de Belgrado. Allí, o te escapas con un corte limpio o sufres hasta el último segundo. Tenga el rival más o menos, sea el Partizán y su Pionir o el Estrella Roja y este Kombank Arena con casi 20.000 almas empujando a un equipo que peleaba por su última bala: queda 3-8, un panorama funesto. El Barcelona no había jugado en esta pista en la era Euroliga. La última vez que visitó a este orgulloso Crvena Zvezda fue hace dieciséis años y en un partido que se jugó en Viena por los coletazos de la guerra de los Balcanes. Entonces (temporada 1999-2000…) el Barça ganó 86-91 con 18 puntos de Juan Carlos Navarro. El mismo Juan Carlos Navarro que anotó diez puntos en el último cuarto y su único triple tras una serie de 0/7. Dieciséis años después: Juan Carlos Navarro. Y el Barcelona sumó su quinta victoria seguida en el Top-16, siete en ocho partidos, y se pone 8-3. Las cábalas para amarrar el factor cancha en cuartos son cada vez más sencillas.

Pero el Barcelona sufrió muchísimo. Cuando fue mejor en el primer tiempo no pudo escaparse por culpa del factor Marjanovic. Por mucho que corriera, el gigante de 2,21 (y 2,40 de envergadura…) le cazaba con sus interminables brazos. Cualquier explicación de los cambios térmicos del partido pasan por un jugador que está subrayado en fosforito en la agenda del Barcelona 2015-16. Cuando se tomó el primer respiro, el Barça estiró (21-32) un partido que otra vez con él se comprimió al descanso (32-37) y se volteó en un tercer cuarto que casi se traga al equipo de Pascual (50-44 en el punto crítico: minuto 28).

La influencia de Marjanovic es fácil de medir en números: 21 de los 33 de valoración de todo su equipo al paso por un descanso en el que había anulado a Tomic (dos faltas en un santiamén, 0 de valoración). Al último cuarto llegó baqueteado tras jugar entero el tercero y aunque terminó con 23 puntos, 11 rebotes, 5 asistencias, 7 faltas recibidas y 35 de valoración, no pudo tirar más de su equipo y sufrió por fin a un Tomic más fresco al final. Su partido fue descomunal pero (casi 33 minutos en pista…) le falló el acompañamiento de Jenkins, Marcus Williams o un Kalinic revolucionado para lo bueno y lo malo, la heroica y las pérdidas groseras. Con el partido casi resuelto (56-64, 67-73…) Blazic anotó dos triples desde nueve metros para un equipo que se resistió a morir pero que contrapuso a su incuestionable corazón poco baloncesto más allá de ese Marjanovic en el que nadie debería ver sólo un gigante mastodóntico: se mueve con instinto, resuelve con las dos manos, lee el juego, pasa bien e influye desde la defensa en un volumen que los números no explican. Pero estuvo muy sólo.

El Barcelona sobrevivió a Marjanovic y a esa escalada del tercer cuarto en la que el Estrella Roja pegaba más en defensa cuanto más gritaban las gradas: puro baloncesto de Belgrado. Y sobrevivió a sí mismo y a un (otra vez) terrible 6/29 en triples. Cuando ganó con facilidad a este mismo rival en el Palau contó con 27 puntos y 34 de valoración combinada entre Abrines y Hezonja. Esta vez el primero estaba lesionado y el segundo en esa isla desierta a la que le envió la final de Copa (ni un punto, poco más de ocho minutos en pista). En el último cuarto el Barça firmó un 1/7 en triples (el de Navarro) pero cogió 7 rebotes de ataque (17 totales), uno decisivo de Oleson con 67-70 y una posesión completa por jugar. Además, el equipo azulgrana firmó un 17/19 en tiros libres… 14/16 en los últimos seis minutos. El naufragio en el tiro y la angustia ante esa montaña llamada Marjanovic estuvieron a punto de estropear un buen partido defensivo de un equipo que contó con apariciones en ataque de Oleson, Doellman (a última hora pero a tiempo), Thomas y Huertas (seis puntos casi seguidos en el peor momento) y con un despliegue tremendo de Satoransky: 11 puntos, 10 rebotes, 5 asistencias y 23 de valoración.

El Barcelona sigue sin estar a su mejor nivel pero seguramente hace dos meses habría perdido un partido como este, que esta vez supo sacarse de encima como el del OAKA hace dos semanas. Mientras espera a que vuelva su mejor versión (que se hace de rogar) y mientras reza para que la salud respete a su rotación exterior, ha sabido al menos hacer los deberes y sacar la cabeza del bache en el que se había metido con las derrotas en Berlín y Tel-Aviv. Estará en cuartos y, si todo sigue un curso normal, con el factor cancha en cuartos. Y eso, el Kombank Arena lo volvió a demostrar, vale mucho en Euroliga. Muchísimo.