UNICAJA 79 - REAL MADRID 89 (1-3)

Llull y Reyes meten al Madrid en su tercera final consecutiva

En un partido agónico, la labor del base y del pívot resultó determinante (22 puntos cada uno). El Unicaja forzó la prórroga con un parcial final de 7-0.

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En esa vía muerta en la que había entrado el Madrid, mitad desilusión y mitad cansancio físico y mental por empacho de baloncesto, necesitaba un gran desafío para escapar de la apatía. Y lo encontró en Málaga. El aluvión de críticas tras el tercer partido y las dudas vertidas sobre el equipo fueron el combustible que alimentó el deseo de los de Laso. Cuentan que en la Edad de Piedra, cuando cada día era una lucha por la supervivencia, la depresión no existía. Pues bien, al Madrid la agonía de la semifinal le quitó la pena, ese estado mohíno que arrastraba desde Milán. Ya no había espacio para las cuitas, sino que tocaba remangarse y luchar por la conservación. Vida o muerte. No habrá quinto partido esta vez, quinto malo para el favorito.

Ganó el Madrid (3-1) y ya está en la final de la Liga Endesa. La tercera consecutiva, algo que no lograba desde 1994 con Sabonis. La sexta seguida en todas las competiciones, desde la final ante el Olympiacos en mayo de 2013 hasta ahora. Esta es la serie: Euroliga, Liga, Supercopa, Copa, otra vez Euroliga y ahora la Liga. Y lo consiguió después de una batalla durísima, con el Unicaja forzando la prórroga, pero con Felipe Reyes y Sergio Llull descomunales. Entre ambos, 44 puntos, 22 por barba. No sé cuántos años después, ahí siguen ambos, tanto monta, monta tanto. Los capitanes.

Porque no era el día de Rudy, pese a sus 9 rebotes, ni el de Mirotic, ni el de Sergio Rodríguez aunque surgiera en el cuarto final con dos triples. El segundo parecía el de la sentencia (66-73). No lo fue. Los blancos erraron dos canastas de dos y cinco triples. Siete tiros, todo lo que lanzaron en los últimos tres minutos: 73-73. El último de Rudy fue significativo. Para unos y para otros. Quedaba una posesión y Rudy la agotó para acabar soltando un globo desde los 6,75 con pasito hacia atrás. Agua. ¡Y valía con una canasta, con un tiro libre! Y, enfrente, también el Unicaja tuvo lo suyo. En el primer partido prefirió la prórroga a arriesgar con una falta para tener así el último ataque. Repitió y le volvió a salir mal. La determinación de un Carlos Suárez de Selección, el acierto de Toolson y de Caner-Medley y la influencia en el juego de Fran Vázquez le llevaron al tiempo extra; no más allá. Llamó a la puerta y no se abrió. Le faltó punch, energía… Visto a posteriori, debió arriesgar. La próxima campaña se le espera ya desde el principio.

Después de una actuación bárbara, Reyes & Lull iban a resolver con la siguiente sucesión de acciones: dos más uno de Felipe, que falla el adicional, nueva canasta del pívot, dos tiros libres del base seguidos por un triple y una entrada. Para cerrar, Sergio Rodríguez de tres, y otros dos tiros libres de Reyes. Qué casta: 13 tantos entre los dos en el tiempo extra. El Unicaja reventó, no daba más de sí tras una semifinal fantástica, con dos prórrogas y un 3-1 que no refleja la angustia que se vivió y se transmitió desde el parqué. Y sólo les he contado el final, en el que Mejri frente a Vázquez y la aparición de Carroll (11 puntos, 7 casi seguidos) tuvieron mucho peso.

Atrás quedaba la concentración de inicio de los de Laso, muy metidos, muy motivados, reboteando y con cosas que demostrar otra vez (12-22 y 21-32). Pero Málaga no se rendía. El Carpena rugió y Caner-Medley vivió su momento: 35-37. Momento también de alternativas en la retaguardia, de defensas mixtas, de zonas de ajustes. El combate de boxeo, al que se refirió luego Plaza, quedaba para el tercer cuarto. Golpe va y golpe viene, con los árbitros mirando para otro lado. Casi se les va de las manos, se les fue, aunque lo recondujeron a tiempo. Todo se iba a decidir en el último repecho. Tremenda llegada a meta. Qué gran espectáculo. Reyes y Llull demarraron en la prórroga y el Unicaja explotó.