NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

MUNDIAL 2014

Diaw: el genio que juega para divertirse es la baza francesa

Sin Parker ni Noah, el liderazgo de la selección francesa ha caído en manos de Boris Diaw, un talento incomparable con una mentalidad atípica en el deporte profesional.

Boris Diaw es la estrella francesa
Boris Diaw es la estrella francesaPEPE VILLOSLADADIARIO AS

Sin Parker ni Noah, el liderazgo de la selección francesa ha caído en manos de Boris Diaw (Cormeilles-en-Parisis, 1982), un talento incomparable con una mentalidad atípica en el deporte profesional. Los genes le daban ventaja: hijo de Élisabeth Riffiod, la mejor baloncestista de la historia de Francia, y de Issa Diaw, campeón senegalés de salto de altura, Boris era ya un portento físico cuando entró a los 14 años en el INSEP, el centro nacional de formación para deportistas de las afueras de París. Allí conoció a su mejor amigo, Tony Parker, cuyas carreras se han ido entrecruzando desde entonces.


En aquel instituto, Diaw forjó unos principios baloncestísticos innegociables que han marcado su carrera. Con 2,05 de altura y una capacidad de pase increíble (“Es mejor pasador que yo”, llegó a decir Parker), su modelo estaba cantado: Magic John­son. “Me enseñaron a jugar para mis compañeros, a no pensar nunca en mí y a divertirme”, ha explicado Diaw.
Todo muy romántico hasta que llegó a la NBA en 2003. Allí, su generosidad y su estilo relajado chocaron con el individualismo imperante. Otro hubiera cedido, no Diaw. Cuando Mike Woodson, entrenador de Atlanta, le exigió ser egoísta y tirar más, su respuesta fue tajante: “No puedo jugar para ti, traspásame”. Algo parecido le pasaría después en Charlotte. Su técnico, Paul Silas, intentando que mejorase su estadística, le preguntó si es que no quería ser all star. Diaw le sorprendió: “No, la verdad es que no”.


Un rara avis que, si se siente cómodo, es determinante. Lo fue en Phoenix, donde jugó en las cinco posiciones, y lo ha vuelto a ser en San Antonio. Charlotte le despidió después de que se dejase ir y engordara hasta el infinito (al Mundial también ha llegado con sobrepeso) y Parker le reclutó para Spurs. Fue clave en el título del pasado junio, con una exhibición de inteligencia y recursos fabulosa. Un éxito que no usó de excusa para, como tantos, borrarse del torneo. Desde 2003, acude a su cita con la selección, donde es feliz jugando como le gusta: a su aire con amigos. Eso, un día de inspiración absoluta del genio, asoma como el principal peligro para España mañana. Boris Diaw, un tipo diferente.