REAL MADRID 75 - UNICS KAZAN 85
Lección de juego del Unics Kazán al Madrid en el Palacio
Primera derrota en casa de los blancos tras 21 triunfos seguidos en Europa y segunda en esta Euroliga. El exmadridista Fisher (25) y Jerrells (23), verdugos.
“El Unics Kazán se siente cómodo ante una defensa normal, por eso hay que arriesgar atrás y cambiar el ritmo de su ataque”. Lo decía Laso en la previa. Calcó la jugada, adelantó lo que iba a ocurrir, pero el Madrid no supo, no pudo impedirlo. En la ida el equipo ruso tocó el triunfo, y aquí, en el Palacio, salió convencido de sus opciones. De ganar. Convencido y feliz, con otro rictus en la cara. Alegre con el nuevo técnico, con Pashutin, con querencia por el pase extra y que quizá encaje mejor que Pedoulakis en un equipo de semejante arsenal ofensivo.
Un bloque de jugones que completó una gran primera parte. El exmadridista D’or Fischer se mostró enchufadísimo (25 puntos, 11 de 17 de dos y 33 de valoración). Daba calambre. Apenas un par de peros en el Unics: el bajón del final del primer cuarto y principio del segundo (del 12-21 se pasó al 37-28), y su pobre acierto desde el triple (1 de 10). Todas a Fischer, que clavaba una tras otra con su impecable tirito de cinco metros (15 tantos al descanso). Cuando un pívot de 2,11 tiene la manita y el día desde la media distancia resulta más complicado pararle que a un bajito.
Pues bien, tras el 46-42, esos peros saltaron por los aires y la actuación del Unics Kazán pasó de buena a perfecta con un Curtis Jerrells imperial. Rompió cinturas y afinó puntería (23 tantos, 31 de valoración y 5 de 7 desde el 6,75). Tan crecido se veía que desafió incluso al banquillo blanco. Entre él y sus compañeros firmaron, ahora sí, los ocho primeros triples que lanzaron en la segunda parte. El primer error llegó a tres minutos del final y fue de Keith Langford, su cañonero, el máximo encestador de la pasada Euroliga y regular esta vez (14 puntos, pero 0 de 5 de tres).
Lo cual habla bien del nivel del Unics Kazán y no tan bien del Madrid. No está fino y no hay que leer entre líneas para darse cuenta. Ha sufrido en sus tres salidas (dos triunfos in extremis y una derrota) y ahora cae en casa en la Euroliga por primera vez en año y medio, por primera vez tras 21 triunfos consecutivos en tres temporadas diferentes.
¿Alarmas encendidas? Pues dependerá del dedo y del botón de cada uno. Pero si aceptamos que el planteamiento de esta temporada ha variado para llegar mejor al final, que hay cinco caras nuevas y que ofensivamente los pívots tienen ahora más peso, es lógico tomarse estos meses como preparación para el ataque a la cumbre.
El batacazo mayor vino en defensa, incapaz de parar la primera avalancha en el uno contra uno que propiciaba la circulación de balón y que hubiera siempre un tirador liberado. El Madrid respondía sólo atacando, bastante mejor con Sergio Rodríguez en pista (y en el final del primer cuarto con Maciulis y Reyes dando un puntito de consistencia en la retaguardia), pero en la reanudación se vino abajo. Cariacontecido, impotente ante el aluvión visitante. Espectáculo, lección, baño... como quieran llamarlo. Gran baloncesto, mal Madrid, pero el rival también juega. Y de qué manera.