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REAL MADRID 74 - MACCABI ELECTRA 68

Llull liquida al Maccabi

Dos triples del menorquín resuelven un partido durísimo ante los de Blatt. Los blancos se colocan con un gran balance de 4-1 en el Top-16.
España-Eslovenia: Semifinales Eurobasket

Imponente Llull, ante Rice y English.
Imponente Llull, ante Rice y English.PIERRE-PHILIPPE MARCOUAFP

En un final agónico, de esos en los que la tensión se masca como un chicle, apareció el mentón apretado de Sergio Llull para rescatar la calma y serenar la victoria. Ocho puntos seguidos, incluidos dos triples, en los últimos dos minutos quebraron ese empate a 66 que angustiaba a la grada blanca. Sin el desenfreno ofensivo de otros días, con Sergio Rodríguez más errático, y con un Maccabi muy en forma, que el enemigo cuenta, el Madrid logró una trabajadísima victoria que le mantiene arriba en el grupo F, donde hay pelea para rato (Carroll volvió a ser baja: desde diciembre ya se ha perdido seis encuentros).

Asistimos a un espectáculo formidable. Partidos como éste, en un Palacio a reventar y con tanta rivalidad, hacen grande al baloncesto, muy grande. El clásico europeo por excelencia, el más repetido, vino con todos los alicientes y alguno más. Frente a un Madrid elogiado en todo el continente, un Maccabi al que da gusto ver, con un juego moderno, que maneja los espacios y sabe cómo alternar posiciones, cambiando en defensa, con trampas continuas, y que en ataque amenaza con cuatro jugadores abiertos para lanzar o penetrar. Pasa mucho tiempo sin un pívot de referencia, para variar por completo con el interior más letal a este lado del Atlántico: Big Sofo, Schortsanitis. El coloso entró en pista en el minuto 7 (16-10) y en 2:53 sumó 7 puntos. Imparable al poste, desplazó a Bourousis como a un muñeco de trapo: 19-20 y... 21-25.Puso en órbita a un Maccabi que empezó a girar alrededor del aro, con Ingles y con Pnini (metió sus cinco primeros triples) de francotiradores.

El duelo requería máxima defensa, y Laso, que forzó una técnica en medio de una tormenta eléctrica de emociones, tiró de Draper, Díez, Reyes y Slaughter a la vez. Los blancos sudaban la gota gorda, presionaban hasta la extenuación. Rudy se iba al banco tras una falta doble en su pique continuo con Ingles. Slaughter cogía a Sofo y, en una de sus arremetidas, se apartó de golpe: el gigante besó el suelo. Al banquillo, y ahí se armó la marimorena. Sofo y Vujcic, leyenda maccabea y ahora director deportivo, se gritaron de todo. Menudo temporal. Les salvó la campana del descanso.

Pero al tercer round se entró con la misma energía, el Palacio era una central fotovoltaica (48-55), con Rudy completísimo, hiperactivo, y con Sofo focalizando su enfado en el enemigo. Madre mía, qué miedo. Con él en pista, un +15. Casi tocó la gloria, pero al quite aparecieron Llull y Rudy, que entre los dos pesan —literal— como Sofo y desnivelaron la balanza.