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BARCELONA 94-FENERBAHÇE 81

Carácter, energía... y baloncesto

El Barcelona se impone al Fenerbahçe tras jugar sus mejores minutos de la temporada y sobreponerse después a la reacción turca. Excelentes Papanikolau y Nachbar.

Carácter, energía... y baloncesto
JOSEP LAGOAFP

El Barcelona hizo 94 puntos al Fenerbahçe días después de quedarse en 60 en la humillante derrota en Santiago, trampolín a su segunda zozobra del curso. De la primera, mal juego cotidiano y un patinazo sonrojante ante el Nanterre, salió con un triunfo brillante ante el CSKA. A la segunda le ha podido empezar a dar boleto con otra victoria de prestigio continental, esta vez ante el hasta ahora imbatido Fenerbahçe de Obradovic. Este Barcelona ciclotímico -hasta ahora un Guadiana hecho baloncesto- puede perder en Bilbao y Santiago y dominar a CSKA y Fenerbahçe. Ya sabíamos desde el verano que puede ganar a cualquiera pero en este tramo de temporada ha demostrado que también puede perder casi con cualquiera. Y ese es el problema a solucionar. La primera prueba, con poco más de 36 horas de margen, será un otra vez en el Palau y en un partido con aroma a trampa ante el CAI, de profesión excelente equipo de baloncesto.

El partido fue, tenía que serlo, de reivindicaciones después de los últimos sonrojos. Del Barcelona como colectivo y de algunos de los más señalados en lo individual. Cuando el bloque funciona aparece una calidad tan incuestionable como hasta ahora difuminada y brillan jugadores a los que les está costando horrores hacerlo. Nachbar fue un látigo y Papanikolau una hidra de brazos kilométricos que produjo en ataque y agotó a Bogdanovic en defensa. Ambos combinaron 41 puntos, 15 rebotes y 54 de valoración (todo Fenerbahçe, 65). Pero es que además Sada pareció reactivado, Lampe trabajó la defensa y el rebote y Tomic y Navarro surgieron como facilitadores en los momentos más difíciles del partido: 9 asistencias entre ambos. Y Pascual, claro. El de Gavá, opositando a experto en superar malos momentos, ha encontrado un nuevo punto de apoyo, veremos si también de partida. El Barcelona al fin y al cabo aún puede incluso terminar como líder de grupo y en lo que va de primera fase ha vuelto a imponerse a Messina primero (13-5 para él en el histórico de duelos) y a Obradovic después (7-4).

El Barcelona necesitaba un partido como este. Necesitaba divertirse y dar espectáculo (35-15 en el primer cuarto, 50-28 en el minuto 17) pero también sentirse capaz de enseñar recursos, concentración y lectura de juego en el baloncesto jugado a cara de perro. McCalebb convirtió ese 50-28 en un 52-40 al descanso, puente hacia una invitación al suicidio (59-55) que esta vez no aceptó un Barcelona que supo apretar los dientes. El partido tuvo trances brillantes porque al fin y al cabo en cancha estaban muchos de los mejores jugadores del continente: Navarro, Papanikolau, Tomic, McCalebb, la finura casi sobrenatural de Bjeliça y Preldzic (a los que el maestro Obradovic está convirtiendo en los jugadores que pueden llegar a ser) o los esta vez eclipsados Bogdanovic y Kleiza. El equipo turco, ya clasificado, empezó dormido y terminó domado. Jugó un partido extraño en el que firmó un 56% en triples y un 47% en tiros libres y dejó muestras de la gran obra de arquitectura que pretende ser pero también minutos de un juego demasiado deshilachado y representado por el -14 en valoración de un Zoric descompuesto.

El Barcelona debe quedarse con el triunfo pero sobre todo con unos primeros 17 minutos de absoluto espectáculo: ritmo alto, circulación excelente, puntos por dentro y por fuera y canastas gratis facilitadas por una defensa que por fin resultaba propia del Barça de Pascual. Por piernas y por concentración, lectura y agresividad en las ayudas. Baloncesto de calidad, en definitiva. Después empeoró pero se recuperó a tiempo y ganó porque jugó, y esa es la moraleja, muchos minutos en los que se pareció por fin al equipo que puede llegar a ser.