OLYMPIACOS 72- BARCELONA 81
Y, de repente, el Barcelona
La mejor defensa de la temporada y un trance mágico de Navarro (19 puntos en el segundo tiempo), descubren a un Barcelona poderoso que ya mira a cuartos de final.
Y, de repente, el Barcelona. En una semana, con desayuno feliz ante el Murcia por en medio, el mejor Barcelona, el más parecido a sí mismo de toda la temporada. De las dudas y las crisis casi semanales a ganar en Estambul al Fenerbahçe y el Atenas al Olympiacos. Pedigrí de nobleza europea y 3-0 en el Top-16 después de sortear un arranque de calendario criminal. 3-0 con Olympiacos en 1-2 y Fenerbahçe en 0-2 a la espera de jugar en Málaga. Un golpe de autoridad de tamaño gigantesco y una invitación a los cuartos de final si no sucede nada que ya empieza a parecer extraño. Los dos primeros puestos, los que darán ventaja de campo y seguramente permitirán evitar a Real Madrid y CSKA, están también mucho más a tiro que hace una semana. Cosas…
El Olympiacos, de profesión bicampeón, está en un momento delicado. De no perder en toda la primera fase a ser barrido por el Milán y desmontado por el Barcelona en su cubil de El Pireo. Echa de menos a Acie Law, que se ha lesionado, y echa de menos a Hines, que se fue. Sigue teniendo un excelente entrenador, un carácter ejemplar y a Spanoulis. Pero parece algo más vulnerable y pareció fiado a mordisco de cabezonería en un segundo tiempo en el que el Barcelona volvió a ser un equipo made in Pascual. En esos dos cuartos, 35-62 de valoración y 38-49 de parcial. El relámpago en ese tramo llegó con 19 de los 21 puntos de Navarro, 14 sin fallo en un trance maravilloso de seis minutos nada más salir de vestuarios. La puntilla llegó con un triple estelar y dos tiros libres de Oleson con 66-69: 66-74 y 45 segundos por jugar. Pero lo que decantó el partido fue la mejor defensa del Barcelona en todo el curso, un ejercicio de concentración, energía y precisión representado por el cepo de Oleson y Sada a Spanoulis. Eso y la capacidad de rectificación en vestuarios: 9 decisivos rebotes de ataque de Olympiacos en el primer tiempo y sólo 2, aún más decisivos, en el segundo. Con buenas defensas y el rebote defensivo sellado, el Barcelona se entregó al talento. Y lo encontró en los 31 puntos que sumaron Navarro y Oleson en esos 20 minutos en los que el equipo azulgrana pareció lo que está obligado a ser: un aspirante legítimo a jugar la Final Four.
El juego interior (ay, Hines) es otro de los dolores de cabeza de Bartzokas, excelente entrenador. Con las limitaciones anímicas de Begic y técnicas de Simmons, queda fiado al sudor de Dunston y el trabajo en el ‘4’ de Perperoglou. Poco ante un rival con más talento y profundidad en la pintura por mucho que parezca un error dejar sin vestirse a Todorovic para dar a Lampe tres horribles minutos antes del descanso: -5 de valoración para él, 5-0 de parcial para Olympiacos. Otro clavo en el ataúd del polaco.
El Barcelona, además, enseñó recursos y sobrevivió a las desesperadas defensas en zona griegas del último cuarto. Papanikolau pasó de puntillas en su regreso a casa y Huertas, el héroe en Estambul, vio esta vez casi todo el segundo tiempo en el banquillo, relegado por un Sada que defendió a muerte en defensa y se equivocó poco en ataque. Destellos de Abrines, albañilería de Dorsey y una sensación de conjunción colectiva que ha aparecido en los tres últimos partidos a partir de una defensa que empieza a parecer la defensa que ha dado tanto a un Xavi Pascual que sigue deshojando margaritas en la rotación pero en cuyos cambios empieza a asomar más ciencia que dados. El resultado: 3-0 y colchón sobre dos gigantes que además tendrán que visitar el Palau. Aroma a cuartos y aroma al crecimiento que necesitaba el equipo para competir. Queda trecho, pero si vuelve la defensa y Navarro vuelve a parecer Navarro, todo parece posible. O, como mínimo, por fin en el buen camino.