BARCELONA 78 - PANATHINAIKOS 69
Otro derechazo al viejo enemigo
El dominio de Tomic en las zonas y un buen final de los exteriores aseguró un triunfo que el Barcelona tuvo que sudar hasta el final. Quinto triunfo seguido ante el Panathinaikos.
En diciembre el Barcelona viajará a Atenas para enfrentarse al que ya es su más íntimo enemigo europeo. Será el cara a cara número 32, pedigrí para un generador de enfrentamientos eléctricos que el Barça domina ahora 19-13. Básicamente porque lleva cinco triunfos seguidos ante un Panathinaikos que se le mete debajo de la piel y le pone de los nervios. Casi siempre. Pero el que suele ganar: últimamente siempre y por mucho que sigan pesando el tapón ilegal de Vrankovic en 1996 y la telaraña de Obradovic en los cuartos de 2011, cuando el Barcelona se quedó sin jugar su Final Four: defendía título y se jugaban en el Sant Jordi.
Más condimentos que explican la altura de esta rivalidad: en el partido 300 en Euroliga del Panathinaikos (el 316 del Barcelona, más que nadie). Diamantidis volvió a perder el duelo personal con Navarro. Ya 12-6 para el azulgrana, que esta vez también le ganó en incidencia porque arregló con jerarquía en el tramo final sus pérdidas del tercer cuarto, que dieron aire (puntos fáciles) a un Panathinaikos a punto de irse del partido (55-42 tras dos triples seguidos de Huertas). En esos últimos minutos la histeria había relevado al buen baloncesto que se vio en el primer tiempo. Abrines descalificado, el Palau enfurecido con los árbitros y el Panathinaikos de Ivanovic (otro enemigo íntimo...) agarrado al partido (67-62, minuto 34) a pesar de que le abandonó la que había sido (44%, 18/26 ante el Fenerabahçe) su gran arma en el torneo, el tiro de tres: 2/20. Con los nervios bajo control cuando hizo falta, el Barcelona sorteó bien ese tramo final y cerró el partido: 5-0 en la primera vuelta del grupo de la muerte, cuatro partidos sobre el quinto, Bayern (1-4), más de tres cuartos de billete para el Top-16. Y una excelente imagen. Otra vez, y como casi todos los años, con aspecto de ser uno de los tres o cuatro mejores equipos de la competición.
Navarro (12 puntos, 11 de valoración) casi clavó sus números históricos ante Panathinaikos (13 y 12). Mejor que un Diamantidis al que Oleson persiguió en los últimos minutos y que sólo manejó el partido en el arranque, jugando pick and roll constantes con un Batista que anotó 8 puntos en el primer cuarto y llegó con 10 al último minuto (14 totales). Lo que rascó en ataque lo cedió en defensa, en una pelea en las zonas que ganaron un otra vez importante Lampe (12 puntos y los minutos de un Pleiss que no jugó) y sobre todo Tomic: 8/8 en tiros de campo, 16 puntos, 10 rebotes y 29 de valoración. Superior, como el Barcelona. A pesar de 15 pérdidas y de que no siempre cerró bien el rebote en su aro. A pesar de que se enredó con los árbitros en el segundo tiempo y de que no todos los jugadores estuvieron a su mejor nivel. A pesar de todo, el Barcelona fue el mejor equipo en el Palau. Y ganó con justicia.
Y lo hizo sobre todo gracias a un segundo cuarto en el que decidió el ritmo del partido: 29-20 (47-38 total) y 36-17 en valoración (50-39). Sin pérdidas, con buenos porcentajes, mucho ritmo y una defensa notable. Gist entró en el partido como un búfalo pero Doellman le acabó martilleando desde la media distancia. El Barcelona, con Lampe y Oleson produciendo, abrió entonces una brecha que fue y vino tras el descanso pero que no se cerró nunca. Y ya tiene el bastón de mando del grupo más duro de la primera fase, y es el único invicto junto a CSKA y Olympiacos. Así que, por ahora, la cosa marcha. Desde luego que sí.