BARCELONA 93 - CSKA 78

Media sonrisa en la depresión

Navarro jugó su mejor partido en meses y Dorsey puso la intensidad ante un CSKA completamente roto. Los de Pascual terminan en el tercer puesto de la Euroliga.

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Estos son los partidos que nadie quiere jugar, literalmente. Por mucho que hayas salido en la Final Four y por mucho que el derrotado en la final termine también con mal cuerpo. Dice Mark Cuban, el dueño de Dallas Mavericks, que el que pierde la final de la NBA es uno más entre 29 perdedores: todos menos el campeón. Algo de eso hay pero… en realidad no. Barcelona y CSKA juegan todo el año (27 y 29 partidos esta vez) para estar en la Final Four, es el gran objetivo y se asume que a partir de ahí lo que sucede es una moneda al aire con los mejores en liza. Pero el Barcelona no olvidará nunca el 62-100 de semifinales ante el eterno rival y el CSKA deja un insoportable aroma a fracaso por tercer año consecutivo. Son equipos demasiado caros como para sonreír cuando les toca hacer de teloneros. Y les ha tocado por segundo año consecutivo.

Demasiado caros… y tremendamente insistentes. En la era moderna nadie ha jugado más Final Four que Barcelona (14) y CSKA (13). Pero con este formato sólo suman dos títulos cada uno. Entre los dos, siempre con plantillas tan poderosas y tan profundas, 4 títulos en 27 participaciones. El Barcelona desde hoy tiene tres terceros puestos y el CSKA, cuatro cuartos. El año que viene comenzará otra Euroliga kilométrica y catalanes y rusos volverán a estar entre los grandes favoritos para regresar a la Final Four. Una certeza tan grande como que a ambos les cuesta demasiado ser campeones.

El duelo de la melancolía se saldó con un triunfo rotundo del Barcelona. En el descanso llevaba (50-47) los mismos puntos que en 33 minutos de la semifinal. Sobre el ecuador del tercer cuarto ya había superado los tristes 62 del tristísimo viernes. Toca hablar de lo que el Barcelona hizo bien en un día peliagudo para todos: al que vuelve a jugar mal le caen palos y al que repunta le echan en cara que cuando contaba, no estuvo. Desde luego el Barcelona habría necesitado en semifinales el al menos digno 72% en tiros libres de este partido y el 58% en triples (10/17). Entraron los tiros en un partido con muchos más puntos y muchas menos defensas de lo que hubiera sido, suponemos, un duelo entre estos equipos en la gran final que jugarán los otros. Un CSKA de cartón piedra estuvo en el partido hasta poco después del descanso pero apenas peleó cuando al Barcelona le entraron los tiros. Empezaron bien Kaun y Krstic, aprovechando el agujero inicial defensivo bajo el aro azulgrana. Poco más. Día discreto de Teodosic, Weems (6/23 en tiros de campo entre los dos partidos) o ese Khryapa de la triste figura: un jugador extraordinario con un perfil fatalista al que acompañará siempre, o al menos durante una larga temporada, su crucial pérdida en la penúltima posesión del partido ante Maccabi.

Pascual dejó fuera a Pullen y Lorbek. Y dio la alternativa a Hezonja, que jugó su primera Final Four el mismo día en el que Juan Carlos Navarro jugó la octava. El croata (19 años) dejó detalles del jugador superlativo que puede llegar a ser, el español (33) dejó 20 puntos y unas cuantas canastas marca de la casa que el viernes parecían demasiado a punto de extinguirse. El Barcelona, recuerdo, todavía puede ser campeón de la ACB aunque ahora, demasiado cerca del hundimiento dramático del viernes, parezca imposible. En ese sentido, al vestuario le toca ser voluntarista y tomarse el partido como un pequeño punto de apoyo, una media sonrisa en medio de la depresión. Un Navarro parecido a Navarro es una buena noticia para un equipo en el que la llama espiritual la portó Dorsey, cuya precipitación resultó trágica ante el Real Madrid; Esta vez 9 puntos, 12 rebotes, algún mate para el recuerdo y dos tapones superlativos. Actitud de volver a empezar en la que acompañaron Sada, Oleson o, sorpresa, un Lampe que volvió a hacer números en un partido intrascendente (17+5). No se reivindicaron demasiado, sin embargo, Papanikolaou, Abrines o Nachbar.

Se acabó la Euroliga para el CSKA, que volverá sin un Messina que sale muy afeado, y se acabó para el Barcelona, que después de su mal inicio, su excepcional Top-16 y su barrida en cuartos, se marcha de Milán con mal cuerpo y un mensaje claro: sea campeón o no, el listón lo marca ahora el Real Madrid. En esta edición ha ganado dos veces a CSKA, Panathinaikos, Olympiacos o Efes y tres al Fenerbahçe. Pero en el día más importante falló ante el Real Madrid. Como en la anterior Final Four o en las últimas finales de Copa, Supercopa y ACB. Ese es el mensaje de cara al próximo verano. Antes, queda sacar los dientes en Liga. Y para eso hay que quitarse la depresión, tarea en la que esta victoria no ayuda mucho pero para la que, así hay que verlo, peor hubiera sido otra derrota.