LOKOMOTIV 74-REAL MADRID 78
El Madrid de Laso continúa su racha triunfal en Krasnodar
Superó un inicio pésimo ante el Lokomotiv (16-3), se repuso y supo resolver en los instantes finales del partido gracias al buen pulso, otra vez, de Sergio Rodríguez.
“El duelo siguiente a la Copa suele ser una incógnita, pero confío en mi equipo”, afirmaba Laso. Pues sí, su equipo le respondió en una dura prueba con la aguja de la resistencia física y mental marcando la reserva. Gran victoria del Madrid en una de sus salidas más complicadas en este Top-16. Porque las copas aturden, queda demostrado. Lo dice la ciencia y la experiencia. Y el Madrid, que sacó a pasear su resaca por Rusia, por Krasnodar, lo pasó mal, muy mal de inicio. Desorientado. Primero ante el acierto exterior de Kruno Simon y de Kalnietis, grandísimo jugador, pero no excelso tirador aunque esta vez pareciera lo contrario; y luego por el músculo de las torres del Lokomotiv, por Hendrix y Derrick Brown, por Maric.
El agujero en la zona blanca volvió a abrirse como con Tavares y Shermadini en la Copa, como con Tomic en la primera parte de la final. Ni puntos al poste, ni rebotes, ni ayudas en las penetraciones. Definitivamente, Bourousis no anda fino. Se ha metido en una rotonda y quizá necesite ayuda para salir, aunque esta vez tenía el descargo de una amigdalitis y, además, pudo desquitarse algo en la segunda parte.
En el momento de máxima furia local (16-3), el juego blanco se volcó sobre Mirotic, también miró a Rudy, al talento para superar en uno contra uno la soga del Loko, que apretaba al perímetro. En el otro campo, los de Laso bailaban a menudo un pasito por detrás de sus pares. A remolque. Pero este Madrid hace tiempo que aprendió a recomponerse, a aguantar el tirón cuando vienen mal dadas para luego sacar la cabeza. O la barba, la de Sergio Rodríguez, que entró en pista, sumó dos triples y, más aún, cambió el ritmo (23-21). Los locales darían otro estirón (28-21), pero desde ese instante chocaron de pleno con Mejri. El tunecino barrió con sus largos brazos el aturdimiento en la zona de sus compañeros. Cambió el sino de la batalla reboteadora, intimidó y lanzó al Real. En apenas 8:38 añadió 6 puntos, 6 rebotes y 3 tapones (15 de valoración). Una pena que no volviera a jugar. Desde aquel momento de apuro extremo hasta el descanso, el parcial fue demoledor: 20-37.
El Madrid había cogido la iniciativa para no perderla. En adelante, sólo concedió dos empates (53-53 y 74-74). El tercer cuarto fue el de Derrick Brown y su hiperactividad. En una palabra, velocidad, ya sea para tirar tras bote o para continuar hacia el aro. Once tantos en esos minutos. Martirio para Mirotic. Al rescate acudió Slaughter y selló un tramo final muy bueno, que coincidió con los mejores momentos del equipo. Los de Laso forzaron atrás la máquina y empezaron a caer los robos que no habían llegado antes. Ráfagas de contraataques claros y alley-oops. Sergio, al timón y Llull, de ejecutor. ¿Les suena?
A menos de seis minutos la pinta era de partido roto (60-71). La grada, apagada, ni empujó ni encendió ninguna mecha, pero el Lokomotiv arrancó de todas formas. Parcial de 10-0, de 14-3 con Kalnietis en plan jugón: 74-74 tras un triple del lituano. Faltaba un minuto y medio y... el Madrid no falló. Si con resaca había llegado hasta ahí, no era cuestión de volverse de vacío. Sabe jugar los finales apretados. Primero fue Rudy quien recuperó la iniciativa con un robo de enorme mérito adornado por la canasta de fino estilista de Mirotic. Le siguió un taponazo de Bourousis y la sentencia de Sergio (74-78). Si las cuentas no fallan, 38 triunfos en 39 partidos y arriba del todo en la pelea por el liderato del grupo en la Euroliga. El sábado espera Vitoria, donde el equipo llegará en la madrugada del jueves al viernes directo desde Krasnodar.