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Baloncesto

Mondelo: "China es comunista unas veces y capitalista otras"

Tras el éxito en el Mundial, Lucas Mondelo espera encadenar su tercera liga china con el Shanxi Rui Flame. Tendrá que luchar con los equipos rivales y con la nueva normativa.

DOBLE CAMPEÓN DE LA WCBA. Tras ganarlo todo en Europa, Lucas Mondelo llegó a la Liga femenina de China en 2013, con César Rupérez como ayudante. En su primera temporada ya ganó el campeonato con el Shanxi Rui Flame, equipo del noreste del país, recién ascendido, sin internacionales y con Maya Moore como MVP. La pasada campaña logró retener a la estadounidense y, pese a los numerosos cambios en la plantilla, repitió título.
Rafa Aparicio

Tras la dorada plata conseguida con la Selección en el pasado Mundial de Turquía, Lucas Mondelo (Barcelona, 1967) atiende a AS desde China, donde espera encadenar su tercera liga con el Shanxi Rui Flame. Para ello, deberá luchar contra el resto de equipos y contra la nueva normativa, la cual impide que las jugadoras estadounidenses jueguen los últimos cuartos de los partidos contra los equipos del ejército. Una productiva conversación sobre su experiencia en el Gigante Asiático.

¿Cómo han recibido en China a todo un subcampeón del mundo?

—Muy bien. El propietario del equipo (el Shanxi Rui Flame) está orgulloso. El patrocinador quiere invitarnos (a él y a su ayudante, César Rupérez) a una comida y a una sesión de fotos, aunque primero hay que tener tiempo. Aquí sólo se descansa el domingo, el resto de días se trabaja mañana y tarde. Algo impensable en España.

—Al llegar se encontró con una nueva norma: ante los equipos del ejército (Bayi, ShenBu, Liaoning…) las jugadoras estadounidenses no podrán disputar los últimos cuartos de los partidos.

—Así es. Y también han eliminado la posibilidad de tener una jugadora asiática extranjera. Lo que ocurre es que en el baloncesto femenino chino hay una serie de políticos que manejan el equipo de su provincia como un juguete, acostumbrados a ganar siempre. Al llegar propietarios como el nuestro o el del Shanghai, que empiezan a conseguir ligas, se sienten amenazados y se inventan normas absurdas. El poder cambió y los equipos del ejército, con fuerza en la federación, quedaron apartados. Es muy sospechoso. Ahora todo el mundo va a querer evitar al Bayi, el equipo estatal que cuenta con cuatro internacionales chinas. Sin poder usar a tu americana al final, te pueden ganar el partido y falsear la competición.

—¿Y cómo lo justifican?

—Esgrimiendo que son medidas para proteger a la jugadora local, que sea ella quien se juegue los últimos balones. Además, han modificado el sistema de competición (se pasa de jugar dos ligas antes del play­off, a tres). Creo que la idea matriz no es mala, pero no la forma. Se ha creado una liga profesional, que lo es por sus estadounidenses, sus salarios y sus shows (hay una ceremonia de entrega del anillo para el campeón), pero luego vienen con estas cosas de estar por casa. Aquí en China viven con una dualidad muy interesante: son comunistas para unas cosas y capitalistas para otras.

—¿Y qué opina Maya Moore sobre este asunto, pupila suya en el Shanxi y MVP del pasado Mundial de Turquía?

—Llegó este sábado y cuando se lo explicamos se llevaba las manos a la cabeza. ‘Es increíble’, decía.

—Pese a todo, el baloncesto experimenta un gran auge.

—Está en plena subida, aunque nos preocupa que el basket femenino se estanque por estas medidas proteccionistas. El seguimiento es muy grande y, evidentemente, más en el masculino. La televisión nacional retransmite un par de partidos semanales de la liga femenina y tres de la masculina. Además, la NBA copa todas las mañanas los canales de deportes. Sólo se fijan en ella y nada en Europa.

—¿Y ustedes perciben este crecimiento?

—Hay ruedas de prensa en todos los sitios, seguidores, colecciones de cromos… En todos los pabellones siempre firmas autógrafos y te haces fotos con la gente. En el nuestro, la asistencia media es de 5.000 espectadores. ¡A ver cuántos pabellones ACB encuentras con esta cifra! En chicos, no baja de los 8.000. Recuerdo que en la última final había 10.000 personas viéndola a través de una pantalla en la calle. ¡Parecía fútbol! El impacto del baloncesto en China es muy grande.